
El gigante latinoamericano tiene grandes desafíos a los que debe dar respuesta para garantizar el progreso político, económico, social del país en el futuro.
A pesar de las turbulencias económicas y políticas que atraviesa el gigante suramericano y de las que dan muestra un continuo flujo de datos económicos poco alentadores, Brasil cuenta con los instrumentos que le permiten vislumbrar un futuro prometedor. El gobierno de Dilma Rousseff ha lanzado, durante este año y medio de gobierno, varios planes para reactivar la economía pero, ¿no necesitará Brasil más reformas estructurales y menos sucesivos planes de emergencia?
Como dijese el ex presidente brasileño Lula da Silva: “para entender el futuro tiene que viajarse al pasado y ver lo que se ha conseguido”. Brasil consiguió crecer a unos niveles espectaculares en un momento que el resto de economías del mundo hacían precisamente lo contrario.
Sin embargo, el modelo brasileño que funcionó en los 90 y, sobre todo, la pasada década, se ha vuelto claramente disfuncional. Hoy, lo que Brasil demanda es un cambio en profundidad y de carácter estructural en, al menos, tres ámbitos: económico, político y relaciones internacionales.
En lo económico, el país ha basado su crecimiento económico, casi exclusivamente, en la explotación de los recursos naturales y eso ha provocado que, en la actualidad, sea excesivamente dependiente de sus materias primas.
Hace una década, el comercio de Brasil con China se disparó como consecuencia del aumento de la demanda de materias primas suramericanas en el gigante asiático. Sin embargo, con la desaceleración de la economía china y la llegada de nuevos suministros a los mercados mundiales (países africanos, continente del que se ha convertido en su primer socio comercial), el auge de las materias primas se ha terminado y los precios del hierro, el cobre, la soja y, en especial, el petróleo, han caído a sus niveles más bajos desde la crisis financiera y esto ha repercutido, muy negativamente, a la situación de Brasil.
Recientemente, China ha anunciado que invertirá 44.000 millones de euros en infraestructuras en Brasil.
Sin embargo, ¿hasta qué punto esto es una buena noticia? ¿Debería el país latinoamericano seguir tratando de seducir a China y captar su atención e inversión o, en lugar de ello, debería tratar de reducir su dependencia?
Si en los próximos años Brasil no logra diversificar su economía y que las empresas apuesten más por la innovación, aparte de crecer por debajo de sus posibilidades, el país dependerá, en exceso, de la volatilidad de los mercados externos.
En este contexto, ¿es la caída de la demanda de materias primas un fenómeno pasajero o a largo plazo?¿Son las materias primas de los países africanos un peligro para Brasil?
Además, no se puede obviar la devaluación del real frente al dólar. Es cierto que, en un contexto en el que el precio de las materias primas en el mercado internacional se encuentra con una tendencia a la baja, un real más débil puede ser un ...
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