El ofrecimiento de una base española para albergar AFRICOM (el comando de EE UU para África) por parte del Gobierno de Madrid, según las filtraciones de WikiLeaks, es un error político. No servirá como moneda de cambio para lograr un mayor acercamiento con Washington y, además, alimenta la visión paternalista de Occidente hacia el continente africano.

Las posibles reacciones a las informaciones reveladas por WikiLeaks pueden dividirse en varias categorías: la satisfacción de ver confirmadas las sospechas, la sorpresa ante datos y opiniones desconocidos o la perplejidad ante una noticia que es simplemente difícil de comprender. A este último tipo pertenece la información revelada por El País acerca de la oferta española de albergar el mando del Pentágono para África (AFRICOM). Según las filtraciones, en enero de 2010 el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, habría hecho llegar su interés y disponibilidad para que la base militar de Rota sirviese como su cuartel permanente, siempre que EE UU estuviera de acuerdo.

Las razones que llevaron a Zapatero a tomar esta decisión pueden, a primera vista, parecer acertadas desde un punto de vista diplomático –acercarse a Washington con motivo de la nueva era Obama– y estratégico –la preocupación por la presencia de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) en el Sahel. Sin embargo, examinando los motivos con detalle, se puede concluir que la oferta no es sólo innecesaria de cara a la consecución de estos objetivos, sino que se trata de una decisión errónea desde el punto de vista político.

Las preocupaciones estratégicas españolas respecto al norte de África deben resolverse mediante el diálogo y la interacción junto a los países africanos afectados por AQMI. Excluir a Estados Unidos de estos asuntos es obviamente imposible, pero la cooperación con Washington debería centrarse en establecer canales para compartir información, así como en la participación en misiones como Flintlock 10, algo que España ya hace. No obstante, si lo que busca Madrid es sobre todo un acercamiento diplomático a EE UU, el modo de conseguirlo parece estar claro: ofrecer un mayor compromiso a la Administración Obama en Afganistán, la principal prioridad estadounidense.

La oferta del Gobierno español parte de un punto equivocado. Al leer la información lo primero que uno se pregunta es, ¿por qué el mando del Ejército estadounidense para África no está en la región? La respuesta es también clara: los países africanos no lo quieren.

AFRICOM comenzó sus operaciones el 1 de octubre de 2008 y surgió del EUROCOM, así que en un primer momento parece lógico que éste siguiese ubicado en Stuttgart (Alemania). Sin embargo, que dos años después siga allí es llamativo. La razón para permanecer en Alemania la da su general responsable, William Ward, que asegura que las actividades de planificación y presupuestos, allí desarrolladas, no son tan importantes como su trabajo en territorio africano. Esto hace que “los esfuerzos necesarios para instalar un cuartel de EE UU de esta naturaleza en África sean más contraproducentes que positivos, debido a las percepciones y la presumible reacción de los vecinos de aquellos países donde se instalara el centro”, afirma Ward.

Estas “percepciones” demuestran la hostilidad existente en numerosos países africanos hacía la presencia militar estadounidense en la región. Los motivos para esta aversión son diferentes: divergencias con Washington, miedo a una escalada en la militarización del continente y la preocupación por la extensión de la guerra contra el terror a tierras africanas. Otra razón es el recuerdo de las intervenciones del Ejército de EE UU en la zona y sus consecuencias. Son estos sentimientos los que hacen que aún hoy AFRICOM siga en Stuttgart.

La actitud de Zapatero es criticable por intentar ganar el favor de Obama de forma fácil, al utilizar la localización de un mando militar estadounidense para otro continente. ¿Podemos imaginar la reacción española si Marruecos dispusiera voluntariamente su territorio para albergar el comando militar de EE UU en Europa? Pese a las bonitas palabras sobre el diálogo entre iguales y de compromiso con la construcción de la Unión Africana, proponer una base española para instalar AFRICOM denota un anacrónico discurso en el que se decide sobre África, ignorando lo que los propios países del continente tienen que decir al respecto.

 

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