Por qué la disputa entre China y Japón es más grave de lo que se piensa.
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AFP/Getty Images |
La ola de manifestaciones antijaponesas que recorrió docenas de ciudades chinas el pasado fin de semana, provocada por la adquisición por parte de Tokio de tres islas en disputa, ha ocultado otro hecho tal vez más preocupante y que amenaza con arrastrar a los dos países a un conflicto más amplio: que China ha aprobado un marco legal que le otorga la potestad de expulsar navíos extranjeros que se encuentren en las conflictivas aguas del Mar de China Oriental.
Las tensiones más recientes entre la segunda economía del mundo y la tercera alcanzó una nueva cúspide la semana pasada cuando Japón anunció que estaba a punto de completar la compra de tres islas deshabitadas de un grupo de cinco situado en el Mar de China Oriental, que Japón denomina Islas Senkaku y China Islas Diaoyu. Aunque la medida pretendía evitar que las adquiriese el inflexible y nacionalista gobernador de Tokio, parece que Pekín no lo entendió así; además, el paso japonés no ha podido ser más inoportuno.
China reaccionó enseguida ante lo que consideró una nueva reivindicación de soberanía japonesa tomando una serie de medidas que los medios de comunicación estatales denominaron “golpes combinados”. Entre otras cosas, varios miembros del Politburó lanzaron enérgicas acusaciones contra Japón, el primer ministro Wen Jiabao prometió que “nunca cedería un centímetro”, se amenazó con represalias económicas e incluso se anunciaron ejercicios de combate conjuntos de la marina, la fuerza aérea y el cuerpo de misiles estratégicos de China, incluidos ejercicios de desembarco en el Mar Amarillo y el Desierto de Gobi.
Sin embargo, es posible que tenga más repercusiones a largo plazo una medida más discreta. El 10 de septiembre, el Ministerio de Asuntos Exteriores de China anunció las líneas de referencia para delimitar de manera formal sus aguas territoriales en la zona. En opinión de Pekín, dichos límites sitúan las islas en disputa en aguas chinas, al contrario de lo que dice Japón, que las administra desde hace cuatro décadas, desde que volvieron a estar bajo el control de su Gobierno en 1972.
Este paso se aparta de la política anterior de China, consistente en negociar con Japón para explotar de forma conjunta los recursos, y también se aleja de su estrategia en el Mar del Sur de China, donde mantiene una calculada ambigüedad y no aclara del todo qué extensión reclama como propia.
Esta reivindicación formal sin precedentes de los territorios en disputa obliga a China, según sus propias leyes -y ante el tribunal de la opinión pública interna- a imponer su jurisdicción en las aguas que rodean Diayou. Casi inmediatamente después de proclamar los nuevos límites, China envió seis buques del Servicio Chino de Vigilancia Marítima y Oceánica a las aguas en conflicto en lo que el Ministerio de Exteriores calificó de “una misión de defensa de nuestros derechos”. Para no ser menos, el segundo mayor organismo chino que tiene autoridad ...
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