La expresidenta, Cristina Fernández, candidata por el Partido Unidad Ciudadana, en un mitin, en Buenos Aires, Argentina. (Eitan Abramovich/AFP/Getty Images)

¿Qué está en juego en las próximas elecciones en Argentina con la entrada de Cristina Fernández en la esfera política (de nuevo)?

¿Ha afectado al rumbo de la economía el apoyo electoral a Mauricio Macri? ¿Sigue vivo el kirchnerismo como una alternativa de poder? El próximo 22 de octubre se desarrollarán unas elecciones parlamentarias en Argentina en las que tanto el presidente, Mauricio Macri, como su antecesora Cristina Kirchner plebiscitarán su imagen y su futuro político. Se avecinan resultados en los que nadie conseguiría una mayoría amplia. En algunos distritos podría resultar perdedora la política tradicional regional.

Se pondrán en juego 127 escaños de la Cámara de diputados  -la mitad del recinto- a través de un sistema de representación proporcional a la cantidad de población de cada distrito y 29 escaños de la Cámara de senadores (la tercera parte del total). Como es habitual en este tipo de comicios el foco estará puesto en la provincia de Buenos Aires. No es el reparto de los tres senadores en juego allí -dos para el ganador  y uno para el segundo-  lo que modificará la correlación de fuerzas sino el enfrentamiento entre el frente electoral oficialista, Cambiemos, con el del gobierno anterior, Unidad Ciudadana.

El centro-derechista Mauricio Macri llegó al poder en diciembre de 2015 tras un ajustada elección que se definió en segunda vuelta. Sin mayoría en el Congreso y con pocas provincias bajo su dominio se avistaban problemas de gobernabilidad pero la fragmentación de la oposición le facilitó la tarea al nuevo Gobierno. Macri además fue hábil para llegar a acuerdos con las provincias y basó la primera mitad de su mandato en denunciar  una “pesada herencia” recibida tras 12 años de los Kirchner en el poder. Con ese argumento viró la economía hacia una mayor apertura al mercado de capitales e introdujo ajustes económicos que enfriaron el consumo y la producción aunque no habrían erosionado su apoyo electoral.

Estas son las 6 claves para interpretar lo que puede pasar en las primeras elecciones de “medio término” que afronta el macrismo en el poder.

Vidal al mando de la campaña

La lista de Cambiemos está encabezada por el que fuera ministro de educación del presidente Macri, Esteban Bullrich, seguido por la poco conocida Gladys González, exdiputada nacional por la provincia de Buenos Aires. Ante la falta de candidatos que “midan en las encuestas”, el Gobierno optó por ligar estrechamente la lista a la gobernadora de la misma provincia, María Eugenia Vidal. En la práctica, ella encabeza la campaña electoral. Su voz se escucha en la radio y su figura está muy presente en los programas de televisión. El rol de Vidal se acentuó tras los pasos en falso de los candidatos a senadores. Bullrich cometió graves traspiés discursivos, como cuando declaró a la prensa que gracias al Gobierno todos los días “hay un pibe más que está preso”.  Gladys González en tanto fue acusada de corrupción.

María Eugenia Vidal aprovecha para consolidar su buena imagen: a juzgar por las encuestas podría ser la sucesora de Mauricio Macri. Cambiemos ganará la elección si su estrategia basada en ocultar sus candidatos funciona y si el electorado bonaerense le confía su voto a pesar de los ajustes económicos. La mayoría de las encuestas pronostican un ajustado triunfo de Bullrich.

Mismo fondo: distintas formas

Cristina Fernández de Kirchner decidió encabezar la primera elección nacional tras el fin de sus dos mandatos presidenciales. Su candidatura era inevitable tras no haber confiado en un sucesor y sobre todo tras la proliferación de causas en su contra que la estaban mudando de la agenda política a la agenda judicial. La popularidad de sus actos de campaña y la importancia de sus apariciones en la agenda política nacional la destacan como la líder de la oposición.

Si el kirchnerismo pierde la provincia de Buenos Aires jugando con su máxima referente como titular, su futuro estará cargado de interrogantes. Si en cambio triunfa no se prevé que pueda hacerlo por un margen muy amplio: en cualquier caso tendrá la responsabilidad de buscar consensos de cara a las elecciones de 2019 para volver a gobernar o al menos para ser algo más que una minoría intensa. Saliendo segundos, la banca de Cristina Kirchner estará asegurada, el protagonismo que puede tener en el Senado la mantendrá vigente. Si consigue ganar la elección la acompañará en el Senado Jorge Taiana, excanciller y referente del movimiento social “Evita”.

Después de dos mandatos presidenciales en los que en contadas ocasiones Cristina habló con la prensa, Fernández ha decidido hacer innumerables entrevistas y visitas a canales de televisión, diarios y portales de noticias. El programa político: un Estado más interventor, una economía más heterodoxa y un discurso más épico que el del Gobierno actual.

El paso de las PASO

Las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) ha sido pensadas para que las elecciones internas dentro de cada partido se diriman en una elección abierta y obligatoria mientras compiten entre sí. Sin embargo, los partidos políticos suelen evitar las internas y presentan listas únicas, transformando las PASO más en una especie de primera vuelta que en una instancia de internas. Algo así sucedió el 13 de agosto de 2017: las PASO funcionaron como una gran encuesta nacional. Tras un recuento definitivo que duró, bochornosamente, dos semanas la lista de Cristina Kirchner se impuso por menos de un punto sobre la de Esteban Bullrich (34,27% a 34,06%).

Los peronistas Sergio Massa, tercero con el 15,5%,  y Florencio Randazzo, cuarto con el 5,9%, en la provincia de Buenos Aires, temen que sus votos escapen hacia la polarización entre el kirchnerismo y el macrismo. Las posibilidades de Cambiemos para revertir el resultado o las de Unidad Ciudadana para ampliar la victoria dependerán de cuán fieles sean con Massa y Randazzo quienes los votaron en agosto. Asimismo, una mayor participación electoral es una variable que, confían en el oficialismo, puede cambiar el resultado final. A pesar de que Massa y Randazzo fueron funcionarios del gobierno de los Kirchner, algunas encuestas señalan que Esteban Bullrich estaría “robándole un 18% de los votantes a Massa” y que el voto a Randazzo es un voto kirchnerista, pero disconforme con Cristina.

En el resto de los distritos las posibilidades de cambio de rumbo para los votos primarios son más escasas, especialmente en la ciudad de Buenos Aires, donde la lista oficialista encabezada por Elisa Carrió ganó con el 50% de los votos.

Una mujer en una manifestación reclamando por la desaparición de Santiago Maldonado, en la Plaza Mayo, Buenos Aires, Argentina. (Juan Mabromata/AFP/Getty Images)

El efecto Maldonado

El joven bonaerense, Santiago Maldonado, está desaparecido desde el 1 de agosto luego de haber participado en una protesta mapuche en la Patagonia de Argentina que terminó con una fuerte represión por parte de la Gendarmería Nacional. La causa judicial aparece como desaparición forzada y las principales hipótesis apuntan a la Gendarmería, en una investigación judicial plagada de desprolijidades. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la ONU han pedido informes al Gobierno de Mauricio Macri sobre el tema. Después de los 30 mil desaparecidos de la última dictadura militar, la posibilidad de que un joven haya sido asesinado por las fuerzas armadas generó masivas marchas con la consigna “¿Dónde está Santiago Maldonado?” que han signado la agenda social, mediática y política los últimos dos meses.

Resta saber si el caso Maldonado también tendrá su eco en los resultados electorales. Una encuesta afirma que “el 43% de los consultados cree que el Gobierno no está actuando correctamente en la búsqueda de Maldonado”. Un antecedente: en las elecciones presidenciales de 2015 la misteriosa muerte del fiscal Alberto Nisman afectó la imagen del oficialismo de entonces.

Tradición y cambio

En algunos distritos como San Luis, Neuquén, Córdoba y Santa Fé las fuerzas tradicionales regionales han perdido las primarias. Se trata de provincias que han sido gobernadas durante al menos diez años por los mismo partidos políticos. En San Luis, por ejemplo, la familia Rodríguez Saá tiene el poder provincial desde el regreso de la democracia en 1983.

En las primarias, en la mayoría de los casos mencionados la derrota tradicional se dio a manos de los candidatos oficiales, salvo Santa Fe donde ganó el kirchnerista Agustín Rossi. De confirmarse la tendencia en las elecciones generales, el presidente Macri tendrá una buena noticia de cara a las presidenciales de 2019: podrá usar sus propias estructuras provinciales para ganar distritos importantes sin necesidad de recurrir a alianzas locales. Y, sobre todo, el paradigma de las hegemonías provinciales confirmará su decadencia.

Economía de incertidumbre

En el primer año de Gobierno macrista el consumo  cayó cerca del 15%, aumentaron la inflación del 26% al 42% y el desempleo del 7% al 9%.  Algunas áreas,  como la ciencia y la técnica sufrieron un severo recorte. Desde el Gobierno responsabilizan a la “pesada herencia” del Ejecutivo anterior e intentan revertir la situación a través de los empréstitos y el mercado de capitales: préstamos personales e hipotecarios a nivel micro;  deuda externa y emisión de bonos a nivel macro.  

Mauricio Macri pide paciencia y asegurá que “el cambio está por venir”. La economía argentina no ofrece certidumbres, el sector financiero ha ocupado un rol más protagónico enfriando la producción y el consumo. Como todo cambio de matriz económica los resultados tardan en llegar, las elecciones llegan en un momento de transición y lo confirmarán o lo refutarán. El Gobierno espera que un buen resultado  incentive una muy mencionada “lluvia de inversiones”. Un buen resultado, tanto para el Ejecutivo como para el mercado de capitales, significa una buena derrota de Cristina Kirchner y su modelo heterodoxo. En el electorado, el voto oficialista en estas generales no estará basado en resultados sino que tendrá un fuerte componente de confianza y fe. Hay en juego más símbolos que escaños.