
¿Es posible crear algoritmos humanos? ¿Cómo deberían ser?
En un enjambre digital
La tecnología no es ni buena ni mala, pero tampoco es neutral. Transmite valores. Cuando recibes un whatsapp recibes dos mensajes: uno, lo que dice su contenido; el otro, lo transmite la propia naturaleza de la aplicación y dice “esto es inmediato”. Un whatsapp transmite el valor de la inmediatez, y por ello nos sentimos abocados a responder de manera inmediata. De hecho, si tardamos unos minutos en responder, podemos obtener un nuevo mensaje de reproche por parte de quien nos escribió: “hola???” (cuantos más interrogantes, más reprimenda).
Todo medio de comunicación es en sí mismo un mensaje. Marshall McLuhan lo expresó en 1964 diciendo que el mensaje es el medio. Hace unos años lo explicó muy bien Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn, cuando habló de los pecados capitales que transmiten las redes sociales, como, por ejemplo, LinkedIn la codicia o Facebook, la vanidad.
Nos encontramos en un enjambre digital constituido por individuos aislados. Las redes sociales son una concentración casual de personas que no forman una masa. Les falta un alma, un nosotros. Por ejemplo, en Twitter vemos perfiles con nombres simpáticos que simplemente retuitean, responden lacónicamente o indican que algo les gustó. Uniones temporales circunstanciales. No hay una voz, solo ruido.
En este enjambre digital, disponemos de muchos medios de comunicación, pero no por ello tenemos más información para tomar decisiones más acertadas. La suma de información por sí sola no engendra ninguna verdad. Demasiada, deforma. Por eso hoy en día hay gente que piensa que la Tierra es plana. La razón está dormida.
El opio del pueblo
La tecnología digital nos ha llevado a un imperio global en el que no existe un orden dominante. Aquí cada uno se explota a sí mismo, y lo hace feliz porque se cree libre. Cada minuto en Internet se visualizan 167 millones de vídeos en Tiktok, se publican 575 mil tuits, 65 mil fotos en Instagram o 240 mil en Facebook. ¡En un minuto! Para ello, no es necesario obligar, basta con prometer un paraíso lleno de “likes” y soltar de vez en cuando un eslogan sonriente del tipo “sal de tu zona de confort” o “tú puedes”.
Hemos llegado a un enjambre que cualquiera puede moldear. Diego Hidalgo dice que estamos anestesiados. Hace unos años la tecnología era “sólida”. Teníamos ese teléfono de mesa, con auricular y micrófono formando un asa, que requería deslizar un disco para marcar el número. Una tecnología poco problemática porque sabíamos cuándo la usábamos y cuándo no. Actualmente, la tecnología es “líquida” o incluso “gaseosa”. Ahora no sabemos dónde está, cuándo la usamos o si ella nos usa a nosotros. Tenemos relojes que se conectan con el móvil, o asistentes inteligentes que ...
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