Estados Unidos ha abolido recientemente la ley que prohibía a los gays servir en el Ejército. Aunque esto supone un importante avance, hay muchos países donde la lucha por la igualdad de los homosexuales se enfrenta todavía a unos obstáculos enormes.

 

UGANDA

La homosexualidad ya es delito en Uganda, pero un proyecto de ley presentado en el parlamento el año pasado podría agravar todavía más la situación. La Ley contra la Homosexualidad consagraría nuevos delitos penales y aumentaría el castigo para los actuales. La “homosexualidad agravada”, un delito que incluye desde las relaciones sexuales con un menor hasta ser un “autor en serie” de actos homosexuales, por ejemplo, se convertiría en un crimen castigado con la pena de muerte. También se podría ejecutar a los gays que den positivo en la prueba del VIH. Los grupos de derechos humanos han condenado esta ley, que será sometida a debate en la legislatura ugandesa a principios de 2011. Pero, independientemente de que se apruebe o no, los fanáticos antihomosexuales no van a dejar toda la persecución en manos del Gobierno. Un periódico sensacionalista local publicó hace unos meses una lista de homosexuales conocidos y llamó a los lectores a “ahorcarlos”, según informó la Radio Pública de Estados Unidos. Poco después, cuatro hombres que figuraban en la lista fueron víctimas de agresiones.

Uno de los numerosos aspectos inquietantes de la marea homófoba que está barriendo Uganda tiene su origen, según muchos analistas, en las guerras culturales de EE UU. Los misioneros cristianos conservadores que han ido al país de África oriental para evangelizar han llevado consigo, en muchas ocasiones, unas firmes opiniones sobre la homosexualidad, que parecen haberse hecho populares. El ponente del proyecto de ley es miembro de La Familia, una organización política y religiosa, cristiana fundamentalista, que tiene vínculos con miembros poderosos del movimiento evangélico estadounidense.

NIGERIA

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En un país cuya población está dividida casi por igual entre cristianos y musulmanes, todos los líderes religiosos parecen estar unidos en un solo tema: la persecución de los gays. La condena por sodomía implica una pena de 14 años de prisión según las leyes federales, y la homosexualidad se castiga con la pena de muerte en los 12 Estados que practican la ley islámica. El ejemplo más dramático es el de 18 jóvenes de la ciudad de Bauchi, en el norte del país, que fueron detenidos por presunto travestismo en 2007 y después acusados de sodomía, un delito que, en los tribunales islámicos de la región, podía haberles supuesto morir lapidados (afortunadamente, fueron puestos en libertad debido a las presiones internacionales).

A pesar del consenso entre las diversas confesiones de Nigeria, la Iglesia Anglicana es la que más abiertamente ha hablado contra la homosexualidad. Cuando la Iglesia Episcopal internacional se dividió por el debate sobre si había que permitir que los homosexuales declarados fueran sacerdotes, los conservadores acudieron al arzobispo de Nigeria, Peter Akinola, en busca de directrices para su secta escindida. Según escribió Akinola, “la homosexualidad es una desobediencia flagrante a Dios que permite a las personas pervertir la expresión sexual con el otro sexo, tal como ordena Dios. Los homosexuales se han equivocado; han demostrado que infringen las leyes divinas”.

El Gobierno nigeriano está encantado de defender estas opiniones, que están muy extendidas. En 2006, el embajador ante la ONU declaró ante el Consejo de Derechos Humanos: “La idea de que las ejecuciones por delitos como la homosexualidad y el lesbianismo son un castigo excesivo es una idea sesgada, no objetiva. Lo que unos pueden considerar un castigo desproporcionado para unos delitos tan graves y odiosos, a otros puede parecerles apropiado y justo”.

 

MALAISIA

Tal vez el mejor ejemplo de la actitud de Malaisia hacia la homosexualidad es la experiencia de Anwar Ibrahim, el dirigente más famoso de la oposición, que siempre ha negado ser gay. Sus enemigos en el Gobierno vieron que esa acusación era una de las armas más poderosas que tenían para desacreditarlo: en 1998, Anwar era viceprimer ministro cuando sus rivales políticos le acusaron de practicar la sodomía. Le destituyeron, le juzgaron y le condenaron a nueve años de cárcel. Aunque en 2004 se desestimaron los cargos, volvió a los tribunales a principios de 2010 acusado de practicar la sodomía con un ayudante suyo.

Anwar asegura que las acusaciones tienen una motivación política y que demuestran hasta dónde está dispuesto a llegar el partido gobernante para obstaculizar a la oposición. Sin embargo, la comunidad de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales (LGBT) de Malaisia extrae otra conclusión: su país, pese a ser de un islamismo moderado, es un lugar peligroso para salir del armario.

En la actualidad, Malaisia tiene una policía moral encargada de detener a los homosexuales. Ser gay supone un castigo de hasta 20 años de cárcel, y la junta de censura del Gobierno ha prohibido las películas sobre temas de gays y lesbianas porque considera que están en contra de la cultura malaya y el islam.

No obstante, es posible  que las cosas estén cambiando. Un pastor abiertamente homosexual fundó la primera iglesia favorable a los gays hace casi tres años, y todavía no le han metido en prisión, pese a la oposición del Ejecutivo y otras autoridades religiosas. Es un paso en el largo camino que queda por delante.

 

IRÁN

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Durante su visita a la Universidad de Columbia en 2007, el presidente Mahmud Ahmadineyad proclamó: “En Irán no tenemos homosexuales como en vuestro país”. Su afirmación provocó las risas del público. Pero tenía razón: los homosexuales iraníes no pueden declarar su sexualidad tan a las claras como los estadounidenses porque su vida corre peligro. No hay más que ver la ejecución, en julio de 2005, de dos jóvenes gays acusados de violación y alteración del orden público. Por desgracia, no es nada extraordinario: los homosexuales iraníes se enfrentan habitualmente a la brutalidad de la policía y los paramilitares, la discriminación y el aislamiento en la escuela y en sus familias.

Muchos gays en la república islámica tienen tanto miedo que, como detalla un reciente informe de Human Rights Watch, intentan hacerse operaciones de cambio de sexo: “Irán ha adquirido renombre en todo el mundo por su número relativamente elevado de cirugías de cambio de sexo; muchos de los que se someten a ellas son probablemente gays, lesbianas o bisexuales que se sienten obligados a hacerlo para eliminar la mancha de la homosexualidad y adquirir un estatus legal con arreglo a las leyes iraníes”, dice el informe.

Existe una pequeña comunidad de gays y lesbianas que se reúnen para discutir temas que les afectan, pero, debido a la persecución oficial, el movimiento de los derechos de los homosexuales sigue siendo en gran parte clandestino.

 

ARABIA SAUDÍ

Como ocurre en otros países sometidos a interpretaciones estrictas de la ley islámica, el castigo para el sexo homosexual en Arabia Saudí es la muerte a latigazos. También puede haber condenas de cárcel. Se puede azotar a los hombres que “se comportan como mujeres”. Al parecer, las cosas son tan difíciles para los gays que un diplomático que representaba al reino saudí en Los Ángeles solicitó asilo después de que los empleados del consulado descubriesen que era gay e informaran de ello a Riad. El diplomático dijo que temía por su vida si volvía a su país.

No obstante, por lo visto, en Arabia Saudí existe un mundillo homosexual clandestino bastante floreciente si uno sabe dónde buscarlo. Un residente en Riad declaró a The Atlantic que la capital es “un paraíso gay”. La amplia existencia de relaciones entre personas del mismo sexo en el país se explica por la estricta segregación que se aplica entre hombres y mujeres, que no se relacionan entre sí fuera de la familia. En las escuelas y otros lugares privados, decía el artículo de The Atlantic, los jóvenes experimentan con gente del mismo sexo por falta de otras opciones.

 

JAMAICA

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“El abominable crimen de la sodomía”, como se conoce la homosexualidad en las leyes de Jamaica, puede costar a quienes lo cometen hasta 10 años de trabajos forzados. Pero el mayor peligro para los gays es la homofobia creciente y agresiva en ciertos sectores de la sociedad jamaicana. La violencia callejera contra los transexuales, transgéneros y homosexuales es escandalosamente común. Buju Banton, uno de los artistas de dance-hall más populares del país, cantaba canciones que hablaban de disparar contra los homosexuales con metralletas y quemarles la piel, y no es el único; muchos otros músicos populares han clamado contra los gays y han instado a su público a actuar contra ellos.

Las leyes y las actitudes discriminatorias también han dificultado la lucha contra la propagación del VIH/sida; por ejemplo, en un país en el que el 1,5% de la población está infectado, y ese porcentaje aumenta sin parar, a veces se recurre a las leyes antisodomía para detener a educadores sobre el sida.  Pero, a pesar de las presiones internacionales, el Gobierno jamaicano continúa resistiéndose a reformar las leyes sobre este tema. No es extraño, pues, que muchos homosexuales abandonen el país en busca de lugares más seguros. El Foro Jamaicano para Lesbianas, Pansexuales y Gays (J-FLAG) lucha para lograr un país  más tolerante, pero hasta ahora ha logrado escasas victorias. Una campaña denominada Basta de Música Asesina, que se creó para combatir las letras homofóbicas en la música de dance-hall, sí ha obtenido algunos resultados: varios artistas han aceptado no emplear letras que inciten a la violencia contra esta comunidad.

 

SENEGAL

Hubo un tiempo en el que Dakar estaba considerada como la capital gay de África, pero la homofobia que parece inundar hoy el continente ha llegado también a la capital senegalesa. La violencia callejera, la brutalidad policial e incluso el linchamiento de homosexuales son habituales en el país, según Human Rights Watch. El pasado mes de abril hubo un ejemplo especialmente macabro cuando una muchedumbre airada exhumó y profanó el cadáver de un gay; en los dos últimos años ha habido cuatro casos así. Además de la discriminación y los malos tratos en la calle, las leyes del país prohíben la homosexualidad. Incluso la mera publicación de fotografías de una boda entre personas del mismo sexo puede hacer que detengan a su autor en este país de predominio musulmán.

Un activista senegalés por los derechos de los homosexuales ha hablado con la agencia France Presse y, con la condición de que se respetase su anonimato, ha asegurado que la situación en el país está empeorando y muchos gays están huyendo a los Estados vecinos. Las organizaciones internacionales de derechos humanos han criticado categóricamente a Dakar por no proteger como es debido a las minorías sexuales, pero no parece que vaya a haber mejoras en un futuro próximo.

 

LITUANIA

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Aunque la homosexualidad no es delito en Lituania, como en casi todos los demás países de esta lista, los medios de comunicación y la Iglesia Católica se aferran aún a su homofobia, pese a que la mayor parte de Europa ha avanzado en la dirección opuesta. En septiembre de 2009, el Parlamento lituano empezó a debatir dos leyes muy polémicas: una que pretendía criminalizar la homosexualidad y otra que quería prohibir su “promoción”. La ley de criminalización quedó derrotada, pero en cambio se aprobó una ley que pretende mantener la información sobre la homosexualidad fuera del alcance de los niños.

Aun así, la comunidad gay en Lituania está resistiendo, y en mayo celebró un desfile del orgullo en Vilnius. La celebración se vio violentamente interrumpida cuando unos contramanifestantes arrojaron bombas de humo y gritaron insultos. Los activistas han aprovechado la aspiración del país a entrar en la Unión Europea y han dicho que las leyes antihomosexuales infringen los acuerdos de la UE en materia de derechos humanos.

 

CAMERÚN

Desde hace cuatro décadas, el código penal de Camerún ordena penas de hasta cinco años de prisión para cualquiera a quien se descubra en actos sexuales con personas del mismo sexo. Pero la histeria antigay alcanzó un nivel sin precedentes en 2005, cuando un arzobispo local pronunció un discurso inflamatorio en el que acusó a la comunidad LGBT de Camerún de ser responsable del desempleo y la corrupción del país. La homilía desató un furor de retórica antihomosexual y los periódicos sensacionalistas publicaron nombres de presuntos gays, incluidos miembros del Gobierno. Hoy en día, los “actos homosexuales” están penados por la ley y acarrean una condena de hasta tres años de cárcel.

El verano pasado, un gay camerunés pidió asilo en Gran Bretaña para huir de la persecución en su país. Algunos activistas están tratando de desafiar la ley hablando abiertamente de la homosexualidad para eliminar el estigma que lleva asociado, y varios abogados luchan contra las leyes antigays en los tribunales. Pero da la impresión de que aún les queda mucho camino por recorrer.

 

HONDURAS

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El matrimonio homosexual es ilegal en Honduras desde 2005. Y aunque no están prohibidas las relaciones entre personas del mismo sexo, las autoridades miran hacia otro lado cuando se cometen actos violentos contra los gays. En este país centroamericano, es frecuente que los policías sean los peores culpables de este tipo de acciones (sobre todo contra los transexuales). En septiembre, por ejemplo, un agente de policía en la capital, Tegucigalpa, apuñaló a un prostituto transexual y lo mató (posteriormente le condenaron a entre 10 y 13 años de cárcel). Los activistas advierten de que la homofobia se ha disparado desde el golpe de Estado de 2009 que expulsó al ex presidente Manuel Zelaya.

Aunque la comunidad LGBT hondureña tiene preocupaciones más graves que la prohibición del matrimonio homosexual en 2005, los grupos locales han luchado contra la medida, que temen que reduzca a los gays y lesbianas a la condición de ciudadanos de segunda categoría. Asimsimo, los activistas están trabajando para evitar la difusión del VIH/sida y mejorar los derechos de los trabajadores sexuales.

 

 

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