La canciller alemana, Angela Merkel, recibe al presidente israelí, Reuven Rivlin, durante la visita de éste a Alemania. ( Sean Gallup/Getty Images)
La canciller alemana, Angela Merkel, recibe al presidente israelí, Reuven Rivlin, durante la visita de éste a Alemania. ( Sean Gallup/Getty Images)

El aumento del porcentaje de ciudadanos alemanes que tienen una mala opinión del Estado hebreo, podría hacer que peligraran las relaciones entre ambos Ejecutivos.

Cuando Rolf Friedemann Pauls, el primer embajador de la República Federal Alemana en Israel, llegó a Tel Aviv en 1965, necesitó la protección de los servicios secretos israelíes durante las primeras semanas en su nuevo destino diplomático. La llegada de Pauls al aeropuerto de la capital de Israel estuvo acompañada de protestas y gritos de “Nazis raus” (“Nazis fuera”). Los recuerdos sobre el bárbaro holocausto planeado y ejecutado por el nacionalsocialismo estaban todavía demasiado frescos en el joven Estado judío. El hecho de que Pauls fuera oficial en el Ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial tampoco ayudó demasiado.

El actual presidente de Israel, Reuven Rivlin, estudiante de 25 años de edad en aquellos días, también participó en las protestas. Coincidiendo con el 50 aniversario del inicio de las relaciones diplomáticas entre Alemania e Israel, la opinión de Rivlin es completamente diferente: “Alemania es hoy un faro de la democracia en el mundo”, declaró el presidente israelí en una entrevista concedida al tabloide alemán Bild Zeitung durante su visita oficial de tres días a Berlín para conmemorar las cinco décadas de relaciones diplomáticas entre ambos países.

Rivlin no tiene problema en reconocer que Alemania es actualmente el principal aliado de Israel en Europa. “Lo más asombroso” de la amplia y variada colaboración actual entre ambos Estados “es el brutal contraste con la oscura historia del pueblo judío” en Alemania. Así lo declaró al inicio de su visita al país heredero de los crímenes cometidos por el nazismo. El ministro de Exteriores alemán, el socialdemócrata Frank Walter Steinmeier, tampoco ha dudado en asegurar que la reconciliación de alemanes e israelíes “roza el milagro”.

Amistad tormentosa

Y pese a las alabanzas que se han cruzado estos días los máximos representantes de ambos países, las relaciones entre Alemania e Israel siguen siendo difíciles. Una tormentosa amistad que tiene el conflicto de Oriente Medio como principal telón de fondo y que se acaba proyectando irremediablemente en las cada vez más complicadas relaciones entre la Unión Europea e Israel.

“Entre amigos se pueden y se deben abordar las diferencias abiertamente. Por ejemplo, nosotros hemos dejado clara nuestra posición respecto a la construcción de asentamientos en los territorios ocupados; desde nuestra perspectiva, la construcción de asentamientos es ilegal y también un obstáculo para una solución pacífica con los palestinos”. Son palabras de Steinmeier con motivo de la visita del presidente israelí a Alemania. Debido a la evidente responsabilidad histórica que recae sobre cualquier Gobierno federal alemán respecto a la cuestión judía, el Ejecutivo de Merkel tiene que hacer malabares verbales cada vez que critica la ocupación que Israel mantiene en Cisjordania.

Las declaraciones del máximo responsable de la diplomacia germana no tardaron en encontrar una respuesta de Rivlin: “Como amigos, aceptamos que no siempre tengamos la misma opinión. Sin embargo, Alemania también tiene que entender que la necesidad de Israel de defenderse puede llevar a decisiones que no siempre sean aceptables para Europa”, dijo el presidente de Israel en una entrevista con la televisión pública alemana. Todo un aviso para navegantes sobre las divergencias que se ciernen sobre las relaciones entre la Unión Europea y el recién estrenado Gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

Cambio en la opinión pública

En un país como Alemania, en el que las críticas a Israel han sido en muchas ocasiones tachadas automáticamente de antisemitas, algo parece estar cambiando en la opinión pública. El estudio “Alemania e Israel hoy: ¿pasado que une y presente que separa?”, publicado el pasado enero por la Fundación Bertelsmann, apunta que sólo el 36% de los ciudadanos alemanes tienen una buena opinión sobre Israel, mientras que el 48% muestra una visión negativa sobre el Estado judío.

Ese porcentaje aumenta hasta el 54% en los encuestados que se encuentra en el grupo de edad de entre 18 y 29 años, cifra que apunta un salto generacional. Además, casi dos tercios de la población alemana valora de manera negativa al actual Gobierno israelí. Comparativamente, la visión que los israelíes tienen sobre Alemania es mucho mejor.

“No creo que esa evolución tenga que ver con el persistente antisemitismo en Alemania, que se mantiene entorno al 15 y el 20% de la población, en línea con la media de Europa occidental”, asegura el sociólogo, antropólogo e historiador Stephan Vopel, responsable del estudio de la Fundación Bertelsmann. “La principal razón es el desarrollo de narrativas y culturas políticas diferentes determinadas por contextos geopolíticos distintos. El gran interrogante es cómo evolucionará la política alemana respecto a Israel teniendo en cuenta que la línea oficial de Berlín y la opinión mayoritaria de los alemanes difieren cada vez más”.

Vopel se refiere así a las declaraciones de Angela Merkel en las que la canciller asume la seguridad de Israel como una razón de Estado para Alemania. Una posición que, según Vopel, no comparte mayoritariamente la ciudadanía alemana. Por lo menos, no a cualquier precio. El amplio rechazo de los alemanes a la exportación de armas a regiones en crisis, por ejemplo, pone en entredicho la venta de submarinos a Tel Aviv aprobada recientemente por el Ejecutivo de Merkel. Unos submarinos que además pueden ser equipados con armamento nuclear.

Posición común europea

Tanto los Gobiernos de los 27 Estados miembros de la Unión Europea como el Parlamento Europeo consideran que la de los dos Estados es la única vía posible para una solución pacífica entre palestinos e israelíes. A diferencia de otros temas como la crisis de la deuda, donde Alemania es el país que marca la agenda con mayor fuerza en la UE, en el conflicto de Oriente Medio la locomotora política y económica del Viejo Continente no parece tener más opción que adaptarse al consenso comunitario. Ante este panorama, las condiciones están puestas para que las relaciones entre Alemania e Israel empeoren en los próximos tiempos.

No hay duda de que la, hasta ahora, inamovible oposición de Tel Aviv a la solución de dos Estados y la persistente construcción de asentamientos judíos en Cisjordania lastran cada vez las relaciones bilaterales entre Israel y Alemania, que mantiene la misma línea que la Unión respecto al conflicto en Oriente Medio. “Hasta ahora, Alemania ha jugado un papel mediador entre Israel y la Unión Europea. La pregunta es cómo evolucionará ese rol en los próximos años”, asegura el profesor Vopel. “También está por ver cómo se comportarán la UE y Alemania ante la coalición derechista de Netanyahu y, sobre todo, si el proceso de paz continúa sin avances”.

“Algunas declaraciones hechas durante los últimos meses han dificultado la reanimación del proceso de paz”, declaró el ministro de Exteriores alemán antes de la llegada del presidente israelí a Berlín. Steinmeier se refería así de forma directa a la campaña electoral del primer ministro israelí, en la que Netanyahu se opuso abiertamente a frenar los asentamientos y también a la creación de un Estado palestino en busca del voto más derechista.

 

El presidente israelí tampoco tardó en contestar a las palabras de Steinmeier: “Alemania no tiene que apoyar a Israel a cualquier precio”, dijo Rivlin. Tal y como apunta Stephan Vopel, la hasta ahora infinita paciencia de Merkel con Tel Aviv podría conocer límites el día en el que un apoyo incondicional al Gobierno israelí comience a tener un precio electoral dentro de Alemania.