Jóvenes toman el sol sobre los búnkeres en la playa de Qerret , Albania. Gent Shkulla/AFP/Getty Images
Jóvenes toman el sol sobre los búnkeres en la playa de Qerret , Albania. Gent Shkulla/AFP/Getty Images

Una obra para saber más sobre la Albania contemporánea y el mundo balcánico con reflexiones sobre Europa y la condición humana.


Bunkeres_portadaBúnkeres

Manuel Montobbio

Icaria  editorial, 2015


El libro Búnkeres nació −como nos confiesa su autor, Manuel Montobbio, primer embajador de España en Tirana entre 2006 y 2011− como tercer movimiento del poemario Guía poética de Albania, pero “el diálogo sobre el poema, el diálogo con el poema… sobre los búnkeres, sobre el poder, la libertad y la vida” eclosionaría tres años más tarde, un cervantino 23 de abril de 2013, bajo la advocación de Sant Jordi y a modo de post en el blog de M. Montobbio Ideas subyacentes.

El autor elige el género híbrido −que la editorial Icaria encuadra con rigor en Análisis contemporáneo, Historia, Poesía y Política− para hablar consigo mismo y con el lector del desconocido, también por ignorado, país de las águilas: Shqipëria, para hacerse preguntas y reflexionar acerca del cómo y el porqué de “la epopeya y el drama de la Albania contemporánea”.

Será el poema Búnkeres (al que podemos acudir libre de digresiones al final de la obra), criatura, a su vez, de una guía, el que marque el compás y conduzca al lector en castellano al territorio de la información histórica y del análisis político desde la perspectiva de un embajador de un país miembro de la Unión Europea, que define su quehacer diplomático como “traductor de mundos”, y a quien los avatares del Estado balcánico que también fue su casa, pues le duelen, inducen a la reflexión sobre uno mismo y sobre la condición humana; sobre la dificultad de desentrañar en qué medida la tiranía y su corolario, la sumisión, se rigen por la dialéctica del amo y el esclavo.

Cada relato (o capítulo) comienza o termina o lleva intercalado un canto, salvo La razón militar; Religión, política, identidad colectiva y construcción nacional; Destrucción creadora y transición en Albania; ¿Transición o fundación? y El efecto placebo del factor internacional. El canto acredita la especificidad de la mirada y los sentimientos del autor, quien, de inmediato, consciente del proverbial desconocimiento que existe en nuestro país sobre Albania y los Balcanes, ofrece al lector el esclarecimiento de las claves, incluso cuando se ausenta el canto.

¿Qué pesadilla obliga a encerrar el alma en un búnker? En todas las normas reglamentarias de las religiones, de las sectas, de los partidos políticos, de las tiranías… el enemigo interno juega un papel esencial, ¿más que el externo?, en determinado periodo sí, si nos atenemos a la consigna estalinista “el partido se fortalece depurándose”,  que en la práctica se hizo extensible al conjunto de la sociedad bajo el totalitarismo, o a la abolición de la existencia de Dios en Albania (al modo en que el dictador español Francisco Franco aboliera la lucha de clases y estuvo en un tris de abolir la ley de la gravedad). Mas es justo reconocer que, en las pesadillas del líder comunista albanés Enver Hoxha, el “enemigo externo” adquirió una enjundia colosal: el imperialismo estadounidense y su bloque capitalista occidental, el socialimperialimo soviético y su bloque al completo desde los 60, más adelante la China maoísta y, casi desde el principio, la vecina Yugoslavia. ¿No sería esta razón militar suficiente para la construcción de un millón de búnkeres inservibles, cuyo mortero se detraía del enfoscado de los bloques de viviendas, o para insertar afiladas puntas de flecha en los rodrigones de hormigón de las viñas donde habían de ensartarse los paracaidistas? Razón descabellada y sinrazón económica, puede, pero antesala de la bunkerización interior, sobre la que insiste, alerta y nos previene Montobbio, y que va mucho más allá  de la deriva albanesa (como comprueban a diario los miles de refugiados atrapados en lodazales y confinados en campos ante las herméticas alambradas de espino fronterizas).

Seguimos, pues, al autor de búnker en búnker hasta la derrota final: la destrucción supuestamente creadora, que acabaría en sucedáneo de protectorado, si bien transitorio,  y el éxodo.  Y por fin, la refundación, digamos, del nuevo Estado albanés (tras el fallido experimento de modelar el hombre nuevo) y la vuelta al diktat internacional.

El canto de Montobbio alude a la “epopeya” de connotaciones balcánicas y mediterráneas, y refiere, como toda epopeya, hechos históricos o heroicos, pero también, y en ocasiones sobre todo, legendarios.

Enver Hoxha sale a escena como el descomunal y vigoroso cíclope, criatura de la gran caverna del monte Dajti, de los refugios antiaéreos y antiatómicos y de los túneles subterráneos, monstruo de un solo ojo, como el búnker, el ojo del Big Brother orwelliano, y trasunto de su hermano Cronos, devorador de sus propios hijos. Le rinden pleitesía sus vástagos: los escolares, los jóvenes, los obreros, los vecinos de poblaciones y aldeas, los intelectuales y artistas, las mujeres y hombres albaneses que no sufren aún confinamiento o prisión, enarbolando, en las floridas y multitudinarias demostraciones, la consigna “Construir el búnker, construir Albania”, aparentemente mansos y resignados a aceptar entonces y admitir después su bunkerización interior.

Pero no acabarán siendo tan dóciles como aparentaban los hijos e hijas del país de los búnkeres (astutos e infatigables fabuladores) pues, en la fracasada primavera albanesa, cambian de salmodia. Quieren, entonces “matar al búnker, construir la vida”, si bien no llegara a volar muy alto el simulacro de ave fénix supuestamente renacida de la “destrucción creadora”, que caerá abatida en la vorágine del capitalismo de casino.

El antropófago e inmisericorde titán que no solo quiso asaltar el cielo sino desalojar de él a los dioses, el rebaño del cíclope balando consignas, los argonautas abarrotando las cóncavas naves rumbo a la quimérica (e insolidaria) Europa-en-común en busca del vellocino de oro, el ave fénix desplumada y, por fin, la errática travesía −hoja de ruta al dictado de Escila y Caribdis− hacia la miserable y despiadada Ítaca de la Unión Europea (vuelve a sonar aquí el desolador plañido de los refugiados), pueblan el recorrido de Montobbio, su travesía por la “Albania poética” festoneada de búnkeres.

Su mensaje final, que vale tanto  para los albaneses, como para sí mismo y también para todos nosotros, dice así: “Olvidados búnkeres nos pueblan todavía el alma y nos aprisionan el ser: si somos un alma caída en el cuerpo, no podemos ser del todo nosotros si nos habita un búnker por dentro. Si seguimos las consignas, los valores y los personajes que nos vienen de fuera e interpretamos los papeles de otros escritos por otros” […] Como si no pudiéramos ser o alguien nos negara el derecho a ser el autor de la obra de nuestra vida, a escribir con ella en el mundo y en la vida, como si fueran posibles sociedades o mundos o vidas imitadas de otros y no salidas de dentro, como si con prestigio internacional y docta aureola pudiera otro mejor que nosotros escribir el argumento de nuestra vida y de nuestro mundo…”

Recomiendo, pues, la lectura de Búnkeres, a cuantos quieran ampliar su conocimiento sobre el mundo balcánico y mediterráneo y disfrutar, de nuevo, del poema montobbiano.