Ante la imposibilidad de la reelección de Álvaro Uribe el cambio se avecina en Colombia, o no. Sus postulados y su forma de hacer política podrían perpetuarse en sus herederos. Las drogas, las FARC, los paramilitares, las relaciones con Venezuela, el futuro del país… bajo los ojos del que ha sido su vicepresidente durante los últimos ocho años, Francisco Santos Calderón.

 

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FP en español: ¿Cuáles serán los retos del Gobierno colombiano que surja de las urnas el próximo 30 de mayo?

Francisco Santos Calderón: Consolidar la seguridad en la zona, porque no hemos logrado una seguridad absoluta; fortalecer la policía para combatir la delincuencia y otro tipo de delitos; enfatizar los tratados de libre comercio; y continuar con la inversión extranjera y nacional, convertirla en una obsesión. Si seguimos con tasas de inversión como las que tenemos hoy en día vamos a generar crecimiento a largo plazo por encima del 6%, que es lo que Colombia necesita. De esta manera se alcanzaría el pleno empleo y la reducción de la pobreza, un problema grave en nuestro país. También hay que tener en cuenta que a la nueva Administración le va a tocar emprender una reforma sanitaria. Pero creo que hemos logrado hacer de Colombia –un país sumergido en el caos absoluto– un Estado encuadernado, fuerte y que se mueve en la dirección correcta, con muchos de los problemas en vías de solución. Lo que queda ahora es simplemente mantener el ritmo y continuar por el camino empezado.

FP: ¿La popularidad de Álvaro Uribe puede ayudar al nuevo candidato de su partido, Juan Manuel Santos, a ganar las elecciones?

F S C: No lo sé. Álvaro Uribe es un político excepcional, es especial. Es uno de los grandes líderes que consigue que el pueblo lo vote. Creo que todos los colombianos estamos de acuerdo. Sus años como presidente van a ser recordados por mucho tiempo y no me cabe la menor duda de que los historiadores cuando miren hacia atrás, escribirán que Uribe supuso un punto de inflexión en Colombia, fundamental en la ruptura de ese momento en el que el país iba camino de ser un Estado fallido. Su liderazgo va a ser muy difícil de transferir por el momento. Pero los resultados y los votos de los colombianos son los que decidirán qué tanto de su popularidad y de su imagen se transferirá, no solo al candidato Santos, sino al futuro mandatario de Colombia.

FP: ¿Cómo responde a las acusaciones de que su partido ha coqueteado con el paramilitarismo?

F S C: Los hechos hablan por uno mismo. Las acciones hablan por sí solas. Aquellas personas que plantean este tipo de acusaciones suelen pertenecer a adversarios ideológicos que necesitan utilizar argumentos absurdos para presentar una oposición a nuestro partido. Cualquiera que vea nuestras acciones, y cómo combatimos la criminalidad, tiene claro cómo somos y qué es lo que hacemos. Nuestra gente confía en nosotros, y así lo demuestran los resultados del domingo [las elecciones legislativas en las que los partidos que apoyan a Álvaro Uribe han obtenido la mayoría]. Lo cierto es que no nos preocupa, porque como dice el refrán “a palabras necias, oídos sordos”.

FP: ¿En sus ocho años de vicepresidente de Gobierno ha combatido con la misma dureza a las FARC que a los paramilitares?

F S C: Obviamente. Han sido capturados, juzgados y extraditados a EE UU. Se combaten como al resto de las bandas criminales, pero nadie en Colombia, repito, nadie pensaba que a una organización tan poderosa se le podría hacer frente. Resultaba impensable que los grandes capos fueran extraditados. Precisamente ése ha sido el mayor reto y logro del Gobierno. Nuestra vocación ha sido recuperar el uso de la fuerza y combatir con mano dura a la criminalidad desde el Estado. Así lo demuestra el número de encarcelados. Es lo que hemos hecho durante estos ocho años: luchar contra todo tipo de criminalidad, llámese paramilitar o guerrilla, con severidad pero con todo respeto dentro de los límites legales. Gracias a ello, hoy los colombianos reconocen que pueden vivir en un país seguro.

Preferimos manejar el tema de la relación con Venezuela de manera discreta, sin lo que se llama “diplomacia de micrófono”

FP: Norteamérica y Europa son los principales clientes de la droga colombiana. ¿Qué política tienen para disminuir el consumo en estas regiones?

F S C: Hemos intentado llevar a cabo políticas de educación y de prevención del consumo de drogas. Pero lamentablemente, siento que en la UE no hay un interés por prevenir el consumo de cocaína. Los europeos lo ven como una decisión individual y no como un control estatal. Es como si la cocaína fuera una droga sin víctimas. Además, hay distintos mensajes enviados por sectores influyentes de la sociedad, como el de la música, que le dan un cierto aire, no de legitimidad, pero sí bohemio al consumo de esta sustancia. En este aspecto, no vemos una agresividad en la prevención, como la que creemos que debería mantenerse ante el fuerte impacto que causa en la sociedad. Pero hay algunas excepciones, como Reino Unido, donde observamos y apreciamos una política preocupada, un Parlamento consciente del problema y un Gobierno que sí hace frente al consumo de cocaína. Por otra parte, el control de la oferta de droga no es un problema. En ese campo reconozco que está haciéndose un trabajo eficiente, desde hace tiempo, coordinado con Gran Bretaña, España y EE UU. Pero el problema radica en el control y reducción de la demanda. Porque si se combate la oferta pero no la demanda, al final la lucha contra las drogas acaba siendo estéril.

FP: Dice que no ve un esfuerzo de prevención en la Unión Europea, ¿qué respuesta obtuvo del Gobierno español?

F S C: Hemos intentado llegar a la directora encargada de la lucha antidrogas del ministerio de Sanidad español y no hemos sentido mucho interés, si le soy sincero. Y lo cierto es que nuestro Gobierno sólo va donde ve que puede y que le pueden ayudar, donde se puede contribuir a disminuir la demanda de cocaína. España tiene una visión distinta y no hemos conseguido los resultados que hubiésemos querido. No nos han dicho que no querían trabajar con nosotros pero tampoco han mostrado el compromiso de apoyar nuestros proyectos. No hemos encontrado la voluntad de asumir una responsabilidad compartida para lograr ciertos objetivos. Sin embargo, Reino Unido se ha mostrado muy interesado en colaborar con nosotros, haciéndolo desde varios sectores como las políticas de educación en las escuelas, los controles establecidos por el ministerio del Interior y Scotland Yard. Pero reconozco que coordinar todas estas entidades no es una lucha fácil. Entendemos que la política de disminución del consumo de drogas del Gobierno español es otra, y que es una decisión que cada país debe asumir.

FP: ¿Cuál es su actual relación con Venezuela?

F S C: Preferimos manejar el tema de la relación con Venezuela de manera discreta, sin lo que se llama “diplomacia de micrófono”. Entendemos las dificultades que existen y lo que está sucediendo con nuestro país vecino, pero la relación entre Bogotá y Caracas ha de centrarse en crear más comercio y más lazos entre los dos países. En el resto de problemas hay que buscar una solución, dentro de lo que cabe, de la manera más diplomática posible, como lo hemos hecho hasta ahora.

Francisco Santos Calderón, político y periodista, es vicepresidente de Colombia desde 2002. Fue secuestrado por el narcotraficante Pablo Escobar en 1990. Desde entonces es un activista contra esta práctica.

 

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