• Another Generation,
    Otoño 2004, Londres

Por fin existe una palabra para designar el lugar en el que vivo: Bollystan. Durante años, las personas con raíces en India, Pakistán, Bangladesh y otras regiones del subcontinente asiático hemos reflexionado sobre cómo debíamos llamarnos. La era de los términos compuestos para designar una etnia nos dio "indioamericano". Luego llegó "surasiático", que englobaba todo; todo, claro está, menos nuestros países de adopción. Hoy tenemos desi, una palabra hindi y urdu que significa "la gente de mi país".

En la última portada de Another Generation, una revista británica para jóvenes procedentes del sur de Asia, los ojos de color avellana de Miss Mundo 1994, Aishwarya Rai, relucen por encima de la definición de Bollystan: "Un Estado sin fronteras, definido por una cultura y unos valores comunes". En el interior, colaboradores como el escritor Pico Iyer y el músico Nitin Sawhney debaten lo que significa crear en espacios que no están ni allí ni aquí. Un proceso que analizan en un momento en el que todo lo relacionado con Bollystan está de moda, desde los tatuajes de henna y los bailarines de inspiración bollywoodiense que dan vueltas en la pantalla, hasta los raperos que hacen rimas al ritmo del bangra, la música tradicional del Punyab que se mezcla frecuentemente con el hip-hop.

"Lo maravilloso de Bollystan es que está en todas partes, tanto como Internet o nuestros intereses humanos o el aire que respiramos", escribe Iyer. "Es un estado de ánimo, como todos los lugares, pero es un estado de ánimo que consigue sostener una conversación, a menudo en varias lenguas a la vez, en cualquier sitio que uno aterrice".

Another Generation, lanzada en Londres hace tres años con el nombre de Indobrit, nació para ser una "publicación inteligente, sexy y elegante para la otra población del Reino Unido", según su editora, Farah Damji. El título se cambió por Another Generation después de que Damji -antiguo marchante de arte en Nueva York y personaje permanente en las columnas de cotilleos de Londres- perdiera la batalla por el nombre de Indobrit.

Gracias a la repentina omnipresencia y modernidad del cine y la música de India, el concepto de Bollystan tiene grandes posibilidades de sobrevivir. Rai es un nombre conocido desde hace mucho tiempo en su país y ahora va a probar suerte con el público occidental: en octubre pasado se estrenó la película Bride and Prejudice (Novia y prejuicio), del director británico Gurinder Chadha, en la que tiene un papel protagonista. En esta adaptación de la novela Orgullo y Prejuicio (Pride and Prejudice), de Jane Austen, Lizzy Bennet se convierte en un personaje llamado Lalita Bakshi, que no desea un matrimonio arreglado.

Otro ejemplo es la canción Mundian to Bach Ke, de Panjabi mc, uno de los muchos intérpretes de bangra. La canción triunfó en Alemania en 2002, pero cuando el rapero neoyorquino Jay-Z añadió su letra y su nombre, un año más tarde, empezó a sonar en coches y discotecas de todo el mundo. Lo irónico es que algunos de los artículos más enérgicos de la revista hablan de la necesidad de sacar a la luz todavía más la cultura surasiática. En uno, Sawhney y el cantautor Raghav desahogan sus frustraciones sobre la permanente clasificación de la música asiática como underground. En otro, el editor de una colección de ensayos sobre sexo y erotismo titulada Desilicious reflexiona sobre el origen del libro: "Queríamos dar a nuestros compatriotas (y los interesados en todo lo desi) una generosa ración de ese amor tan necesario, llena de pasión, ingenuidad, placeres y, sí, incluso caos", escribe Zenia Wadhani, que añade luego el lamento esencial de los desi: "¿Pero qué pensarían nuestros padres?". Los textos, a veces, resultan contradictorios e inaccesibles, como en el caso de un rocambolesco ensayo sobre la caracterización de Bollystan de Rana Sarkar, profesor de la London School of Economics.

Pero son fallos menores, que quedan compensados con creces por piezas como el ensayo del profesor estadounidense Parag Khanna, que combina las referencias de política exterior y cultura pop en la medida necesaria para dar una idea general de la importancia mundial de ‘Bollystan’. Bollystan, con su mercado de importaciones y exportaciones de talento literario, esencia espiritual, aventuras cinematográficas y, cada vez más, habilidad política, ha hecho por el sur de Asia lo que no hicieron las armas nucleares", dice Khanna. "Lo ha convertido en una gran potencia".

Bienvenidos a ‘Bollystan’. S. Mitra Kalita

Another Generation,
Otoño 2004, Londres

Por fin existe una palabra para designar el lugar en el que vivo: ‘Bollystan’. Durante años, las personas con raíces en India, Pakistán, Bangladesh y otras regiones del subcontinente asiático hemos reflexionado sobre cómo debíamos llamarnos. La era de los términos compuestos para designar una etnia nos dio "indioamericano". Luego llegó "surasiático", que englobaba todo; todo, claro está, menos nuestros países de adopción. Hoy tenemos desi, una palabra hindi y urdu que significa "la gente de mi país".

En la última portada de Another Generation, una revista británica para jóvenes procedentes del sur de Asia, los ojos de color avellana de Miss Mundo 1994, Aishwarya Rai, relucen por encima de la definición de ‘Bollystan’: "Un Estado sin fronteras, definido por una cultura y unos valores comunes". En el interior, colaboradores como el escritor Pico Iyer y el músico Nitin Sawhney debaten lo que significa crear en espacios que no están ni allí ni aquí. Un proceso que analizan en un momento en el que todo lo relacionado con ‘Bollystan’ está de moda, desde los tatuajes de henna y los bailarines de inspiración bollywoodiense que dan vueltas en la pantalla, hasta los raperos que hacen rimas al ritmo del bangra, la música tradicional del Punyab que se mezcla frecuentemente con el hip-hop.

"Lo maravilloso de ‘Bollystan’ es que está en todas partes, tanto como Internet o nuestros intereses humanos o el aire que respiramos", escribe Iyer. "Es un estado de ánimo, como todos los lugares, pero es un estado de ánimo que consigue sostener una conversación, a menudo en varias lenguas a la vez, en cualquier sitio que uno aterrice".

Another Generation, lanzada en Londres hace tres años con el nombre de Indobrit, nació para ser una "publicación inteligente, sexy y elegante para la otra población del Reino Unido", según su editora, Farah Damji. El título se cambió por Another Generation después de que Damji -antiguo marchante de arte en Nueva York y personaje permanente en las columnas de cotilleos de Londres- perdiera la batalla por el nombre de Indobrit.

Oriente es Oriente: Bollywood encuentra un nuevo hogar en el musical de Broadway Bombay Dreams.
Oriente es Oriente: Bollywood encuentra un nuevo hogar en el musical de Broadway Bombay Dreams.

Gracias a la repentina omnipresencia y modernidad del cine y la música de India, el concepto de ‘Bollystan’ tiene grandes posibilidades de sobrevivir. Rai es un nombre conocido desde hace mucho tiempo en su país y ahora va a probar suerte con el público occidental: en octubre pasado se estrenó la película Bride and Prejudice (Novia y prejuicio), del director británico Gurinder Chadha, en la que tiene un papel protagonista. En esta adaptación de la novela Orgullo y Prejuicio (Pride and Prejudice), de Jane Austen, Lizzy Bennet se convierte en un personaje llamado Lalita Bakshi, que no desea un matrimonio arreglado.

Otro ejemplo es la canción Mundian to Bach Ke, de Panjabi mc, uno de los muchos intérpretes de bangra. La canción triunfó en Alemania en 2002, pero cuando el rapero neoyorquino Jay-Z añadió su letra y su nombre, un año más tarde, empezó a sonar en coches y discotecas de todo el mundo. Lo irónico es que algunos de los artículos más enérgicos de la revista hablan de la necesidad de sacar a la luz todavía más la cultura surasiática. En uno, Sawhney y el cantautor Raghav desahogan sus frustraciones sobre la permanente clasificación de la música asiática como underground. En otro, el editor de una colección de ensayos sobre sexo y erotismo titulada Desilicious reflexiona sobre el origen del libro: "Queríamos dar a nuestros compatriotas (y los interesados en todo lo desi) una generosa ración de ese amor tan necesario, llena de pasión, ingenuidad, placeres y, sí, incluso caos", escribe Zenia Wadhani, que añade luego el lamento esencial de los desi: "¿Pero qué pensarían nuestros padres?". Los textos, a veces, resultan contradictorios e inaccesibles, como en el caso de un rocambolesco ensayo sobre la caracterización de ‘Bollystan’ de Rana Sarkar, profesor de la London School of Economics.

Pero son fallos menores, que quedan compensados con creces por piezas como el ensayo del profesor estadounidense Parag Khanna, que combina las referencias de política exterior y cultura pop en la medida necesaria para dar una idea general de la importancia mundial de ‘Bollystan’. ‘Bollystan’, con su mercado de importaciones y exportaciones de talento literario, esencia espiritual, aventuras cinematográficas y, cada vez más, habilidad política, ha hecho por el sur de Asia lo que no hicieron las armas nucleares", dice Khanna. "Lo ha convertido en una gran potencia".

S. Mitra Kalita es reportero del Washington Post, presidente de la Asociación de periodistas del sureste asiático y autor de Suburban Sahibs: Three Immigrant Families and Their Passage from India to America (Rutgers University Press, New Brunswick, 2003).