Cada año, varios miles de personas piden asilo en España, pero
el puente levadizo se tiende en muy pocas ocasiones. Y si buscamos por todo el
planeta, sólo nueve millones han conseguido cruzar el foso y disfrutan
de la ansiada protección. Otros ni siquiera han podido salir de sus países.
James Hathaway, director del Programa de Derecho de Asilo y de Refugiados de
la Facultad de Michigan, EE UU, lo sabe casi todo sobre los mecanismos que abren
y cierran las puertas de estas
tierras prometidas.

FP EDICIÓN ESPAÑOLA. El número de refugiados ha descendido
desde los casi dieciocho millones en 1992 hasta 9,2 millones debido, entre
otras razones, a que las guerras tradicionales entre Estados son cada vez menos
frecuentes, al contrario de los conflictos civiles. El país que acoge
a un mayor número de ellos es Irán. Frente a esa aparente generosidad, ¿qué países
son más egoístas?

James Hathaway. Depende. Es cierto que los países pobres albergan alrededor
del 85% de ellos (…), pero con frecuencia no son espléndidos
en la calidad de la protección… Muchos Estados africanos los
encierran en campos durante 5, 10 o 15 años, no les dejan trabajar,
no educan a sus hijos…

FP. ¿Y en el mundo desarrollado?

J. H. Los gobiernos están haciendo pedazos la aplicación liberal
de la definición de refugiado que se había logrado gracias a
los jueces, y vemos restricciones del derecho a desplazarse libremente (en
Alemania) y a trabajar (en otros países de la Unión Europea).
Estados Unidos es el país más restrictivo, salvo en casos que
le importan al Gobierno. Y España aborda de forma muy conservadora todas
las solicitudes, pero la calidad de la protección es muy alta.

FP. Cada año España recibe menos peticiones de asilo: unas 5.000
en 2004. ¿Qué está pasando?

J. H. Las demandas han caído en casi toda la Unión Europea.
Además, como el sistema de concesión de asilo en España
es más opaco que en otros países del entorno como Reino Unido,
Francia o Bélgica, quienes pueden elegir han ido a otro Estado a buscar
protección.

FP. ¿Qué más puede hacer España?

J. H. Debe parar la obstaculización de la entrada de refugiados por
la fuerza que ha empleado en Ceuta y Melilla (…). Yo animaría
a Madrid a concentrar sus esfuerzos en las regiones de origen de la mayoría
de ellos; sería una empresa muy noble.

FP. ¿Qué debería hacerse para proteger a los desplazados
internos, cada vez más numerosos?

J. H. Me opongo al concepto en sí mismo. Es una etiqueta inventada
durante el conflicto bosnio para justificar que se mantuviera a la gente dentro.
Si se les hubiera dejado salir habrían sido refugiados.

FP. ¿Qué les espera a los refugiados palestinos?

J. H. No van a volver a Israel. La única solución es que se
queden en áreas controladas por la Autoridad Palestina y/o que se reasienten
en otros países. Que Israel cumpla con el derecho de retorno es un imposible
político.

Cada año, varios miles de personas piden asilo en España, pero
el puente levadizo se tiende en muy pocas ocasiones. Y si buscamos por todo el
planeta, sólo nueve millones han conseguido cruzar el foso y disfrutan
de la ansiada protección. Otros ni siquiera han podido salir de sus países.
James Hathaway, director del Programa de Derecho de Asilo y de Refugiados de
la Facultad de Michigan, EE UU, lo sabe casi todo sobre los mecanismos que abren
y cierran las puertas de estas tierras prometidas.

FP EDICIÓN ESPAÑOLA. El número de refugiados ha descendido
desde los casi dieciocho millones en 1992 hasta 9,2 millones debido, entre
otras razones, a que las guerras tradicionales entre Estados son cada vez menos
frecuentes, al contrario de los conflictos civiles. El país que acoge
a un mayor número de ellos es Irán. Frente a esa aparente generosidad, ¿qué países
son más egoístas?

James Hathaway. Depende. Es cierto que los países pobres albergan alrededor
del 85% de ellos (…), pero con frecuencia no son espléndidos
en la calidad de la protección… Muchos Estados africanos los
encierran en campos durante 5, 10 o 15 años, no les dejan trabajar,
no educan a sus hijos…

FP. ¿Y en el mundo desarrollado?

J. H. Los gobiernos están haciendo pedazos la aplicación liberal
de la definición de refugiado que se había logrado gracias a
los jueces, y vemos restricciones del derecho a desplazarse libremente (en
Alemania) y a trabajar (en otros países de la Unión Europea).
Estados Unidos es el país más restrictivo, salvo en casos que
le importan al Gobierno. Y España aborda de forma muy conservadora todas
las solicitudes, pero la calidad de la protección es muy alta.

FP. Cada año España recibe menos peticiones de asilo: unas 5.000
en 2004. ¿Qué está pasando?

J. H. Las demandas han caído en casi toda la Unión Europea.
Además, como el sistema de concesión de asilo en España
es más opaco que en otros países del entorno como Reino Unido,
Francia o Bélgica, quienes pueden elegir han ido a otro Estado a buscar
protección.

FP. ¿Qué más puede hacer España?

J. H. Debe parar la obstaculización de la entrada de refugiados por
la fuerza que ha empleado en Ceuta y Melilla (…). Yo animaría
a Madrid a concentrar sus esfuerzos en las regiones de origen de la mayoría
de ellos; sería una empresa muy noble.

FP. ¿Qué debería hacerse para proteger a los desplazados
internos, cada vez más numerosos?

J. H. Me opongo al concepto en sí mismo. Es una etiqueta inventada
durante el conflicto bosnio para justificar que se mantuviera a la gente dentro.
Si se les hubiera dejado salir habrían sido refugiados.

FP. ¿Qué les espera a los refugiados palestinos?

J. H. No van a volver a Israel. La única solución es que se
queden en áreas controladas por la Autoridad Palestina y/o que se reasienten
en otros países. Que Israel cumpla con el derecho de retorno es un imposible
político.

—Natalia Herráiz