Migrantes en el campo de migrantes en Rudninkai en Lituania sostienen pancartas con inscripciones como "Ayuda a Afganistán" y demandas similares durante una manifestación (Alexander via Getty Images).

Bielorrusia ha decidido usar la cuestión migratoria como un arma política en respuesta a las sanciones económicas impuestas por la Unión Europea, en un intento de desestabilizar a la región y aumentar la tensión entre sus miembros. Uno de ellos, sin embargo, parece estar buscando y encontrando beneficio propio: Polonia y su actual campaña de odio hacia el inmigrante se originan en esta crisis fronteriza.

En agosto de 2021, el Ministro de Asuntos Exteriores de Lituania avisó de que la frontera del país estaba desbordada, y de que estaban llegando migrantes a un ritmo que era imposible de gestionar para un Estado cuya población no supera los tres millones de habitantes. Alrededor de 4.000 personas ya habían cruzado la frontera y habían pedido asilo dentro de las fronteras de la Unión Europea, y desde Lituania lanzaban el aviso de que podían llegar muchos más en los siguientes meses. Aunque algunos recibirán la condición de refugiado tras los trámites administrativos, todos los canales están saturados en un país tan pequeño.

Esta llegada masiva de migrantes a las puertas de la Unión Europea no es casual, ni tampoco forma parte de ninguna dinámica geopolítica provocada por un conflicto o crisis humanitaria en concreto. Si bien los migrantes que llegan a la frontera con Lituania proceden, en su mayor parte, de Irak y de diferentes países del continente africano, todos ellos tienen un punto en común: el país de origen desde el que cruzan a distintos países que pertenecen a la UE es Bielorrusia, que en junio de 2021 tomó la decisión de dejar de colaborar con la Unión en lo referente a inmigración ilegal y contrabando de droga.

El origen de esta decisión se remonta a mayo, cuando las autoridades bielorrusas forzaron a un vuelo de la compañía aérea Ryanair, que cubría la ruta Atenas-Vilna, a aterrizar en Minsk cuando sobrevolaba el espacio aéreo bielorruso, justificando esta petición con la amenaza de una bomba a bordo del avión. Tras el aterrizaje forzoso, las autoridades bielorrusas detuvieron al periodista Roman Protasevich y a su pareja, Sofia Sapega. Protasevich es conocido por su activismo político en contra del régimen del presidente de Bielorrusia desde hace 26 años, Alexander Lukashenko, considerado el último dictador de Europa.

Tras el incidente y el arresto del activista político, la Unión Europea anunció en junio un paquete de restricciones que prohibían el sobrevuelo y la entrada a cualquier aeropuerto europeo de compañías bielorrusas, así como sanciones a 78 personas físicas individuales en Bielorrusia y ocho entidades. Este paquete era el cuarto que anunciaba la UE en relación a sanciones a Bielorrusia, y se sumaba al resto de medidas tomadas en vista de las claras violaciones a los derechos humanos y la represión que se vive en el país, una situación especialmente violenta desde las elecciones de 2020. ...