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Una mujer en la librería Liyuan a las afueras de Pekín, China. (FRED DUFOUR/AFP via Getty Images)

Una selección de lecturas para reflexionar sobre la situación de las luchas de la mujer en las sociedades contemporáneas.

 

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Mujer trabajando en el campo. Desiree Martin/AFP/Getty Images.

Tierra de Mujeres

María Sánchez

Seix Barral, 2019

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) de España, el mundo rural pierde cinco habitantes a la hora. Con ellos se van olvidando también los medios de vida tradicionales, la cultura rural y las estructuras sociales que la sostienen. La población envejece y el relevo generacional, clave para la supervivencia, es inexistente.

Con un enfoque íntimo y profundo, María Sánchez realiza en el ensayo Tierra de mujeres un retrato y defensa de esta vida tradicional -y esencial- que se está dejando atrás. La autora andaluza, que vive y trabaja en el campo como veterinaria, escribe a través de sus páginas un alegato de esta tradición en las labores y costumbres, poniendo de relieve el papel de las mujeres que la sostienen. En su libro narra las historias de aquellas que con sus manos labraron los campos y se encargaron de los ganados, compatibilizando su trabajo con el que debían realizar también dentro de sus hogares, dando sustento y sostén a sus familias.

Los estereotipos de género y la masculinización en el medio rural tampoco favorecen esta continuidad poblacional, a la que se suma el ya mencionado entorno envejecido y falto de mujeres que terminan decantándose por lo urbano. A escala global, su acceso a la tierra es otra piedra importante en este camino pues el registro de la propiedad suele estar en manos del hombre, limitando el acceso por parte de las mujeres y generando círculos de pobreza y dependencia. En España, algunas leyes como la de titularidad compartida intentan revertir esta situación: en caso de separación la mujer tiene derecho a percibir una parte proporcional de los beneficios de la explotación agraria o ganadera. 

 

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Una mujer en frente del apartamento donde una trabajadora doméstica fue torturada en Nueva Delhi. Sajjad Hussain/AFP/Getty Images.

Maid in India: Stories of Inequality and Opportunity Inside Our Homes

Tripti Lahiri

Aleph Book Company, 2017

Uno de los trabajos más altamente feminizados del mundo es el doméstico. En India, miles de mujeres abandonan sus pueblos para trabajar como empleadas del hogar para las pujantes clases altas en grandes urbes como Delhi o Gurgaon. Las cifras oficiales hablan de 4,2 millones, pero el National Domestic Workers’ Movement afirma que son cerca de 50 millones. Más allá de los números, sus historias narran toda clase de abusos y pobreza y, en su inmensa mayoría, las protagonistas son mujeres de casta baja y analfabetas.

Ante estas situaciones de desprotección, la periodista Tripti Lahiri documenta en Maid in India desde salarios que no se perciben a trabajos forzosos, empleo de la violencia física e incluso muerte por inanición en situaciones de esclavitud. Uno de los principales escollos para que las trabajadoras del hogar tengan más protegidos sus derechos es el hecho de que no se las considera trabajadoras, puesto que sus labores se realizan en el ámbito familiar y son aquellas por las que tradicionalmente no se percibe un salario como cuidar de los hijos, limpiar el hogar o cocinar. 

El Convenio de la OIT sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos entró en vigor en septiembre de 2013. Solo está ratificado por 30 países, India no lo ha hecho. En este país solo el 27% de las trabajadoras tiene un empleo formal y la tasa de alfabetización de las mujeres es del 65%, nueve puntos por debajo de la media.

 

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Una mujer camina con una bandera libanesa. Patrick Baz/AFP/Getty Images.

Yogur con mermelada. O cómo mi madre se hizo libanesa

Lena Merhej

Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2018

La forma en la que comemos lo que comemos es parte esencial de nuestra identidad y, aunque utilicemos los mismos ingredientes, son, en el fondo, distintos platos. Esta reflexión sorprendió a la viñetista libanesa Lena Merhej mientras observaba cómo su madre preparaba el tradicional yogur libanés y utilizaba mermelada, en vez de sal y pepino. Explicándose a sí misma sus propias raíces mestizas concibió la novela gráfica Yogur con mermelada. O cómo mi madre se hizo libanesa.

Merhej ahonda en esta idea con la cruenta Guerra del Líbano (1975-1990) como escenario de fondo. Y, a través de diferentes momentos y recuerdos de su infancia, narra cómo y, sobre todo, por qué- una joven médico de Hannover decide aprender árabe y vivir en una cultura diferente y en un país lejano a su Alemania natal, que a comienzos de los 70 se consideraba como la Suiza de Oriente.

La integración es uno de los temas en los que más profundiza esta historia de inmigración elegida. Y, tal es el reto, que está cuestión está incluida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. La feminización en las corrientes migratorias es otro de los cambios de paradigma en este siglo XXI: en los 70, cuando la protagonista decide partir, solo el 2% de los migrantes eran mujeres, en la actualidad es el 50%. Merhej da alguna pista sobre cómo su madre consiguió encontrar un espacio para sí misma entre sus dos mundos y fue conseguir finalmente una “cohabitación pacífica de [sus] contradicciones”. Como comer yogur con mermelada en Líbano.

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Imagen tomada durante la primera celebración del orgullo LGBT en Gaborone, Botsuana, en 2019. Monirul Bhuiyan/AFP/Getty Images.

Under the Udala trees

Chinelo Okparanta

Granta Books, 2015

Un año después de que en Nigeria se penalizaran las relaciones homosexuales con hasta 10 años de cárcel, la escritora nigeriana-estadounidense Chinelo Okparanta publicaba su novela Under the Udala trees, una historia sobre la relación amorosa que en 1968 emprenden dos mujeres durante la Guerra de Briafa (1968-1970).

El conflicto convierte en inseparables a las dos protagonistas -una adolescente cristiana y otra musulmana- hasta que esa amistad se convierte en un amor adulto. Como consecuencia de esta decisión de aceptarse en plenitud, la construcción de su futuro corre en paralelo a la de Nigeria. La novela tuvo una aceptación dispar: mientras que en Occidente se consideraba una simple historia de amor, en el país africano se señaló como un libro prohibido y pecaminoso.

La autora pone el foco en la discriminación y persecución que la comunidad LGTBI sufre no solo en el país en el que se desarrolla el libro sino en la mayoría de los países de África: 32 de los 54 países africanos criminalizan las conductas homosexuales. La época colonial tiene mucho que ver en esta situación. Mayoritariamente sometidos por el Imperio Británico, este exportó la homofobia en sus códigos en armonía con la visión victoriana de la época y, en la actualidad, estas sociedades siguen aceptando como propio algo que nunca fue autóctono.

Sin embargo, hay países que dejan atrás este neocolonialismo como es el caso de Botsuana donde un tribunal despenalizó la homosexualidad en 2019. La comunidad LGTBI+ pudo celebrar abiertamente las palabras de uno de los jueces: “La discriminación no tiene lugar en este mundo. Todos los seres humanos nacen iguales. La homosexualidad es otra forma de sexualidad que se ha suprimido durante años”.

 

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Una mujer con un pendiente con el mapa de África en Rio de Janeiro, Brasil. Yasuyoshi Chiba/AFP/Getty Images.

Rotundamente negra y otros poemas

Shirley Campbell Barr

Ediciones Torremozas, 2013

Me niego rotundamente/a negar mi voz/ mi sangre y mi piel/y me niego rotundamente/a dejar de ser yo. Estos son los primeros versos del poema Rotundamente negra que da nombre al poemario con el que Shirley Campbell Barr reafirma sus raíces africanas. Un canto a la identidad que ha terminado siendo el símbolo de afrodescendientes y mujeres de América Latina y el Caribe. 

La reivindicación de sus orígenes son el eje que vertebra este colección de poemas donde la comunidad lo es todo, con una actitud contestaria que pone en valor la realidad de los 133 millones de personas que, según el Banco Mundial, se consideran como descendientes de africanos y que viven fundamentalmente en las Américas. Un legado histórico de la trata transatlántica que entre los siglos XVI y XIX mercadeó con 12 millones de personas para suplir la diezmada mano de obra indígena y la europea inmigrante, menos viable al ser más cara.  

Con la decisión de dar visibilidad, la década 2015-2024 se ha institucionalizado como el “Decenio Internacional de los Afrodescendientes” por la ONU. Un reconocimiento tanto individual como colectivo para una comunidad que se enfrenta a la discriminación y a la pobreza extrema, categoría en la que vive su día a día el 50% de los afrodescendientes. 

 

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Abuelas de Plaza de Mayo denunciando el número de personas aún desaparecidas durante la dictadura en Buenos Aires, Argentina. Eitan Abramovich/AFP/Getty Images.

Vies voleés

Matz & Mayalen Goust

Rue de Sèvres, 2018

Las dudas persiguen al joven Mario y él las comparte con su amigo Santiago. ¿Dónde están las fotos de su madre embarazada? ¿y las suyas propias de bebé? En Argentina, para aquellos nacidos entre 1976 y 1983 los tests de ADN y las Abuelas de Plaza de Mayo ayudan a arrojar luz sobre esta incógnita ya que pueden ser niños robados durante la dictadura.

Mario y Santiago son los personajes que encarnan el presente del pasado dictatorial. En él, mujeres detenidas vieron cómo les arrancaban a sus bebés. Matz y Mayalan Goust exponen en la novela gráfica Vies volées la siguiente etapa: aquella en la que las madres de los desaparecidos exigían su vuelta reclamando también el paradero de sus nietos.

Las Abuelas empezaron con esta búsqueda en 1977, todavía cuando el dictador Videla ostentaba el poder en el país austral… hasta hoy. Han conseguido recuperar la identidad de 130 personas, pero se estima que fueron hasta 500 bebés los que sustrajeron para entregarlos a familias afines al régimen. Tras dar a luz en maternidades clandestinas, las madres legítimas y biológicas fueron ejecutadas.

Las Abuelas de Plaza de Mayo lograron en 1992 que se creara la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI). La sustracción de bebés y menores se considera en el Derecho Internacional como un Crimen de Lesa Humanidad y no prescribe.

 

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Mujer sujeta una pancarta que dice ‘Mi cuerpo, mi decisión’ en Corea del Sur. Ed Jones/AFP/Getty Images.

The Hen Who Dreamed She Could Fly

Sun-mi Hwang

Oneworld Publications, 2013

Una gallina se empodera y decide escapar tanto de su gallinero como de su labor como ponedora. No tiene nombre, pero se da uno a sí misma: Brote. Así comienza un viaje que la lleva a encontrarse con otros que tampoco encajan en lo establecido. En su fábula, la surcoreana Sun-mi Hwang ofrece un canto a la libertad de los inconformistas y de los que se plantean su lugar en una sociedad asfixiante y en la que vivir según se elija se considera como una traición.

Brote es retratada por la autora como una alegoría de Corea del Sur, país donde la convivencia de la modernidad y la traición choca con la fuerza de lo opuesto. El tigre asiático es uno de los países desarrollados con peor índice respecto a igualdad entre mujeres y hombres. A pesar de que se han puesto en marcha leyes contra la discriminación por género, ellas se encuentran escasamente representadas en la política y en la empresa, donde desempeñan solo un 10% de los cargos directivos.

Para las mujeres, la dicotomía entre la carrera profesional (modernidad) y la vida familiar (tradición) tiene como consecuencia que el país tenga la tasa de matrimonios y natalidad más baja del mundo. Al igual que Brote, salirse de lo establecido es emprender un complicado viaje emancipatorio. Mientras tanto, el feminismo es una cuestión polémica en el país: el 60% de los veinteañeros surcoreanos opina que los problemas de género son la fuente de conflicto más grave del país. En las elecciones legislativas de 2020, se presentó la primera formación política feminista surcoreana: el Partido de la Mujer.

 

Mennonites in Bolivia
Mujeres memonitas en Bolivia. Lisa Wiltse/Corbis/Getty Images.

Women talking

Miriam Toews

Faber & Faber, 2019

Women talking se inspira en hechos reales ocurridos en 2009 en una comunidad menonita de Bolivia inaccesible en la que los hombres, por la noche, drogaban a las mujeres para abusar de ellas. 

Hace una década el movimiento #metoo ni siquiera existía, pero esta novela de Miriam Toews, que creció en una de estas comunidades, ha sido catalogada como el alegato feminista de las mujeres menonitas. Tomando como referencia este suceso, la canadiense reflexiona sobre qué hubiera ocurrido si las mujeres se hubiesen reunido para hablar entre ellas de lo sucedido, para tomar una decisión al respecto y compartir sus pareceres sobre aquellos demonios (esa era la versión oficial que circulaba en la comunidad) que las visitaban cada noche. En definitiva, qué hacer en colaboración femenina ante el abuso sistemático dejando a los hombres fuera de estas decisiones. Equivocadas o no, las menonitas deciden que eso es algo suyo y son ellas las que tienen que decidir. 

En cifras dadas por la ONU, el 35% de las mujeres ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de un compañero sentimental. Dependiendo del país, algunos estudios nacionales lo elevan hasta el 70%. En 2017, los feminicidios alcanzaron los 87.000 y  50.000 de estos asesinatos los perpetraron familiares o parejas de las asesinadas. 137 mujeres murieron al día ese año. El Banco Mundial cifra en 144 los países que han aprobado leyes sobre violencia de género.

 

Citi Data Processing Center in Guangzhou
Mujer trabaja frente a su ordenador en China. Lucas Schifres/Pictobank.

Factory girls. Voices from the Heart of Modern China

Leslie T. Chang

Picador, 2010

China es la fábrica del mundo y sus mujeres se han convertido en la mano de obra que mantiene la maquinaria funcionando. Cuando llegan de sus pueblos a las ciudades para fabricar desde un bolso a un teléfono móvil su objetivo es ganar dinero, pero también persiguen una carrera profesional. En 1980, la inmigración femenina en el país asiático se consideraba una desgracia: mujeres solas que se atrevían a abandonar su comunidad y sus labores en el campo para vivir en la soledad de una ciudad. 

Factory girls de la periodista sinoamericana Leslie T. Chang nos acerca a la vida de estas trabajadoras y narra cómo comienzan su etapa profesional tras finalizar sus estudios trabajando primero como operarias de fábrica y continuando con clases de idiomas o de ofimática para poder escalar en la cadena de montaje a puestos administrativos. Completan así la ansiada movilidad social y la joven rural se transforma en una mujer urbana.

También cambia así el concepto de comunidad tradicional, marcada por el ritmo de la China rural, y cómo conocen tanto a sus pares como a sus futuras parejas: al faltar esa familia que les proporciona un candidato ideal para llegar al matrimonio, las chinas se han decantado, como no, por la tecnología siendo ahora las aplicaciones como ChinaLoveCupid o Tantan las que ejercen de Celestina.

Rwanda Commemorates The Country’s 1994 Genocide
Mujer consuela a un hombre en un acto de conmemoración del genocidio en Kigali, Ruanda. Chip Somodevilla/Getty Images.

War, Women and Power. From Violence to Mobilization in Rwanda and Bosnia-Herzegovina

Marie E. Berry

Cambridge University Press, 2018 

En los 90, dos conflictos civiles hermanaron a dos naciones geográficamente lejanas, culturalmente dispares y salvajemente masacradas: Bosnia-Herzegovina y Ruanda. Sociedades que padecieron brutales guerras cuya punta del iceberg fueron los genocidios que marcaron a quienes los vivieron y a las generaciones posteriores. En el estudio War, Women and Power, la académica Marie E. Berry disecciona una consecuencia paradójica de la guerra: el impacto positivo en la movilización política de las mujeres. Con una perspectiva de género, los casos de Ruanda y Bosnia-Herzegovina son estudiados en este opúsculo a través de 260 entrevistas a mujeres abordando desde la representación parlamentaria hasta la participación en la sociedad civil.

Una vez acabado el conflicto, estas mismas mujeres se quedan, en muchas ocasiones, desamparadas y estigmatizadas. La autora nos muestra cómo esta situación se revierte, dejando de considerarlas solo como víctimas de guerra y viendo cómo de estos hechos traumáticos surge la fuerza para acometer el cambio social.

En Bosnia-Herzegovina, las mujeres comenzaron a organizarse en asociaciones que terminaron siendo lugares de participación política. En Ruanda, su rehabilitación posbélica viene dada por el hecho de que cada año la representación femenina en el Parlamento supera con creces a la masculina. Actualmente, tiene el ratio más alto del mundo: un 67% de los escaños están ocupados por mujeres.