Europa es azul pero no cualquier azul sino el azul de los 18 mares que bañan los países europeos como el mar Mediterráneo, el mar Báltico, el mar del Norte, el Cantábrico o el mar Egeo. El azul de los cielos que cubren Europa de norte a sur y de este a oeste, desde Nuorgam hasta Tarifa o desde el Cabo da Roca hasta el Cabo Greco. El azul de la bandera que ondea en los barcos que combaten la piratería en Somalia y en los uniformes de los civiles y militares que trabajan en alguna de las 16 misiones y operaciones de la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD). El azul de los distintivos que llevan los observadores electorales a lo largo y ancho del planeta analizando que las elecciones son acordes a los estándares internacionales. Un azul que se reconoce en cualquier país del mundo porque es el azul que representa a la UE y sus valores. Sin embargo, es un azul con matices porque algunas veces parece casi negro como cuando el Mediterráneo se tiñe de cadáveres de inmigrantes o un atentado terrorista nos golpea con fuerza en París, Bruselas o Barcelona. Por contrario, otras ocasiones es casi blanco pues transmite tranquilidad tras la aprobación de una ley europea que mejora las condiciones de vida de los ciudadanos europeos o paz tras una declaración política trascendente para nuestro futuro.