Cuando, el pasado mes de febrero, la mayor ciudad de  Nigeria sufrió un enorme apagón, las autoridades sospecharon  de múltiples causas, desde la simple negligencia hasta  la actuación de los rebeldes. Sin embargo, algunos analistas han  llegado a la conclusión de que Lagos fue víctima de un sofisticado  ataque informático. Así es, los países en vías de desarrollo  están siendo cada vez más víctimas de atentados perpetrados  por bandas criminales muy organizadas y bien financiadas  que actúan en el ciberespacio. Sólo en el último año ha habido  golpes cada vez más frecuentes contra bancos, organismos  oficiales y empresas de servicios en India, Nigeria, Vietnam y  todo Oriente Medio. Los piratas informáticos han apagado las  luces, al menos, en tres ataques contra servicios públicos, dice  Alan Paller, director de investigaciones en el Instituto SANS de  Maryland (EE UU), que se encarga de supervisar un sistema de  alertas rápidas para Internet. Por motivos de seguridad, no dice  los nombres de los países, pero sí que dos de esos ataques se  produjeron en naciones en vías de desarrollo. En los tres casos,  el objetivo era exigir dinero a cambio. Hasta ahora, ningún  Estado ha reconocido públicamente haber pagado. El arma preferida  de los criminales informáticos son los ataques de denegación  de servicio (en inglés, DDOS). Estas agresiones se producen  cuando varios ordenadores que trabajan en coordinación,  en botnets (redes robóticas) gigantes, caen en manos de los criminales,  que manejan por control remoto cientos de miles de  ordenadores infectados, sin saberlo, con una clave maligna. Esas  botnets, conectadas en todo el mundo mediante la banda  ancha de alta velocidad, permiten obtener la potencia de un  superordenador. El peligro de los ataques de DDOS quedó claro  en 2007, cuando una inmensa botnet de hasta un millón de  ordenadores atacó Estonia y apagó los ministerios, el Parlamento  y el mayor banco. A los criminales les gustan esos ataques  porque es casi imposible hallar su procedencia; parecen  venir de miles de direcciones IP separadas en todo el mundo. “La DDOS se ha convertido en un arma muy poderosa para  el crimen organizado”, dice Paller.

Algunos cibercriminales independientes están empezando  a alquilar sus botnets al mejor postor, con frecuencia, grupos  criminales más grandes. Estas bandas, por su parte, llevan  a cabo ataques con la esperanza de sacar dinero a sus  víctimas. Los primeros blancos de la extorsión informática  fueron páginas de apuestas y otros negocios que dependían  de la Red. Ahora, el principal objetivo parecen ser las empresas  de servicios públicos, sobre todo en esos países pobres. Son  presa fácil porque sus sistemas, muchas veces, se basan en aplicaciones  de Internet sencillas de obtener y sin salvaguardas  de seguridad muy sólidas. Si no se ponen pronto al día,  puede que les llegue el apagón.