El periodista y ensayista mexicano Sergio González cuenta a FP algunos de los problemas que afronta su país: el poder del narcotráfico, la crisis económica y social y la estrategia del gobierno de Calderón.

 

FP Edición Española: ¿Cuáles son las relaciones entre los poderes públicos y privados de México y el crimen organizado?

AFP/Getty Images
Alerta: Policía mexicana en Ciudad Juarez.

Sergio González: El índice de impunidad de los delitos en México se sitúa en torno a un 98%.  Ninguna democracia que se precie puede decir con este índice que existe un auténtico Estado de Derecho. Por otra parte, conviene señalar que en México el Estado no tiene el monopolio de la fuerza. En los últimos años los grupos de delincuentes han venido cuestionado ese monopolio de la fuerza con el que debería contar el Estado. No sólo en media docena de ciudades, como se afirma desde el Gobierno. Según expertos internacionales, estos grupos ejercen un dominio del territorio efectivo sobre la mitad del país. Estamos en presencia de un fracaso de las instituciones estatales a la hora de controlar el territorio y ejercer sus legítimas funciones. La fuerza del narcotráfico ha propiciado que no se pueda distinguir ya la frontera entre lo legal y lo ilegal, entre Estado y grandes cárteles. Y la corrupción está presente en todos los niveles de gobierno: municipal, estatal y nacional. También en el sistema judicial.

Toda la violencia que está desplegándose responde a una toma de posiciones de los distintos grupos criminales para afianzar su poder y sus esferas de influencia, es decir, que cada organización trata de ganar su sitio en el control sobre el territorio y en sus relaciones con el poder. Por otra parte, el poder no tiene poder para combatir este problema porque no quiere tenerlo. Suena duro, pero creo que si se analiza la realidad, y no las palabras de la versión oficial,  la conclusión es esa. Y no cabe duda de que muchos se beneficien de esta situación.

FP. Usted afirma que México experimenta una curva descendente en credibilidad y firmeza de las instituciones y una ascendente de violencia. ¿En qué momento de este proceso se encuentra el país?

S. G. A través de la violencia que los mexicanos están padeciendo en los últimos años, por parte del crimen organizado, se está tratando de reconfigurar la propia sociedad y la relación entre narcotráfico y Estado en términos de poder. En estos últimos años, por ejemplo, México se ha convertido en un consumidor de drogas, cuando antes se limitaba a ser un país de tránsito de estupefacientes. La droga no sólo genera un problema de drogodependencia. Todo lo que rodea a este negocio se infiltra en las comunidades, en los pueblos y las ciudades, modificando dramáticamente el tejido social y comunitario. México también es un lugar de negocio para los cárteles. Y, claro, hay que tener en cuenta que el dinero obtenido debe blanquearse, es decir, ha de integrarse en las estructuras económicas y políticas, lo que suele hacerse a través de la corrupción.

FP. Recientemente, se ha desatado la polémica por el relevo del Fiscal General encargado de la lucha contra el narcotráfico. También se produjeron cambios en el cargo de presidente de la compañía nacional de petróleos (PEMEX) y en el de secretario de Agricultura. ¿Cuál es el calado político de estos nombramientos?

S. G. El trasfondo es el posicionamiento de facciones políticas que tratan de controlar con las personas más adecuadas los resortes del poder. En muchos casos estamos hablando de individuos patrocinados por poderes, digamos, sospechosos, no públicos. Y esto está ocurriendo en las altas esferas del poder. Se han producido nombramientos cuestionables en otros puestos, no sólo en los mencionados, como en el organismo encargado de fiscalizar la transparencia institucional o el del comisionado de los derechos humanos del país. Esta reorganización de cargos está produciéndose no sólo en posiciones de poder Ejecutivo, sino también  en el mando de instituciones que deberían fiscalizar de un modo independiente tanto al Gobierno como a las fuerzas de seguridad. A México le espera más degradación institucional, económica y social.

FP. ¿Qué eficacia ha tenido la estrategia de Calderón a la hora de combatir la violencia a través de la militarización del conflicto?

S. G. En estos momentos, el Ejército está realizando funciones policiales y un ejército no está preparado para desempeñar dichas funciones, al menos no como deberían llevarse a cabo en un régimen democrático. De hecho, son constantes las denuncias por la vulneración de los derechos humanos desde que Calderón lo usa como policía en ciertas regiones del país. Por otra parte, la reducción de un problema tan grave a un asunto policial es uno de los grandes errores del Gobierno mexicano. No puede simplificarse a un enfrentamiento entre policías y ladrones, porque es algo con mucho más calado. Es una situación que compromete a la política, la economía y la cultura del país.

FP. ¿Cuál es la valoración que se puede hacer de la Iniciativa Mérida o Plan México en estos primeros meses de implementación?

S. G. En este tema hay que fijarse en los intereses geopolíticos. En mi opinión, el Plan no va a cumplir los objetivos que se plantearon, la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Aunque Estados Unidos sí espera que pueda mejorar ciertas competencias de las debilitadas instituciones mexicanas. En este sentido Washington no pueden tolerar que un país vecino con el que comparten tantos kilómetros de frontera y tantos intereses cuente con unos protocolos estratégicos tan deficientes. El protocolo de seguridad de México, por ejemplo, es prácticamente inexistente. Tampoco el sistema sanitario funciona, como se pudo comprobar el pasado abril con la crisis de la gripe cuando se dio una alerta roja con una serie de medidas que luego se demostraron desproporcionadas. Tampoco funcionan los sistemas estratégicos de seguridad civil. En resumen, México es un país en crisis. Y eso preocupa a Estados Unidos, que como gran potencia teme que su vecino del sur pueda trasladarle directa o indirectamente su inestabilidad.

FP. ¿Cómo está afectando la crisis económica a México?

S. G. La crisis va a aumentar la importancia de la economía informal, que ya hoy es muy importante. Esta economía no paga impuestos, así que las arcas públicas no van a poder contar con recursos para financiar las necesidades que tiene el Estado. En México los que pagan impuestos son sólo el 20% de los que deberían hacerlo. Una de las medidas anticrisis que se están considerando es la de aumentar los impuestos sobre el consumo, es decir, sobre una mayoría de la población que ya cuenta con unas economías precarias que a duras penas pueden llegar a fin de mes.

México sigue dominado por una oligarquía que se ha refundado en las formas, pero que en la esencia sigue siendo igual de rapaz que en tiempos del PRI. Cada vez el poder económico está concentrado en menos manos. Se estima que unas 39 familias controlan la mayoría de los recursos del México. De un país que sigue siendo tremendamente desigual. Así que es probable que aumente la tensión social y las movilizaciones. No puede olvidarse que ciertos grupos de la izquierda radical no han desaparecido del todo y continúan activos. Esto siempre es peligroso en un país en el que circulan, según estimaciones, unos 15 millones de armas. La paz social, por el momento, se mantiene, pero precariamente.

FP. ¿Cuál es el balance que se puede hacer del gobierno de Calderón a la hora de  afrontar las reformas que necesita el país?

S. G. Calderón comenzó su mandato con una serie de expectativas que, a día de hoy, no se han cumplido en lo que respecta a la puesta en marcha de reformas, que eran muy necesarias en sectores estratégicos: políticas de seguridad, política energética, ajustes económicos… Por ejemplo, durante la campaña, Calderón se vendió como el presidente del empleo. Y el desempleo está en niveles muy altos. Tampoco se ha acometido la reforma fiscal. Por dar una cifra optimista diría que Calderón no ha cumplido ni con la mitad de lo que prometió. Y ahora creo que ya es tarde para que pueda alcanzar esos logros. Le quedan apenas tres años, así que apenas tiene ya tiempo.

 

El periodista mexicano Sergio González ha publicado El hombre sin cabeza (Anagrama, 2009), donde analiza la ola de violencia que vive México en los últimos años.