Cinco motivos por los que el gigante americano no toma partido en el contencioso de Crimea.

El presidente ruso, Vladímir Putin, da la bienvenida a la presidenta brasileña, Dilma Roussef, en la cumbre del G-20 celebrada en San Petersburgo, septiembre de 2013. AFP/Getty Images


La abstención de Brasil en la votación de Naciones Unidas sobre la resolución que declaraba inválido el referéndum de Crimea por el que la península se anexionó a Rusia hizo que muchos analistas se replantearan qué papel quieren desempeñar los brasileños en el escenario internacional.

Brasil ha permanecido callado desde el principio del conflicto. Salvo por algunas escuetas declaraciones oficiales que calificaban la situación de “compleja”, hizo lo de siempre: no tomar partido. La columnista brasileña Eliane Castanhêde, en un artículo titulado “Dilma prohíbe a Itamaraty que irrite a Putin” (Folha de São Paulo, 19 de marzo), llegó a afirmar que la presidenta Roussef había prohibido a los diplomáticos brasileños que hicieran declaraciones sobre la crisis de Ucrania, tanto en conversaciones privadas como públicas. Al final, durante la reunión de la Asamblea General de la ONU dedicada a Crimea, el 27 de marzo, Brasil fue uno de los 58 países que se abstuvieron -junto a otros como China, India y Suráfrica- en la votación sobre el referéndum.

Hay al menos cinco motivos por los que Brasil se abstuvo en la votación de la ONU sobre Ucrania.

Quiere mantener buenas relaciones con todas las grandes potencias. La política exterior brasileña se rige por el principio de reducir al mínimo los conflictos y evitar en la medida de lo posible crearse enemigos. Históricamente, Brasil siempre ha dado preferencia al derecho a la integridad territorial sobre el principio de autodeterminación (por ejemplo, ha apoyado al gobierno de Venezuela en la reciente crisis del país), pero, en el caso de su colega del grupo de los BRICS, Rusia, la presidenta Dilma Rousseff considera que Brasil no debe inmiscuirse en los asuntos de países tan lejanos. Su tolerancia respecto a la injerencia de Moscú en Crimea se contradice con su resistencia anterior a entrometerse en los problemas internos de otros países (siempre se ha abstenido en las iniciativas occidentales para denunciar a Irán o Libia). Brasil siempre trata de ser amigo de todos y eso, con frecuencia, significa que no define, expresa ni defiende sus principios, cualesquiera que sean, ni por tanto sus intereses.

Está empeñándose al máximo para que la cumbre de los BRICS sea un éxito. Da la impresión de que para la presidenta Rousseff es más importante la asistencia de Vladímir Putin a la cumbre del 15 de julio. Dilma Rousseff, que el 5 de octubre se presentará por segunda vez como candidata al más alto cargo de su país, no puede permitirse el lujo de que el presidente ruso rechace la invitación. Ya recibe críticas por la falta de visión de la política exterior brasileña, de modo que la cumbre de los BRICS, antes de las ...