
¿Qué políticas desarrolla la Unión Europea en este rincón disputado del mundo?
La Unión Europea limita al norte con el Ártico, aunque sus estrategias políticas y económicas en las latitudes más septentrionales del globo no provocan tantos titulares como las de otros dos poderosos vecinos de la región helada, Estados Unidos y Rusia, o las de un tercero, China, sin fronteras geográficas pero con inversiones que lo han convertido en pieza clave. Tres Estados árticos, Suecia, Dinamarca y Finlandia, son también miembros de la UE. Un cuarto, Noruega, pertenece al Espacio Económico Europeo (EEE) y negocia cada año el acceso de los barcos europeos a los bancos compartidos de merluza y bacalao del Mar de Barents por valor de más de 2.000 millones de euros. Más al Norte, bajo la superficie helada, se extiende un océano de 2,8 millones de kilómetros, el llamado Ártico Central, de extensión similar al Mediterráneo, regido por la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar en 1982.
Según este tratado internacional y como la mayor parte de la superficie oceánica, el Ártico Central es alta mar, lo que podría traducirse por “de todos y de nadie”: hay libertad de navegación y sobrevuelo o libertad de pesca. El océano congelado ha impedido hasta ahora la ejecución de gran parte de esas posibilidades, pero el deshielo veloz del Ártico pone sobre la mesa oportunidades inéditas para el transporte marítimo, el turismo o la explotación de recursos naturales. El crucero de lujo Crystal Serenity se convirtió en 2017 en el primer gran buque en atravesar el Paso del Noroeste, la ruta marítima que une el Atlántico y el Pacífico por el Ártico, y hace poco más de un año un mercante de la naviera Teekay pasó en pleno invierno y sin ayuda de rompehielos por la ruta ártica entre Rusia y Francia. Los hitos son alcanzados en pleno debate sobre la urgencia climática global. Pero, ¿qué políticas desarrolla la Unión Europea en este rincón remoto del mundo?
En 2007, cuando la viralidad era un fenómeno menos banal, la imagen de una bandera rusa clavada a 4.200 metros de profundidad en las aguas del Polo Norte dio la vuelta al mundo. Simbolismos y provocaciones aparte, fue el punto de partida de una batalla que avanza más o menos silenciosa pero que para los Estados ribereños implica, en primer lugar, un largo combate por la definición de sus respectivas plataformas continentales y, por lo tanto, del derecho a los recursos, sazonado con elementos identitarios de los que se nutren las mitologías nacionales de países como Finlandia, Noruega, Rusia o Canadá.
En 2008, solo un año después de que los exploradores rusos conquistaran para la posteridad el Polo Norte, la Comisión Europea redactó su primera propuesta de política comunitaria en el Ártico; renovada luego en 2012 y 2016, constituye el pilar del proceder de la UE en la región, que con los años ha acentuado ...
Artículo
para suscriptores
Para disfrutar de todos nuestros contenidos suscríbete hoy:
Plan mensual
3,70€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF
Plan anual
37€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF