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India está de moda. Justo acabo de escribir esa frase cuando me tropiezo con la noticia de que varias famosas conocidas en todo el mundo, entre ellas las actriz Penélope Cruz y Zendaya o la modelo Gigi Hadid han participado en la inauguración de un glamuroso centro cultural en Mumbai que aspira a convertirse en un referente de la cultura india en el mundo. El poder y el deseo de influencia en todas sus formas.

India no es solo un país, hoy ya el más poblado de la Tierra, la quinta economía del mundo. Es un país-civilización, un subcontinente, con una apabullante riqueza derivada de su diversidad. Ahora, después de décadas sumida en sus propios desafíos, ha decidido ocupar el espacio que considera le corresponde en el panorama global. Una tendencia que se escenificó hace unas semanas cuando coincidieron en Delhi el Diálogo Raisina, que congrega a la élite política, económica e intelectual del mundo; un encuentro de ministros de exteriores del G20, cuya presidencia temporal ostenta; y una reunión del Quad, la alianza de seguridad en la que participan, además de India, Estados Unidos, Japón y Australia. 

Para entender algo mejor hacia dónde va India y cuál es su visión del mundo he hablado con Eva Borreguero, profesora de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid y una gran conocedora de aquel país y del sureste asiático sobre economía, política y proyección global.

Cierta polémica ha surgido en el último año por la ambigüedad con la que India parece haberse colocado con respecto a la invasión rusa de Ucrania. Por una parte, el primer ministro indio, Narendra Modi, le ha dicho abiertamente al presidente ruso, Vladímir Putin, que no es tiempo para la guerra. La defensa de la integridad territorial, de la soberanía nacional, de la Carta de Naciones Unidas están en su manual de política exterior. Por otro lado, existen entre Rusia e India estrechos lazos históricos. “Durante la guerra fría, la Unión Soviética prestó un gran apoyo a India, que fue forjando una relación muy estrecha. Ahora no está dispuesta a sacrificar de la noche a la mañana esa relación con Moscú, porque tiene unos vínculos armamentísticos muy fuertes. India lo que hace es defender sus intereses nacionales y no se puede permitir cortar sus lazos con Rusia”, explica Borreguero. Y no solo en cuestiones armamentísticas. La semana pasada Indian Oil Corporation, la principal refinería, firmó un acuerdo con Rosneft, el mayor productor ruso de petróleo, para aumentar sus ventas significativamente al país asiático. En la búsqueda por parte de Moscú de mercados alternativos a los europeos, es obvio que India es un candidato preferente. Y los dirigentes indios sostienen que su objetivo, y su obligación, es defender los intereses nacionales por encima de cualquier otra consideración.

“Los principales desafíos de India son los que derivan de gestionar 1.400 millones de personas que tienen que convertirse en clase media y aportar todo su potencial. Tiene que haber un crecimiento económico lo suficientemente rápido, que sea mayor que el demográfico”, añade Eva Borreguero. Desde que Modi llegó al poder en 2014, esa ha sido una de sus obsesiones y las cifras parecen acompañarle. En 2022 el PIB creció en torno al 7% y la inflación se situó sobre el 5,7%; las previsiones para este año, después de la rebaja aplicada en general por el impacto de la guerra en Ucrania, apuntan a un 6%, muy por encima de la media esperada para el conjunto del planeta. Ese crecimiento se ha traducido además en políticas muy concretas que abordan algunos de los principales desafíos del país como la construcción de carreteras y puertos, para ir cubriendo su inmenso déficit en infraestructuras; el desarrollo de un vibrante ecosistema tecnológico que ha permitido, por ejemplo, introducir sistemas de pago electrónico en áreas rurales y bancarizar a millones de personas; o la promoción de bombonas de gas para cocinar, que ha permitido a muchas mujeres dejar de quemar boñigas de vaca, y, con ello, los humos tóxicos de las cocinas. 

Pese a ello, India sigue siendo uno de los países más desiguales del mundo. “Según un informe de Oxfam, en 2021, el 1% poseía el 40,5% de la riqueza”, explica Borreguero. El número de mil millonarios pasó de 102 en 2020 a 166 en 2022.

Junto a la desigualdad, la contaminación, la necesidad de agilizar las instituciones del Estado y la burocracia, de mejorar las infraestructuras logísticas y de transporte, la sanidad, son algunos de los retos por delante. En definitiva, “que el potencial demográfico se convierta en dividendo”.

Es la creciente clase media la que está impulsando los cambios en el país y haciendo realidad ese potencial demográfico. Para Eva Borreguero, “uno de los puntos fuertes de India es su gran capital humano. Mucho talento. Una ventaja de las democracias, de los sistemas abiertos, es que permite que la población sea un motor de ideas, de creatividad”. En ese proceso, la educación desempeña un papel fundamental. “En India el conocimiento se valora muchísimo. En el sistema de castas, el vértice de las jerarquías lo ocupan los brahmanes, que son los guardianes del conocimiento. La sociedad valora mucho la educación de los hijos, también como elemento de movilidad social”.

Se aprecia ahí una voluntad colectiva de avanzar hacia otras metas, algo que a menudo se echa en falta en las sociedades occidentales. Una voluntad alimentada, también en parte, por el nacionalismo del primer ministro, que hoy cuenta con un 78% de apoyo popular y su partido, el Bharatiya Janata. Así las cosas, se vaticina como más que probable la revalidación de su mandato, por tercera vez consecutiva, en las elecciones del próximo año.

La otra cara de la moneda es el retroceso democrático, especialmente con lo que tiene que ver con la libertad de expresión. Como casos emblemáticos, la “persecución” a la BBC, o la expulsión del Parlamento del líder opositor Rahul Gandhi, acusado de difamación. Según el Índice de Democracia de The Economist Intelligence Unit, India ocupa el puesto 46, de 167, y es calificada como “democracia deficitaria”.

En cualquier caso, es esa clase media la que también está impulsando la búsqueda de un nuevo papel global. El ascenso de India tiene mucho que ver con el cambio del eje del poder global hacia el Indo-Pacífico. Un escenario en el que China ha surgido como el gran poder dominante, pero en el que “India aparece como una alternativa de mucho peso, por las dimensiones del país”, afirma Borreguero. “Durante mucho tiempo, ha estado encerrada en sí misma, aislada, promoviendo la política de no alineamiento. Ahora está explorando nuevos territorios, nuevas posibilidades, nuevas geografías, en Oriente Medio, en América Latina… India necesita además muchos recursos para poder mantener a su población y seguir alimentando su economía”.

Es una oportunidad también para reforzar los lazos con la Unión Europea, con la que Delhi apuesta por una relación sostenida. Según la experta, ambos bloques comparten algunos rasgos, como el deseo de desarrollar su propia autonomía estratégica y un modo de ejercer el poder global no asertivo, basado en postulados muy diferentes a los que muestran otras potencias.  De ahí el reciente acuerdo para potenciar la cooperación comercial y tecnológica en ámbitos como la medicina, la industria farmacéutica o computación cuántica. Ahí también el desafío de desplegar las capacidades que un instrumento como el Global Gateway, el programa de apoyo al desarrollo de las infraestructuras de la UE, también en el sureste asiático.

India está decidida a desempeñar un papel destacado en la configuración del mundo que viene. Por un lado, aboga desde hace años por una reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para poder ocupar un asiento que, considera, le corresponde. Por otro, cree que puede aportar un estilo propio en el orden internacional. “India sabe navegar entre distintas aguas y tener buenas relaciones con países que son antagonistas, como Irán o Israel, como Rusia y Estados Unidos. Esta visión que ellos definen como “no dual”, una posición multialineada, que preserva la soberanía y la integridad territorial. Ve este momento como una oportunidad. Se ve como un país que aporta estabilidad, consenso, capacidad de negociación entre los diferentes actores. Ve también que puede favorecer el desarrollo de todos los países de la región”, concluye Borreguero. 

Si quieren ver mi conversación completa con Eva Borreguero, pueden hacerlo aquí.

Y les recordamos que el día 20 de abril, tenemos una cita con Manuel Muñiz, Provost de IE University y decano de la IE School of Politics, Economics and Global Affairs y ex secretario de Estado para la España Global. Pueden inscribirse rellenando el siguiente formulario. Les esperamos. 

Cordialmente,

Cristina Manzano