
El presidente de Brasil está en plena sangría de popularidad y debe hacer frente a múltiples problemas derivados de su gobierno. ¿Se vuelven las piezas contra él?
Unos meses atrás escribí, en estas mismas páginas, que Bolsonaro, a pesar de enfrentar innumerables problemas derivados de su forma inestable y autoritaria de gobernar, estaba consiguiendo sobrevivir. Hoy podemos concluir que la capacidad de supervivencia del presidente brasileño está más al límite que nunca y comienza a acercarse, peligrosamente, a un punto de no retorno.
Los más de 530.000 muertos en la pandemia han derivado en una Comisión Parlamentaria de Investigación liderada por los opositores al gobierno que ha sacado a la luz un escándalo de corrupción con gran potencial destructivo. Funcionarios del Ministerio de Salud y altos cargos políticos estaban negociando un sobreprecio de un dólar por cada vacuna Covaxin que el gobierno brasileño compraría a la farmacéutica india Bharat Biotech. La transacción no llegó a realizarse, pero el intento de corrupción tiene varias dimensiones simbólicas muy importantes: la primera, Bolsonaro fue avisado del hecho por un funcionario del Ministerio negándose a actuar, por lo que ya está siendo investigado por la Policía Federal bajo la sospecha de crimen de prevaricación. Segundo, el intento de negociación fraudulenta involucra a sus dos principales aliados del momento, el Centrão, conjunto de partidos políticos de bajo contenido ideológico, pero que es el pilar fundamental para la gobernabilidad de Bolsonaro y los militares, que también parecían estar actuando en el esquema. El coronel de la reserva Antônio Elcio Franco Filho, secretario ejecutivo del Ministerio de Salud con la gestión del ministro General Pazuello, aparece como uno de los protagonistas. De hecho, a las Fuerzas Armadas, que históricamente ha sido en Brasil una de las instituciones que más ha gozado de la confianza de la población, su participación en el gobierno le está degradando su imagen: 58% de los brasileños piensan que los militares deben tener cargos en el gobierno, en 2018 era el 70% el que opinaba así. Este escándalo, que sirve de portadas diarias a una prensa nacional cada vez más antibolsonarista, ha tenido como consecuencia que el presidente se enfrente a los niveles más bajos de popularidad. Quien, hace meses, era considerado como un buen presidente por un 40% de la población, hoy sólo lo es por un 25% y ya el 58% no lo consideran apto para la reelección en 2022.
A Bolsonaro, además se le acumulan pedidos de impeachment. Ya va por 123, un récord en la historia de Brasil. De momento, el presidente de la Cámara de los Diputados y líder del Centrão, Artur Lira, ha declarado que no va a pautar ninguno de los pedidos, pero, los que leemos las entrelíneas de la política brasileña, sabemos que esto significa, simplemente, que Lira ...
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