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Restos de sangre tras el ataque terrorista a la Universidad de Kabul en noviembre 2020. (Marcus Yam / Los Angeles Times via Getty Images)

A pesar de que ha habido avances menores pero importantes en las negociaciones de paz, son muchas las cosas que pueden salir mal en Afganistán en 2021.

Después de casi 20 años de combates, el Gobierno estadounidense firmó un acuerdo con los insurgentes talibanes en febrero. Washington se comprometió a retirar las tropas y los talibanes a impedir que los terroristas utilizaran el país como base de operaciones y a iniciar conversaciones con el Ejecutivo afgano.

Las negociaciones de paz tardaron mucho en comenzar. El Gobierno tardó seis meses en hacer un intercambio de prisioneros que Estados Unidos había prometido a los talibanes —1.000 soldados y oficiales de las tropas gubernamentales a cambio de 5.000 combatientes talibanes— y que Kabul consideraba descompensado. Los insurgentes, que al principio habían disminuido los atentados suicidas y los ataques a ciudades y pueblos, respondieron a los retrasos incrementando los atentados y asesinatos.

Por fin, las negociaciones empezaron en Doha a mediados de septiembre, pero las dos partes no se pusieron de acuerdo sobre las reglas de procedimiento hasta diciembre. Ningún bando parece muy dispuesto a hacer concesiones. El derramamiento de sangre no ha disminuido sino todo lo contrario. Da la impresión de que los talibanes se han olvidado de su contención inicial. En los últimos meses ha habido un aumento de los atentados suicidas y los ataques a gran escala contra ciudades pequeñas.

Uno de los obstáculos es la idea que cada bando tiene de las negociaciones. Kabul se ha comprometido públicamente. Pero las autoridades desconfían de los talibanes o creen que las conversaciones pueden desembocar en la caída del Gobierno. El Ejecutivo afgano ha tratado de frenar las negociaciones sin enojar a Washington. En cambio, los talibanes creen que su movimiento está en pleno ascenso. Piensan que la retirada de EE UU y el proceso de paz son puro teatro. Dentro de las filas de los insurgentes, muchos combatientes confían en que las negociaciones produzcan gran parte de los objetivos por los que han luchado.

En mayo de 2021 se cumple el plazo fijado en el acuerdo de febrero para que se complete la retirada militar de Estados Unidos y la OTAN. Aunque Washington alega que una condición implícita era que se avanzara en las conversaciones de paz, un retraso importante seguramente provocaría una reacción airada por parte de los talibanes. Desde febrero, Trump ha sacado miles de soldados. En el acuerdo bilateral se obligaba a una retirada inicial que dejara 8.600 soldados, pero Trump ha dejado solo 4.500 y ha prometido que no quedarán más que 2.500 para cuando él deje la presidencia. Estas retiradas imprevistas e incondicionales han reforzado la confianza de los talibanes y la inquietud del Gobierno. La suerte de Afganistán está sobre todo en manos de los talibanes, Kabul y su voluntad de llegar a acuerdos, pero también depende de Biden. Quizá su gobierno quiera condicionar la retirada al progreso de las negociaciones. Pero las partes afganas tardarán en llegar a un acuerdo. Mantener una presencia militar en el país más allá de mayo sin que eso suponga una ruptura irreparable con los talibanes será una proeza difícil de conseguir. Por si fuera poco, Biden ha dicho que preferiría mantener varios miles de efectivos antiterroristas en Afganistán. Tal vez tenga que escoger entre eso y un proceso de paz con posibilidades de éxito. Ni los talibanes ni los países de la región, cuyo respaldo es fundamental para cualquier acuerdo, van a aceptar una presencia indefinida de las fuerzas estadounidenses.

Una retirada precipitada podría desestabilizar al Gobierno afgano y quizá desembocar en una guerra civil prolongada y con varios bandos. O la presencia prolongada podría empujar a los talibanes a abandonar las negociaciones e intensificar sus ataques, lo que provocaría una gran escalada. En cualquier caso, Afganistán perdería en 2021 su mejor oportunidad de paz en una generación.