Cinco razones a favor de la declaración de un Estado palestino en la ONU.

 

 

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Especial FP: EL ESTADO PALESTINO

 

1. EE UU está perdiendo influencia en la Oriente Medio

El fracaso de Estados Unidos en gestionar un orden unipolar, nacido tras la desaparición de la Unión Soviética, tiene su mejor reflejo en el proceso de paz iniciado en la Conferencia de Madrid de 1991. Tras veinte años de negociaciones patrocinadas -en la práctica únicamente- por EEUU, el resultado ha sido una pérdida continua de territorios palestinos y un avance imparable en la creación de hechos consumados en los territorios palestinos ocupados en 1967. La incapacidad de EE UU, por motivos internos bien conocidos, de forzar a Israel a respetar el proceso de negociaciones y cumplir con los acuerdos mínimos firmados hasta el momento, parece haber empujado a la Autoridad Nacional Palestina a buscar una salida en la ONU para conseguir un reconocimiento explícito de un Estado de pleno derecho.

Acudir al Consejo de Seguridad de la ONU en busca de este reconocimiento, a pesar del anunciado veto estadounidense, podría ser -a medios plazo y con método indirecto- el punto de inflexión en la política exterior de EE UU y su relación con Oriente Medio que, de todos modos, necesitaría rediseñar debido a los cambios regionales impensables hace tan sólo un año.

 

2. Reactivar el proceso de paz

A diferencia de Israel que, violando la legalidad internacional, siempre tendrá el apoyo incondicional de Estados Unidos y parte de la Unión Europea, los palestinos no tienen un margen de maniobra más allá de las resoluciones de Naciones Unidas que les permitirían seguir manteniendo la solución de dos Estados.

En realidad, los palestinos saben que deben aferrarse al proceso de paz para no terminar siendo olvidados. Pero, para que este proceso de negociaciones tenga sentido y lleve a una culminación positiva, la parte palestina necesita materializar los avances conseguidos en política exterior en estas dos últimas décadas.

Canalizar el apoyo mayoritario internacional del que goza la Autoridad Nacional Palestina (ANP), servirá, sin duda, al pueblo palestino para salir del statu quo en el que se encuentra, además de reconducir el proceso de paz y dotarlo de su esencia basada en las resoluciones del organismo internacional.

 

3. Reforzar la legalidad

Acudir a la ONU en busca de este reconocimiento internacional, además de devolver la gestión del conflicto a Naciones Unidas, es una medida para recordar a Israel que después de veinte años de negociaciones, los puntos clave del conflicto -Jerusalén Oriental, los refugiados, los asentamientos y las fronteras- siguen sin ser abordados  por culpa de los gobiernos del Liku y del Partido Laborista, cuyas figuras importantes se escindieron de esta formación, el pasado enero, para seguir en el poder junto al Likud y a la extrema derecha de Yisrael Beiteinu que ocup la cartera de Exteriores, en una clara señala de desprecio hacia el proceso de paz.

El hecho de que la extrema derecha israelí -que representa principalmente a los colonos y los inmigrantes rusos partidarios de expulsar a los palestinos hacia Jordania- se hiciera con la cartera ministerial responsable de las negociaciones entre palestinos e israelíes, no podía ser respondido por parte palestina de otra manera más allá de la afirmación de legalidad internacional como la base de cualquier arreglo al conflicto.

La ANP considera -y con razón- que las resoluciones de Naciones Unidas 242, 338 y 194 prevalecen sobre cualquier intento de imposición de hechos consumados sobre el terreno. Pero, para que siguiera vigente esta norma y tenga sentido práctico en Derecho Internacional, los palestinos necesitan mejorar su estatuto jurídico en el seno del principal organismo de las naciones.

 

4. Un paso adelante acorde a los cambios

Como no podía ser de otra manera, los tabús van cayendo uno tras otro en Oriente Medio y el futuro de la cuestión palestina está en el centro de este cambio que vive el mundo árabe, igual que lo está Israel y su política de alianzas regionales con Turquía y Egipto.

Ankara parece haber captado el significado de la caída de Mubarak y la necesidad de reconstruir un nuevo orden regional basado en la paz y cooperación. La junta militar que administra la transición egipcia, también, da signos de haber comprendido esta necesidad. Por el contrario, la coalición que gobierna Israel, todavía no.

Las relaciones de Israel con el norte (Turquía) no están en su mejor momento, mientras su fiel aliado en el sur –Mubarak- ya no está ahí para participar en el sitio a Gaza y presionar a la ANP para que se rindiera. Abbas, por tanto, ha de mover ficha para reconstruir tanto la unidad palestina como el proceso de paz, a pesar de la oposición de Israel y EEUU.

La consecución de estos dos objetivos pasa irremediablemente por la ONU y por una apuesta seria para el reconocimiento de los derechos legítimos del pueblo palestino. Recuperar la confianza palestina en la contraparte israelí requiere un compromiso plantario que defiende la legalidad internacional mediante el reconocimiento del Estado de Palestina.

 

5. También es bueno para Israel

Las luchas internas dentro de Israel, incluida la paulatina desaparición del Partido Laborista que fundó el Estado israelí en la Palestina histórica, han estado siempre más presentes en la vida cotidiana de los israelíes que la realidad de la ocupación en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Oriental.

Acudiendo al Consejo de Seguridad y a la Asamblea General de la ONU, en un ejercicio legitimo de su derecho, los palestinos podrían reanimar el campo partidario de la paz y frenar el peligroso avance de la extrema derecha en la sociedad israelí, poniendo fin a sus políticas internas y externas que están convirtiendo Israel en un país aislado.

Mirando al futuro, no cabe duda de que el reconocimiento del Estado de Palestina facilitará la necesaria integración de Israel en la región.

 

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