¿Por qué algunos Estados triunfan mientras otros luchan por salir adelante? Eso es lo que el premio Nobel de Economía Michael Spence y la Comisión sobre Crecimiento y Desarrollo pretenden descubrir en su estudio sobre las 13 economías del mundo que más rápidamente crecen.

 

Foreign Policy: Como es natural, usted lleva mucho tiempo estudiando los temas de desarrollo. ¿Ha habido algo que le sorprendiera cuando hizo su investigación con la comisión?

¿Dónde está la clave del crecimiento? El único secreto del desarrollo económico, dice Spence, es que no hay secretos.

Michael Spence: Me sorprendieron dos cosas. Una, lo importante que es la economía globalizada para los países en vías de desarrollo tanto desde el punto de vista de la demanda -es decir, el tamaño del mercado y la capacidad de ampliarlo una vez lograda una posición de costes- como desde el punto de vista de la importación de tecnología o conocimiento. Pero la mayor sorpresa fue lo importante que es el liderazgo político en los países en desarrollo que están experimentando un gran crecimiento constante. Se necesita un gran esfuerzo por construir consensos y escoger el modelo adecuado, lograr que todo el mundo se sume, llegar a acuerdos con los interlocutores como trabajadores y empresarios, y emplear un enfoque pragmático persistente que cuenta con un conocimiento imperfecto de cómo va a responder la economía a las decisiones políticas. Empecé pensando que era un tema que tenía que ver sobre todo con la economía y he acabado viendo que eso es la mitad del asunto, pero la otra mitad es, en realidad, muy política.

FP: ¿Ha podido descubrir algún secreto que favorezca el crecimiento entre los Estados que ha estudiado?

MS: No creo que haya ningún secreto. Desde luego, los casos de gran crecimiento sostenible tienen características comunes, que se describen con cierto detalle en el informe. No los considero secretos. Pero no hemos podido encontrar un caso en el que, si no se emplea la estrategia general descrita en el trabajo -una relación estrecha con la economía mundial; la preocupación de aunar a todo el mundo; unos niveles de ahorro e inversión muy elevados; un entorno macroeconómico estable y una gran dependencia de las características básicas de la asignación de mercado, los indicadores de los precios y otras cosas así, además de la capacidad de soportar una dinámica microeconómica muy caótica-, sea posible mantener un gran crecimiento.

FP: Algunas personas han interpretado su informe como una crítica implícita del llamado Consenso de Washington. ¿Cree que sus conclusiones contradicen las medidas que fomentaban el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, especialmente en los 90?

MS: No. Al menos, no era ésa la intención. Desde que se desarrolló el Consenso de Washington en sus diversas formas y se experimentó con él en los países en vías de desarrollo, se han acumulado experiencias y se ha aprendido mucho en todas partes: en los Estados en desarrollo, en la comunidad académica y en las instituciones internacionales. No llegamos nunca a un punto en el que sabemos todas las respuestas, y existen muchas cosas que todavía son objeto de debate. El Consenso de Washington sigue teniendo cosas buenas. La preferencia por la economía abierta, aunque necesite cierta modulación, es acertada, sin duda. Lo más novedoso de este informe es que presenta una visión algo distinta a la que proponía el Consenso sobre cuál es el papel del gobierno y cómo evoluciona a lo largo de un periodo de crecimiento prolongado.

FP: ¿Qué opina de la corrupción como lastre del desarrollo? Países como India, China, Indonesia y Corea del Sur tienen graves problemas de este tipo y, sin embargo, han sido capaces de crecer con bastante éxito.

MS: Creo que depende del tipo de corrupción. Es un tema que sigue investigándose, de modo que seguimos aprendiendo. En mi opinión, cuando se produce a pequeña escala no es que sea positiva, pero viene a ser como un impuesto: si se descontrola y se traduce en grandes retrasos en asuntos como establecer una empresa y obtener la aprobación de proyectos de inversión, puede ser un problema. Ahora bien, la corrupción destructiva la definiría como el robo a gran escala, cuando los gobiernos viven de quedarse con los recursos nacionales y utilizarlos para comprar votos y permanecer en el poder. Eso sí parece destruir por completo el crecimiento sostenible y las políticas necesarias para respaldarlo.

FP: Ha hablado de recursos nacionales. ¿Qué me dice del precio de las materias primas? Muchos países en regiones como el África subsahariana están creciendo, en gran medida, debido al aumento de los precios de las materias primas.

MS: Es cierto. Hay una aceleración del crecimiento en grandes zonas de África y partes de América Latina. En cierta medida, quizá en gran medida, se debe al aumento de los precios de las materias primas. Otros factores son un mayor control de la inflación, una mejor gestión macroeconómica, gobiernos mejor dirigidos, dependiendo de qué casos hablemos. Aparte de la actual situación de crisis alimentaria, el aumento de los precios de las materias primas es una gran oportunidad para muchos países africanos y para el continente en su conjunto. El truco es dedicar esa mayor riqueza y esa renta derivada de los recursos a inversiones en la educación, las infraestructuras y otras ámbitos que sostengan la diversificación económica y la creación de empleo productivo, con el consiguiente crecimiento. Todavía no está claro qué va a pasar, pero la gente tiene esperanzas.

FP: ¿Hay algún Estado que, en su opinión, no esté desperdiciando el boom de los precios de las materias primas?

MS: Cada país es un caso complejo, pero no todos desaprovechan su riqueza. Botsuana lleva mucho tiempo logrando no despilfarrar su principal recurso, que son los diamantes. Y Suráfrica se las arregla bastante bien, aunque todavía tiene un alto índice de desempleo y necesita una pauta de crecimiento más amplia. Para aprovechar bien las rentas derivadas de los recursos naturales es necesario tener conocimientos y experiencia, saber lo que se está haciendo. En algunos países africanos, harán falta un liderazgo real y asesoramiento internacional para que todo esto sea posible.

FP: Esto es distinto al típico informe de estudio, porque usted está dedicándose a promocionar su trabajo. Tiene la esperanza de que produzca algún efecto en el mundo real. ¿Qué está intentando hacer para conseguir que se lleven a la práctica estas enseñanzas?

MS: Este informe es más, en realidad, un marco de trabajo. ¿Cómo funciona la dinámica del crecimiento y qué tipo de estrategias políticas suelen favorecerlo? Cuando se estudia país por país, tiene que ser muy específico y depende por completo de la historia, las condiciones iniciales, y aspectos así. Por eso, durante varios meses, vamos a viajar y, cuando la gente haya tenido la oportunidad de leerlo, vamos a discutirlo y debatirlo en distintos escenarios. Intentaremos que se vea como un instrumento de trabajo, más que como un resultado. Es una ocasión para tener un debate que quizá ayude a establecer las estrategias y las prioridades en los países en vías de desarrollo, algo que sería muy positivo.

Michael Spence es titular emérito de la cátedra Philip H. Knight y antiguo decano de la Facultad de Empresariales de la Universidad de Stanford (EE UU). Es miembro de la Hoover Institution y en 2001 obtuvo el premio Nobel de Economía.

 

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