Mujeres indias hacen cola con bidones de plástico para recoger agua., Bangalore. Manjunath Kiran/AFP/GettyImages

Las mujeres se han encargado tradicionalmente de la recogida de agua, pero han estado apartadas de la toma de decisiones sobre su gestión. Algunos proyectos están cambiando esta situación.

Cuando en diciembre de 2004 una gran ola arrasó buena parte de las costas del Océano Índico, las regiones indonesias de Banda Aceh y Nias, las más afectadas, fueron reducidas a escombros. El tsunami, que mató al menos a 130.000 personas sólo en Indonesia, destruyó además buena parte de las infraestructuras de la región, entre ellas, las de abastecimiento de agua. La reconstrucción de los sistemas de gestión de agua fue vista por el Banco Asiático de Desarrollo (ADB) como una oportunidad para reforzar la posición de las mujeres en las comunidades de la región. Diez años después, asegura el ADB, la mitad de los coordinadores de los servicios de agua eran mujeres que habían abandonado por primera vez la esfera privada de sus hogares para adoptar un papel de liderazgo en sus comunidades.

En Asia, como en la mayor parte del mundo, el agua está íntimamente ligada a las mujeres, sobre todo en aquellas zonas menos industrializadas donde las redes de abastecimiento aún no han llegado. “Ellas son responsables de recoger el agua y de utilizarla para cocinar, limpiar o asearse”, explica Farwa Tassaduq, directora de la Red por la Sostenibilidad de Pakistán. En Asia, donde el abastecimiento ha mejorado notablemente durante los últimos años y llegaba en 2007 al 52% de los hogares rurales, según los últimos datos disponibles de Naciones Unidas, las mujeres aún se encargaban de la recogida de agua en el 30% de los hogares, frente al 13% de los hombres. Tan sólo en India, cada año se pierde el equivalente a 160 millones de dólares por el trabajo no pagado de las mujeres en la recolección de agua para los hogares.

Una mujer recoge agua junto a su hijo, Bangladesh. Shawkat Khan/AFP/Getty Images

Esta íntima relación entre agua y mujeres ha sido vista por muchos como una oportunidad para reducir la brecha entre géneros existente en muchas de estas sociedades. “El liderazgo de las mujeres en el sector del agua es importante, ya que el agua es un asunto de mujeres y es fundamental para el desarrollo de sus roles productivos y reproductivos”, asegura Imrana Jalal, especialista en desarrollo del Banco Asiático de Desarrollo en un informe publicado a finales de 2014. “No hay cuestionamientos sobre por qué las mujeres deben tener voz en asuntos relacionados con el agua. Son ellas las que tienen mayores conocimientos al respecto”, asegura Sowmya Somnath, especialista que ha trabajado durante años en la relación entre género y agua en India.

India ha sido precisamente uno de los lugares donde se han realizado mayores avances al respecto, en un país donde los reciente escándalos sobre violaciones a mujeres, muchas de ellas en masa, han puesto de manifiesto la situación desigual de la mujer. Así, según una investigación publicada en Desarrollo Global, la participación de las mujeres en proyectos de irrigación ha incrementado en los últimos años como resultado de varias políticas nacionales, como la contemplada en el Acta de Garantía de Empleo Rural Nacional Mahatma Gandhi, que establece una cuota mínima de trabajadoras femeninas del 33% en proyectos de desarrollo rural como los de irrigación. “Estas políticas inclusivas están legitimizando a las mujeres tanto como [responsables en el proceso de] toma de decisiones como fuerza de trabajo en la irrigación”, asegura el estudio. “La situación para las mujeres varía mucho según la zona y la estación del año, pero lo que tienen en común es que les afecta en prácticamente todos los aspectos de su vida por la cantidad de tiempo que tienen que dedicarle”, explica Sowmya Somnath. Según la especialista, la inclusión de mujeres en posiciones de liderazgo supone una diferencia importante en el tipo de decisiones que se toman en elementos clave como las fuentes de agua utilizadas o su calidad. “Ellas tienen en cuenta aspectos más sostenibles, porque conocen mejor la realidad”, continúa.

Las mujeres también muestran un mayor grado de implicación, ya que son las principales beneficiadas por las mejoras. Así, en la vecina Sri Lanka, las mujeres tomaron la iniciativa en las tareas de construcción de la red de abastecimiento de la comunidad de Bisowela, encargándose ellas mismas de la instalación de tuberías. Así, su papel durante el proyecto benefició a las mujeres a largo plazo y reforzó su posición social en la comunidad y, a pesar de la resistencia inicial, los hombres terminaron aceptando a una mujer, Lalitha Nanamearchchi, como líder de la organización que gestiona el agua en la comunidad. Proyectos similares han sido también puestos en práctica por el Banco Asiático de Desarrollo en Bangladesh, Camboya, Georgia, Laos, Nepal y Pakistán.

En Pakistán, explica Farwa Tassaduq, pequeñas mejoras como la introducción de las llamadas ruedas de agua, una especie de grandes tanques de agua con forma de rueda que facilitan el transporte, han supuesto importantes reducciones en el tiempo que tienen que dedicar a esta tarea. En Bangladesh, las mejoras en el acceso al agua, con la construcción de pozos y la instalación de bombas, han incrementado la productividad de las mujeres en esta tarea y en muchos casos han empezado a comerciar con el agua, suponiendo un ingreso extra para las familias.

 

Muchas piedras en el camino

El camino hacia una mayor inclusión de la mujer en la toma de decisiones es, sin embargo, empinado. En la mayor parte de las sociedades asiáticas, la brecha de género está fuertemente arraigada, aunque los avances en algunas regiones son prometedores. Así, los países del Sur de Asia, muchos de los cuales están aplicando estas políticas, fundamentalmente India, Sri Lanka y Bangladesh, en buena parte financiados por el Banco Asiático de Desarrollo, son los que más rápidamente están cerrando su brecha y se espera que desaparezca en 46 años, según el Foro Económico Mundial. Esto supone 15 años menos que Europa Occidental, la segunda en el ranking. Por su parte, en Asia Oriental, donde el desarrollo de las redes de distribución es mayor, la brecha tardará en cerrarse 146 años. En Asia Central, se prevén necesarios tres años más.

Sin embargo, a pesar de los buenos números del Sur de Asia, el tiempo sigue siendo una de las principales dificultades, aseguran las expertas. “Cuando una organización llega a un lugar nuevo puede tardar varios años en ganarse la confianza de las comunidades locales e involucrarlos en el proyecto”, asegura Farwa Tassaduq. “Los donantes a menudo no entienden por qué dedicamos tiempo a esto, por qué no construimos simplemente sistemas de agua que pueden estar listos en unas semanas y por qué nos pasamos meses intentando incluir a las mujeres”, dice Sowmya Somnath desde India. “Lo hacemos porque es una buena herramienta y porque los hombres entienden en este asunto la importancia de las mujeres”, continúa.

El cambio climático y otros impactos medioambientales también pueden hacer más difícil el camino. “En India dependemos mucho del agua subterránea y está acabándose rápidamente”, explica Sowmya Somnath. “Esto va a afectar a la vida de las mujeres porque les es más difícil conseguir agua”. Asia es la región del mundo más vulnerable a los impactos del cambio climático, según un informe de la ONU, especialmente para las poblaciones que viven en zonas costeras. Pero, las mujeres también pueden tener un rol importante en mitigar los impactos, o en incrementarlos, si no adoptan prácticas sostenibles. “Las mujeres no son sólo víctimas. Muchas veces también son culpables porque no usan bien el agua. Se necesita más concienciación al respecto”, asegura Farwa Tassaduq.

Pero en muchas sociedades, el paso más difícil será convencer a las propias mujeres de que ellas también pueden ser líderes en sus comunidades. “Si hablas con cualquier ama de casa, te dirá que no quiere que los hombres se inmiscuyan en los asuntos caseros, incluida la gestión del agua”, dice Farwa Tassaduq. “Pero cuando se trata de asuntos públicos hay más dudas, aunque poco a poco más mujeres quieren tener un mayor rol en las decisiones comunes”.