Después de tres años de guerra fría diplomática, Ankara ha aceptado el perdón de Israel por la flotilla. La decisión beneficia a ambos países y se debe sobre todo a una nueva constelación de factores clave en Oriente Medio y el Mediterráneo Oriental.  

 

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A finales de marzo en la (hasta nuevo aviso) capital turca Ankara, varios carteles de grandes dimensiones daban las gracias. “Estamos agradecidos”, rezaban. ¿La razón? “Israel pide perdón a Turquía”, seguía en letra grande. Y más pequeña la explicación del agradecimiento: “Apreciado primer ministro: por haber causado este (motivo de) orgullo a nuestro país”. En la foto grande que acompañaba el texto, el primer ministro turco, Recep T. Erdogan. Al lado pero un poco más pequeño, su homólogo israelí, Benjamín Netanyahu. Que el cartel de marras fuera firmado por la gran municipalidad de Ankara, bajo el control del mismo partido que lidera Erdogan desde hace diez años -el AKP, de la Justicia y Desarrollo- no parecía de mucha trascendencia.  Y como fondo de cartel un barco perdido casi en la niebla… el célebre Mavi Marmara.

El 30 de mayo de 2010 nueve personas, ocho turcos y el estadounidense Dogan, fallecieron debido a disparos israelíes a bordo de este barco que se dirigía hacia la costa de Gaza para romper el bloqueo impuesto por Israel. Después de ello las relaciones diplomáticas entre Turquía e Israel apenas pueden calificarse de gélidas.

Y en efecto. Después de casi tres años esperando al arrepentimiento por parte de Israel, el pasado 22 de marzo la oficina del primer ministro en Ankara emitió un breve comunicado en el que el premier Erdogan acepta “en nombre del pueblo turco” las disculpas presentadas por su homólogo israelí. “Los dos primer ministros han acordado la necesidad de fijar una indemnización” destinada a las familias de las víctimas a bordo del Mavi Marmara, expresa el documento. En los medios turcos al poco de darse a conocer la noticia se resaltó que a pesar del perdón israelí el bloqueo a Gaza sigue en pie. En esta línea se pronunció también el día de las disculpas la ONG IHH que fletó el Mavi Marmara. Además su líder, Bülent Yildirim, cercano al movimiento islamista Milli Görüs (Visión Nacional) calificó como un “triunfo político y diplomático” y una “victoria de los mártires y los heridos” la petición de perdón y el (futuro posible) acuerdo de un pago a sus familias por parte de Israel.

A pesar del final de esta guerra fría diplomática ambos países saben que las relaciones no retornarán a su estado inicial. Ello se debe principalmente a que los acuerdos militares y la cooperación en materia de industria militar funcionaban como columna vertebral de las relaciones económicas bilaterales. Porque aportaban hasta 2010 del orden de 1.200 millones de euros de un volumen bilateral total de 2,5 mil millones de euros. Pero esta unión se debía en gran parte a la simpatía hacia Israel por parte de una sección de peso dentro del Ejército turco, de ideología kemalista y que veía a su vecino al otro lado del Mediterráneo como aliado laico.

Pero precisamente el poder de esta fracción castrense, que veía tanto en Turquía como Israel enclaves de progreso y modernización, ínsulas en un mar de países circundantes adscritos al pasado, se ha visto desmantelado a marchas forzadas por la nueva Ankara. El año 2007 da pie al comienzo de una serie de macrojuicios (Ergenekon, etcétera) que son considerados como pilares de un cambio del Ancien Régime: adiós definitivo al autoritarismo kemalista. La ex cúpula del ejército será descabezada.

Otro dato a tener en cuenta pero que tiene que ver con lo dicho anteriormente: las raíces islamistas de Erdogan y su Gabinete despiertan recelo en Israel, más aún teniendo en cuenta que la islamización poco a poco del país euroasiático ya es evidente -como bien demuestra el mismo episodio protagonizado por el Mavi Marmara.

Además, los colonos han adquirido un mayor peso, desconocido hasta ahora, en el Gobierno israelí, y ello con un Erdogan crecido que se permite equiparar el sionismo con un “crimen contra la humanidad”, asocia el “terrorismo de Estado” con Israel y desea llegar a Gaza a finales de este mes de abril para reunirse con uno de sus amigos políticos más importantes: Hamid Meshal, líder de Hamás, quien ha llegado a calificar al primer ministro turco como “líder del mundo musulmán”. Según lo desvelado por Wikileaks en 2009 un embajador israelí resumió de forma lacónica su postura frente a Erdogan: “Es un fundamentalista. Nos odia en materia religiosa y su odio se extiende”.

Y empero, a pesar de este trasfondo de distanciamiento y recelos mutuos, llega el perdón israelí. Entonces, ¿por qué ahora? La respuesta es sencilla: el perdón concedido a Turquía obedece a una nueva constelación de poderes en Oriente Medio y el Mediterráneo oriental. En ella sobre todo dos factores son de destacada importancia: la guerra civil en Siria y las reservas naturales halladas recientemente tanto en Chipre como Israel.

Son dos temas que serán abordados -aparte precisamente de la reconciliación de ambos países- este fin de semana por el secretario de Estado John Kerry en sendas visitas tanto a Turquía como a Israel en su tercera visita en apenas dos semanas a Oriente Medio.

Según afirmaciones hechas en su cuenta de la red social Twitter el mismo primer ministro, Netanyahu localiza el recrudecimiento de la guerra en Siria como principal motivo del intento de reconciliación. “Siria está desintegrándose y los enormes arsenales de armas avanzadas están empezando a caer en manos de fuerzas diferentes", añade en alusión a supuestas armas químicas en manos del régimen de Bashar al Assad. Pero más allá de la nebulosa de este tipo de armas, la amenaza de que el cenagal sirio acabe salpicando a Israel es muy real: lanzamientos de mortero realizados probablemente por insurgentes desde suelo sirio ya han alcanzado a los altos del Golán.

Pero entre los poderes extranjeros que actualmente desestabilizan Siria y desean que emerja en ella un régimen dominado por los Hermanos Musulmanes destaca con luz propia Turquía, que también tiene frontera con el país árabe. Según un artículo del rotativo New York Times, ampliamente citado en la prensa turca, desde 2012 más de 160 aviones de transporte militar procedentes sobre todo de Arabia Saudí y Qatar han hecho escala en Turquía -preferiblemente Ankara- antes de introducir sus armas en Siria para ayudar a la insurgencia.

Sabiendo esto, Israel necesita una buena relación diplomática y comercial con Turquía puesto que la insurgencia siria, cada vez más islamista, está controlada en gran parte por Ankara. Pero hay otro factor de peso que reclama una mejora sustancial en lo bilateral: las reservas naturales de Chipre.

“Cualquier esfuerzo chipriota de extraer y vender gas haciendo caso omiso de las exigencias turcas y turcochipriotas no solo es injusto sino también imposible”, dijo  ayer el ministro de finanzas turco Mehmet Simsek. Se refería así a un dato que la comunidad internacional -y también Israel- bien conoce: la ruta más fácil para llevar el crudo y el gas natural de Chipre sería pasando por Turquía.

Y ahí es donde la relación con Israel juega de nuevo un papel clave: a cambio de una reconciliación el puente natural energético que es Turquía debido a su geografía podría ser avalado por Israel. Y asimismo las reservas naturales descubiertas hace poco en aguas pertenecientes al Estado hebreo podrían ser transportadas de la manera más barata por suelo turco hasta poder ser vendidas en los mercados internacionales.

 

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