El presidente de Kenia, William Ruto, habla durante la 77ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) en la sede de la ONU el 21 de septiembre de 2022 en la ciudad de Nueva York. (Anna Moneymaker/Getty Images)

Después de nueve meses y cinco resoluciones en la Asamblea General de Naciones Unidas, el posicionamiento de África ante la invasión rusa de Ucrania marcará el futuro del continente y sus relaciones internacionales. 

Desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero de 2022, los países africanos —al igual que el resto del mundo— se han pronunciado, hasta en cinco ocasiones, en la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) respecto a las acciones de Rusia, así como sobre sus consecuencias. Ante el constante veto ruso a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU —que recuerda a su parálisis durante la Guerra Fría—, los Estados miembros, en el marco del undécimo período extraordinario de sesiones de emergencia, han evidenciado su posicionamiento dispar ante esta crisis; y, con ello, también sus alianzas internacionales. 

En el caso de África, estas votaciones han proyectado un escenario que, en gran medida, ha sorprendido al mundo; pero que es una realidad política y estratégica derivada de sus relaciones dentro y fuera de sus fronteras, en las que Rusia y China ocupan un lugar protagonista. Se trata, sin duda, de una realidad —sus antecedentes y fundamentos— que es imprescindible analizar para vislumbrar hacia dónde avanza el continente africano. Además, fijará los parámetros políticos sobre los que el resto de países del mundo deberán establecer sus relaciones con África en el futuro. 

Desde la decisión del gobierno de Putin de emplear la fuerza coercitiva para violar la soberanía de Ucrania, la Asamblea ha adoptado las cinco resoluciones reflejadas en la tabla. 

Estas cinco resoluciones han contado con un apoyo mayoritario de los Estados, aunque este respaldo ha sido de distinta entidad. Así, mientras las resoluciones referidas a la agresión rusa, las consecuencias humanitarias y la integridad territorial de Ucrania recibieron más de 140 votos a favor; las votaciones relativas a la membresía rusa del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y la reparación por el daño ocasionado a Ucrania tan solo recibieron la conformidad de algo más de 90 países, al tiempo que aumentaron las abstenciones. África ha seguido esta tendencia mundial, que —en términos generales— refleja un mayor consenso para condenar las acciones del gobierno de Putin, pero que no es tan evidente cuando se trata de adoptar decisiones con trascendencia para el futuro de Rusia y sus relaciones internacionales. 

El posicionamiento de África

Con todo, estas votaciones en la Asamblea General han puesto en evidencia la división dentro de África y, con ello, sus significativas diferencias ante la comunidad internacional. En el resultado general de estas votaciones —reflejado en el siguiente cuadro—, se puede observar la destacada abstención o la decisión de no votar (ausencia) de los países africanos ante la condena internacional de las acciones de Rusia; e incluso la oposición frontal de Eritrea, aliado histórico de Rusia, que tan solo abandonó su voto en contra —el único en África— para abstenerse respecto a la flagrante violación rusa de la integridad territorial de Ucrania. En suma, y considerando los cinco plebiscitos en la Asamblea, África ha concitado casi siempre más de la mitad de las abstenciones mundiales —entre 19 y 35—, y también de las ausencias.

A partir de estos resultados globales, un estudio más detallado (siguiente cuadro) vislumbra la estrategia de cada país africano, pues la mayoría ha mantenido —con carácter general— su particular criterio ante la invasión rusa de Ucrania. Así, Mozambique, Namibia, Sudáfrica, Sudán y Uganda han mantenido sistemáticamente su abstención; mientras que Burkina Faso y Camerún han rehusado a ejercer su derecho a voto en casi todas las votaciones. Además, otros once países —Argelia, Burundi, Congo, Esuatini, Etiopía, Guinea, Guinea Ecuatorial, Malí, República Centroafricana, Tanzania y Zimbabue— nunca han votado a favor de las distintas resoluciones. 

La presencia e influencia de Rusia en África

¿Cuáles son los fundamentos y las relaciones que pueden estar detrás de la postura de África? En la que —por razones obvias— cobra especial relevancia la relación que las naciones africanas mantienen con Moscú. Con este enfoque, cabe destacar que todos los países que se abstuvieron de condenar la invasión de Ucrania comparten una estrecha relación bilateral con Rusia. Sin embargo, la presencia rusa en África subsahariana trasciende los resultados registrados en la Asamblea General. En esta región, con un creciente protagonismo en el escenario estratégico mundial, Rusia —junto con otros muchos países— lleva décadas tejiendo amplias relaciones en el ámbito de la seguridad y también en el plano económico, diplomático y cultural. Durante la época de la Guerra Fría, la entonces Unión Soviética fue desarrollando relaciones diplomáticas con algunos países africanos que, desde entonces, se han consolidado. Así, en la actualidad, África es un eje estratégico de la policía exterior rusa, marcado —en líneas generales— por el mantenimiento y refuerzo de los acuerdos de cooperación técnico-militar (venta de equipamiento militar y presencia de compañías privadas de seguridad en suelo africano), así como en el ámbito económico y energético (especialmente nuclear) con distintos socios africanos.

Sahel occidental y Golfo de Guinea

En el Sahel occidental y el Golfo de Guinea, Rusia mantiene antiguas y fuertes alianzas con Malí o República Centroafricana, al tiempo que sigue extendiendo su influencia estratégica en esta amplia región. Desde esta evidencia, no es de extrañar que Guinea, Camerún o Burkina Faso —países por los que Rusia ha mostrado un creciente interés— hayan evitado cualquier condena explícita sobre la agresión a Ucrania. En la actualidad, y frente a la oposición mayoritaria de la comunidad internacional, Moscú ha reforzado sus vínculos con países inmersos en transiciones políticas y gobernados por juntas militares —Malí, Guinea y Burkina Faso—, que además sufren una creciente violencia terrorista. En este contexto, los gobiernos de estos países esperan de Rusia un apoyo integral y sin condicionantes para afianzarse en el poder o erradicar la conflictividad.

En el caso de Burkina Faso —siempre ausente de las votaciones en la Asamblea General—, todo indica que, tras el segundo golpe en octubre de 2022, el gobierno militar —según declaró el primer ministro burkinés— va a fortalecer su cooperación con Rusia. No obstante, por el momento, parece que el presidente Ibrahim Traoré no tiene intención de acoger mercenarios de Wagner, que ya están presentes en Malí o República Centroafricana, aunque el Kremlin siempre ha negado estar detrás de la presencia de esta compañía privada de seguridad en el continente africano.

Asimismo, Guinea —gobernado por una junta militar desde el golpe de Estado de 2021— defiende su histórica y estrecha vinculación con Rusia, especialmente en la industria extractiva (bauxita).

El Cuerno de África

Los países del Cuerno de África nunca han votado a favor de las resoluciones de la Asamblea General y, entre ellos, destaca el posicionamiento de Etiopía y Eritrea. Desde los tiempos de la extinta Unión Soviética, Etiopía mantiene relaciones diplomáticas con Rusia y, en la actualidad, es un firme aliado de esta en las Naciones Unidas y uno de los cuatro países africanos que Lavrov visitó en verano de 2022. En este contexto, Etiopía sigue reforzando su cooperación militar con Rusia, con quien firmó un nuevo acuerdo de cooperación militar en 2021 durante el conflicto contra los grupos rebeldes de Tigray. Mientras, Eritrea —único país africano que ha votado en contra de cuatro de las cinco resoluciones— mantiene su lealtad a Moscú por su apoyo explícito al régimen dictatorial asentado en el país desde 1991.

África frente al mundo

En suma, podemos observar que la invasión rusa de Ucrania proyecta la división de África, pero también muestra evidentes contradicciones. Así, el presidente de Senegal, país que actualmente lidera la Unión Africana, y su homólogo de Guinea Bissau, que preside también la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), se han reunido con Putin y con Zelensky. Ambos países han seguido una estrategia errática durante las votaciones y, aunque el presidente senegalés subraya que “África no está contra Ucrania”, al tiempo defiende la negativa de muchos Estados africanos a tomar partido como reacción a la indiferencia internacional ante los conflictos africanos. 

Por último, en el contexto internacional preocupa que Rusia pueda estar incitando y explotando el posicionamiento de África en las Naciones Unidas a través de constatadas campañas de desinformación con un claro objetivo político: que prevalezca la neutralidad y el principio de no intervención que defienden muchos países africanos. Como señala EE UU, “el ecosistema de desinformación y propaganda del Kremlin trabaja para amplificar las narrativas a favor de Rusia para ganarse el favor de las audiencias africanas”, especialmente en países con tensiones políticas y de seguridad. 

La invasión rusa de Ucrania, es una agresión internacional que acontece lejos del continente africano, pero en el que repercuten directamente sus consecuencias, en especial en el ámbito de la seguridad alimentaria. En este contexto, la realidad del continente africano ha salido a la luz —de forma pública y notoria, a través de la Asamblea General de ONU— y, desde los distintos posicionamientos nacionales. África reivindica hoy su papel soberano en el mundo. Ante esta evidencia, más allá del análisis de las decisiones soberanas de África respecto a dicha agresión, solo cabe preguntarse cuál será la reacción internacional para responder a los actuales requerimientos africanos y, sobre todo, para situarse en la realidad de un continente que exige el lugar que merece en el escenario estratégico mundial.