Desde la caída del muro de Berlín, los hermanos Castro han seguido el mismo juego: abrir y cerrar. Permitieron algunas reformas para poder sobrevivir económicamente y disminuir la presión política interna para luego cerrar otra vez el grifo. Hay que recordar que la última vez que esto ocurrió, en 1996, fue Raúl Castro quien puso fin a la única etapa de liberalización del régimen cubano.
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RAÚL CASTRO/AFP/Getty Images |
Lo curioso es que muchos cubanos percibieron a este mismo Raúl como la gran esperanza de cambio cuando convocó, poco después de enfermar Fidel, un debate nacional sobre los problemas del país. Aunque aprobó algunas medidas para mejorar la vida cotidiana de los ciudadanos, Raúl no se convirtió de la noche a la mañana en un reformista. En vez de una apertura política impulsó un cierre de filas cuando, en febrero de 2008, decidió promocionar a militares y dinosaurios.
Siguiendo esta misma línea, un año después, Raúl cumplió con su promesa de reestructurar el Gobierno y sacó a Carlos Lage, José Luis Rodríguez y Felipe Pérez Roque de la cúpula política. Desde siempre, el principal objetivo del régimen cubano ha sido permanecer en el poder a toda costa y no permitir ningún tipo de protagonismo más allá de los Castro. Lo comprobaron otros muchos casos en la historia reciente de Cuba, desde el general Arnaldo Ochoa fusilado en 1989, hasta Roberto Robaina expulsado del Partido y hoy responsable de un parque en La Habana. Este mismo camino siguieron Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, cuyas patéticas cartas de mea culpa recordaron los peores días del estalinismo.
Aún así, la transición de Castro a Castro representa un cambio. Transformó un régimen autoritario carismático en un régimen autoritario burocrático. Raúl se apoya en los dos pilares de la Revolución: las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el Partido Comunista de Cuba (PCC). La reestructuración reciente de su Gobierno fortalece la participación de ambas instituciones en la cúpula dirigente. El nuevo equipo de Raúl significa apertura exterior y cierre interior. Ante un posible diálogo con Estados Unidos, Raúl Castro nombró como canciller a Bruno Rodríguez Parrilla que vivió 11 años en Nueva York y conoce ‘al enemigo' desde dentro. Consciente de la necesidad de atraer inversiones y cooperación, fusionó el Ministerio de Comercio Exterior y el de Inversiones y eligió como ministro al hijo del ex canciller cubano, Rodrigo Malmierca, para facilitar la interlocución con empresas y donantes.
![]() | ![]() | ![]() | El régimen se dirige, cada vez más, hacia un autoritarismo burocrático que recuerda los últimos días del PRI [en México], pero con el ingrediente militar ruso. | ![]() | ![]() | ![]() |
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Lo contrario ocurrió en la economía: al sacar a los reformistas, la promesa de cambio queda en manos de los militares leales al Presidente. En clave política, la salida de Otto Rivero representó el fin de la campaña ideológica de la Batalla de Ideas y, con ello, del Fidelismo. El régimen se dirige, cada vez más, hacia ...
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