Reconstruir la estrategia de Ucrania más allá de la dimensión militar, para evitar una crisis internacional alimentaria que desestabilizará el orden internacional. 

Desde que comenzó la guerra de Ucrania, los precios internacionales de los cereales, en especial trigo, maíz y girasol, se han disparado. La situación ha agravado de pronto la ya preocupante escasez de cereal que existía debido a las sequías frecuentes y otros fenómenos climáticos adversos y está convirtiéndose en una crisis alimentaria mundial. Según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, 49 millones de personas de los países en desarrollo corren peligro de hambruna, como queda patente en los disturbios y las protestas que se han visto en Sri Lanka, Indonesia, Pakistán y Perú, así como la dinámica de desestabilización en el Sahel, Burkina Faso, Malí y Chad, entre otros.

Hay que tener en cuenta que Rusia y Ucrania son grandes exportadores de trigo y que, entre las dos, producen alrededor del 30% de las exportaciones mundiales. Occidente ha impuesto severas sanciones económicas a Rusia, especialmente la exclusión del país del SWIFT, el sistema dominante de pagos internacionales por Internet, basado en el dólar, por lo que el país ha perdido la capacidad de exportar. Además, los gobiernos y los principales medios de comunicación occidentales acusan a Moscú de haber puesto minas en los puertos de los mares Negro y de Azov más importantes, sobre todo en Mariupol y Odessa.

Pero la colocación de minas en el puerto de Mariupol es, en el mejor de los casos, contraproducente para Rusia, puesto que una parte importante de sus exportaciones de cereal depende de la capacidad de operar del puerto y la seguridad de las rutas de transporte en los dos mares. Por tanto, tiene más sentido que a Moscú le interese Mariupol libre de minas, al tiempo que su considerable superioridad naval le permite bloquear las operaciones marítimas, de reabastecimiento y de comercio de Ucrania, con las consiguientes repercusiones estratégicas.

En cambio, Ucrania tiene que adoptar una estrategia de denegación de acceso frente al poderío naval de Rusia y recurrir tanto a las minas como a los misiles de crucero de la defensa costera. El motivo es que el poder naval de Ucrania es muy inferior al de la flota del Mar Negro de Rusia y su capacidad terrestre y aérea de repeler ataques anfibios también ha sido muy limitada, sobre todo en la fase inicial de la guerra, cuando el país tuvo que luchar aislada del mundo, sin ayuda militar sustancial ni suministros de armas. A principios de marzo, el presidente de Bielorrusia, Lukashenko, mostró sin querer un mapa secreto con el plan militar de Rusia para atacar Ucrania, que incluía asaltos anfibios contra Odessa.

Esa estrategia ha quedado de manifiesto y demostró cierta eficacia a mediados de abril, cuando Ucrania utilizó un misil de crucero antibuque de fabricación propia, Neptune, para hundir el buque insignia de la flota del Mar Negro, Moskva, con ayuda de los servicios militares de inteligencia de Estados Unidos, ...