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Una de las primeras medidas de Barack Obama como presidente fue levantar las restricciones a la investigación médica con células madre embrionarias. Los científicos creen que las células, en algunos casos obtenidas -y de ahí la polémica- de embriones humanos abortados, pueden llegar a utilizarse para tratar males como la diabetes, la enfermedad de Parkinson, dolencias coronarias y lesiones de la médula espinal. Pero, tras ocho años de prohibición de las investigaciones y con todas las pruebas que aún son necesarias -para no hablar de las demandas legales presentadas por la extrema derecha cristiana-, los tratamientos con células madre están todavía lejos de ser realidad. Y algunos pacientes, por lo visto, han decidido no esperar.

En agosto, un comité británico de investigadores del sector hizo público un informe que advertía sobre la explosión del turismo de células madre, pacientes desesperados que viajan al extranjero para recibir tratamientos que no están suficientemente probados y pueden ser peligrosos. Los destinos más populares, según el informe, son Alemania, China, Tailandia y México, donde los tratamientos son legales, pero los científicos decían que puede haber hasta 700 clínicas en todo el mundo que están ofreciendo terapia de células madre.

Los tratamientos pueden costar decenas de miles de dólares, pero las normas, muchas veces, son relajadas y las consecuencias pueden ser trágicas. En un caso que destacaban los expertos británicos, un joven israelí que buscaba tratamiento para una lesión medular en Rusia acabó con múltiples tumores. En otro, una mujer de 46 años a la que estaban tratando por lupus en Turquía murió de insuficiencia renal.

En junio, Costa Rica, que es un destino popular entre los estadounidenses que desean tratamientos médicos baratos de todo tipo, cerró una clínica de células madre no autorizada, gestionada por un empresario estadounidense, que había acogido aproximadamente a 400 pacientes extranjeros desde 2006, según Reuters. Las pruebas clínicas sobre la eficacia de los tratamientos con células madre son ambiguas todavía, pero hubo muchos pacientes dispuestos a hablar en apoyo de la clínica. Una mujer de California que dice que empezó a recuperar la sensibilidad en sus piernas después de un tratamiento para la esclerosis múltiple que le costó 30.000 dólares resumió los sentimientos de muchos al decir a Reuters que “no tenía nada que perder”.