La fractura hidráulica no deja a nadie indiferente, y está en el centro del debate en uno de los países del mundo con mayores reservas de hidrocarburos no convencionales.


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Las reservas de hidrocarburos se agotan, pero la demanda sigue creciendo en un mundo cuya matriz energética sigue compuesta de petróleo y gas en un 80%. Esa es la razón principal, creen los expertos, de que el fracking se haya posicionado como una estratégica solución a los problemas de abastecimiento energético de países como Estados Unidos, que utiliza esta polémica técnica hace una década. La fractura hidráulica o fracking consiste en inyectar agua a presión combinada con ácidos corrosivos y arena a miles de metros de profundidad, para romper la roca esquisto, o roca madre, y liberar el gas o petróleo que guarda en su interior y, una vez liberado, asciende a la superficie.

Argentina tiene una de las mayores reservas de hidrocarburos no convencionales. Vaca Muerta, una extensa área de 400 kilómetros cuadrados que atraviesa la provincia patagónica de Neuquén, es el principal yacimiento conocido, pero no el único. Ya hay exploraciones y producción en otras tres provincias de la Patagonia, Salta y Mendoza han anunciado perforaciones y otras seis provincias han firmado convenios de exploración.

Desde 2010, en Argentina se han perforado al menos cien pozos de fracking, la mayor parte pertenecientes a YPF, la petrolera expropiada a Repsol en 2012. Ahora, tras un millonario acuerdo con la estadounidense Chevron, se prevé la perforación de otros 130 pozos en Vaca Muerta, y la cifra podría ascender a más de 1.500 pozos en cinco años. Ante tales previsiones, la población de Neuquén ha mostrado su rechazo. Argumentan que países como Francia y Bulgaria decidieron prohibirlo en su territorio y otros países europeos han proclamado moratoria. Además, en Estados Unidos, las poblaciones afectadas han denunciado escasez de agua y aumento de enfermedades y actividad sísmica.

Para el ingeniero experto en petróleo Eduardo D’Elía, el riesgo de contaminación de acuíferos es, de lejos, el mayor problema del fracking: si el gas y el petróleo son liberados a miles de kilómetros bajo tierra y llegan hasta la superficie, es fácil que encuentren a su paso algún acuífero. Preocupa también el agua residual, que contiene una veintena de aditivos químicos. El Gobierno neuquino ha decretado que el agua deberá ser tratada en un 100% antes de ser desechada o reutilizada en la industria petrolera o en forma de riego, pero portavoces de YPF han admitido que hasta ahora, por falta del equipo necesario, sólo se reutiliza el 40% en nuevos pozos; el resto se vuelca en un acuífero subterráneo a 1.500 metros de profundidad.

En Neuquén aseguran que ya sienten esos efectos. La comunidad mapuche de Gelay Ko se ha enfrentado a la petrolera Apache, que construyó el primer pozo de fracking en el país, y ha denunciado que el agua contaminada está matando a su ganado y que no se ...