La libertad para comprar ropa interior a otras mujeres puede no parecer gran cosa, pero las activistas dicen que es un comienzo.

 









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En la planta de señoras del centro comercial Kingdom Centre de la capital saudí, los vientos de cambio para las mujeres soplan entre las filas de sujetadores. Las barreras de sexo están cayendo entre las fajas y las bragas. En una decisión que, según las activistas saudíes, forma parte de las medidas, tal vez, trascendentales de esta primavera y este verano para relajar una de las legislaciones del mundo que más restricciones impone a la mujer. Arabia Saudí asegura que está modificando las normativas de trabajo con el fin de que las clientas de las tiendas de lencería puedan ser atendidas por señoras.

Da igual que hubiera que cambiar las leyes laborales en 2005-2006, que las activistas saudíes tuvieran que emprender un boicot y una campaña en Internet y que, al final, el propio rey Abdulá tuviera que intervenir este mes para contrarrestar las fatuas sobre las dependientas de lencería, sólo para que las mujeres no tuvieran que hablar con vendedores varones de tamaños de copa y michelines.

En la super conservadora Arabia Saudí, donde el Gobierno del rey Abdulá ha decidido abrir más puestos de trabajo y más oportunidades de educación a las mujeres, y la semana pasada reaccionó con sorprendente indulgencia a las mayores protestas en décadas contra la prohibición de que las mujeres conduzcan, este verano es un  momento de esperanza para los partidarios de que las saudíes tengan más libertad.

“¡Esto es fantástico! Un cambio inmenso”, dice Latifa al Fahed, de 18 años, mientras examina las perchas en la sección de ropa interior de los almacenes Debenhams, en el Kingdom Centre.

El edicto del rey Abdulá, que todavía no se ha implantado, exige que sean mujeres las que vendan las que el rey llamó “necesidades femeninas”,  incluso en centros comerciales en los que haya hombres presentes. En la actualidad, la mayoría de las tiendas de Arabia Saudí –casi todos los lugares de trabajo en general-, tienen sus puestos ocupados por hombres; las mujeres constituyen menos del 15% de los saudíes que trabajan. Las excepciones son la educación y la atención sanitaria femeninas, así como los centros comerciales segregados sólo para mujeres y las plantas de señoras, en las que éstas pueden comprar rodeadas de otras féminas, a precios más caros.

Incluso las mujeres conservadoras que se oponen a otras medidas, como la de permitir que conduzcan, han aplaudido la decisión sobre la ropa interior. “Yo estoy casada, así que quería comprar algo un poco sexy”, explica Fátima, una joven de 22 años cubierta con un niqab que le tapa todo menos los ojos, después de adquirir unas prendas llenas de flores y encaje en la planta de señoras. “Son cuestiones delicadas y desde luego nunca se lo compraría ...