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Una mujer sentada mira el ordenador. Stefano Guidi/Getty Images

¿Incrementará la pandemia la brecha de género digital en la región o la disminuirá? ¿Es la aceleración digital producto de la COVID19 una oportunidad para las mujeres?

Antes de la pandemia el mundo entero ya atravesaba un nuevo paradigma disruptivo: la digitalización. Una revolución productiva y social que transforma la forma de trabajar y producir valor, y que permite generar, transmitir y analizar una enorme cantidad de datos al instante.

Desde una visión más optimista del cambio tecnológico se señala que las tecnologías digitales son igualadoras de oportunidades. Pueden facilitar la vida de las personas con discapacidad, potenciar pymes en mercados globales, conectar zonas rurales con el resto del mundo, brindar oportunidades de trabajo remoto o de diagnóstico médico a distancia… y hasta disminuir la disparidad de género. 

Las nuevas tecnologías pueden promover el acceso a los mercados mundiales y por lo tanto pueden ofrecer más oportunidades para la incorporación femenina a la economía global a un coste más bajo. Además, al bajar el coste de entrada al mercado, la digitalización permite que las interrupciones en la carrera laboral de las mujeres asociadas a la maternidad no acaben expulsándolas definitivamente. También se evidencia que la automatización de tareas -fruto del cambio tecnológico- afectará más a hombres que a mujeres debido a que reemplaza principalmente habilidades físicas en las que ellos son mayoría.

Sin embargo, las características propias del progreso tecnológico llevan en algunas circunstancias a una distribución asimétrica de los beneficios. Y, por tanto, a su concentración en pocos actores. En otras palabras, las oportunidades no se distribuyen de forma equitativa entre los países, ni entre las empresas de distintos tamaños, ni entre las personas. Tampoco entre hombres y mujeres.

Antes de la irrupción de la COVID19, la disparidad digital de género ya era una realidad. Ya existía una brecha que creaba una diferencia entre mujeres y varones en relación al uso y acceso a las nuevas tecnologías y a Internet, así como también en relación a las habilidades tecnológicas. De acuerdo al Latinobarómetro 2018, y a partir de una alianza con el Instituto para Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), evidenciamos que las mujeres se muestran menos familiarizadas con el uso (y menos conscientes de las potencialidades) de las plataformas digitales y aplicaciones móviles. El hábito digital más aceptado en la región es utilizar el móvil para pagar las cuentas bancarias (37% entre las mujeres y 40% entre los hombres), pero en todos los hábitos digitales consultados obtuvimos brechas de género: controlar electrodomésticos a través de móvil (6 puntos porcentuales menos); controlar la salud a través del móvil (2 puntos porcentuales menos) y generar ingresos a través de plataformas digitales (2 puntos porcentuales menos). 

Las mujeres se muestran menos de acuerdo que los varones con introducir a los niños y niñas a las nuevas tecnologías desde una edad temprana (53% vs. 67%) y son más reticentes a que sus hijos reciban clases a través de la web (brecha de 7 puntos porcentuales). No es de extrañar que también se perciban menos preparadas que los hombres para los trabajos del futuro (4 puntos porcentuales menos). 

Todo esto tiene una explicación. Según los datos, lamentablemente, las mujeres sienten una menor inclinación por carreras asociadas a las nuevas tecnologías. De acuerdo un estudio realizado desde el INTAL, junto al equipo de “Chicas en Tecnología”, sólo uno de cada tres estudiantes de carreras asociadas a Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática (CTIM) en Argentina son mujeres. Los datos son similares en el resto de la región.

 

¿Acelera la pandemia la tendencia?

Se añaden ahora los efectos de la COVID19 y cómo la pandemia está acelerando cada vez más el proceso de transformación digital. Cada vez más empresas en todo el mundo están incorporando más tecnología en sus tareas habituales, aunque haya sido a la fuerza. Lo mismo ocurre en la sociedad general. Los niños han tenido que adaptarse al mundo escolar digital, los trabajadores al teletrabajo, los estudiantes a la vida universitaria en línea y hasta los adultos mayores han incorporado estas herramientas para comunicarse con su familia o realizar pagos digitales para evitar el contagio. ¿Incrementará la pandemia la brecha digital de género o la disminuirá? ¿Es la aceleración digital producto del coronavirus una oportunidad para las mujeres?

Existen cada vez más estudios que muestran que durante la pandemia las mujeres se ocupan aún más de las tareas del hogar y de los hijos, con mayores dificultades para dedicarse a su trabajo remunerado y para incorporar nuevas habilidades.  

Según la CEPAL el cierre de colegios en 37 países de América Latina y el Caribe ha llevado a que, al menos, 113 millones de niñas, niños y adolescentes se queden en sus casas para prevenir la expansión del virus. Los cierres de estos centros de enseñanza supone que deben brindarse 24 horas diarias de atención a esta población, lo que sin duda sobrecarga el tiempo de las familias; en particular, el de las mujeres, que en la región dedican diariamente al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados el triple del tiempo que dedican los hombres a las mismas tareas.

Además, las mujeres parecen sentirse mucho menos productivas. Una encuesta realizada en 6 países de Latinoamérica por el portal de empleos Bumeran concluyó que, si bien el 92,5% de las personas vieron disminuida su productividad laboral con el confinamiento y el trabajo remoto, las mujeres con hijos fueron las más afectadas: el 18,6% de las mujeres sin hijos cree que cambió totalmente su productividad, mientras que en el caso de las madres el valor se incrementa al 62,4%.

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Vista aérea de una mujer trabajando con su hija al lado. Getty Images

En el ámbito científico la ampliación de la disparidad de género es evidente. De acuerdo a la reconocida revista The Scientist, una serie de estudios recientes ha demostrado una caída significativa en la productividad de las mujeres científicas a nivel mundial, especialmente las que se encuentran al inicio de sus carreras, en relación con sus pares masculinos, y la brecha es particularmente pronunciada para los investigadores en temas de la COVID19. La mayoría de los investigadores a los que The Scientist entrevistó para entender a qué se debe este incremento se refirió al mayor tiempo dedicado al cuidado infantil, una carga que recae desproporcionadamente sobre las mujeres. Los investigadores indicaron que les preocupa que la pandemia exacerbe la representación femenina ya insuficiente en la investigación científica y afecte a las carreras científicas de ellas, así como la calidad de la investigación en sí. 

En el campo tecnológico si bien no hay datos que permitan evidenciar el incremento de esta brecha, todo parece indicar que estaría sucediendo lo mismo. Mientras dure la pandemia, las medidas de confinamiento y, en particular, el cierre de escuelas, no habrá tiempo extra para que las mujeres puedan incrementar sus habilidades y seguir en la carrera tecnológica.

 

Reformas imprescindibles 

Cuando finalicen estas restricciones antes mencionadas lo más probable es que se observe un incremento en la brecha digital de género, con impactos en la disparidad laboral, ocupacional y salarial. Cuando llegue ese momento serán las mujeres las que deberán redoblar esfuerzos y continuar formándose como tecnosapiens, incorporando estas habilidades. Pero ¿qué se puede hacer para que no quede en un voluntarismo inconducente?

Las reformas que reduzcan las inequidades de género son esenciales. Es clave también poner el foco en la redistribución del trabajo doméstico y el cuidado no remunerado que realizan mayormente las mujeres; así como en políticas de conciliación de la vida familiar y laboral; mecanismos para alentar la contratación de mujeres y la participación femenina en puestos jerárquicos y en sectores tradicionalmente masculinizados; y en fortalecer la perspectiva de género en políticas de empleo y educación. Debemos también evitar que las mujeres sean un ‘factor de ajuste’ por parte del Estado para hacer frente a las crisis económicas consecuencia de la pandemia, es decir, que posibles medidas de reducción del déficit público afecten a políticas públicas y programas sociales vinculados a la disminución de la brecha de género. 

Y también, por supuesto, necesitamos medidas que ayuden a reducir de forma directa la brecha digital de género favoreciendo el acceso a nuevas tecnologías por parte de las mujeres; promoviendo becas para mujeres en ciencia y tecnología y educación digital para las niñas; e implementando acciones para desarrollar un efecto aspiracional hacia las carreras asociadas a CTIM con mujeres con modelos referenciales. Y cupos en las empresas y en la administración pública para trabajadoras con estas habilidades. 

Cambios imprescindibles y, hoy más que nunca, urgentes. Más mujeres tecnosapiens para un mundo menos desigual y con la balanza en su debido lugar.

 

Este artículo forma parte del especial

‘El futuro que viene: cómo el coronavirus está cambiando el mundo’.

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