Los objetivos de los integristas en estas dos ciudades autónomas tienen miras globales y pueden comprometer la seguridad de España y Europa. 

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Residentes musulmanes rezando en una mezquita en Melilla. Marco Di Lauro/Getty Images

La red terrorista de Al Qaeda utiliza en sus discursos a las ciudades autónomas españolas de Ceuta y Melilla y reivindica la usurpación de las tierras pertenecientes al conjunto de la comunidad de creyentes musulmanes (la umma). Para el yihadismo, Occidente ha dividido a la comunidad musulmana de manera deliberada, fragmentándola en distintas naciones de manera artificial para mantener al islam fraccionado y enfrentado entre sí.

Según el líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, que Ceuta y Melilla sean españolas, es sinónimo de ocupación de una tierra musulmana. Dicha ocupación está condicionada al amparo de organismos internacionales, en particular de la ONU. En el año 2007, incluía explícitamente a las ciudades en la umma: “Juramos por Alá que no abandonaremos las armas, no detendremos nuestra guerra santa, no renunciaremos a nuestras creencias ni a Al Andalus, Ceuta, Melilla, Bosnia, Kosovo…”.

Resulta evidente que Ceuta y Melilla no son las únicas ciudades españolas que pueden verse afectadas por las redes de reclutamiento yihadista. Pero, en concreto son dos de sus barrios los que suponen un entorno favorable para el alistamiento de nuevos terroristas: El Príncipe Alfonso en Ceuta La Cañada Hidum en Melilla. La detención en junio de ocho individuos encargados de la asimilación de futuros integristas ha puesto de manifiesto que barrios marginales como el ceutí sea un hervidero de posibles radicales dispuestos a acudir al llamamiento de la yihad en Siria.

Mientras, en el barrio melillense se ha descubierto que la secta ultrarradical, Takfir wal Hijra, ha extendido su influencia. Sus seguidores promulgan la reducción a la categoría de apóstata de un musulmán por otro musulmán. Su principal y peligrosa característica es que están legitimados para obviar los preceptos del islam (como no rezar, no beber alcohol, no delinquir, entre otros) con el fin de pasar desapercibidos en la sociedad occidental. Tanto Ceuta como Melilla representan un fructífero caldo de cultivo para los takfirís. La mayoría de los musulmanes que residen en estas dos ciudades han nacido en España o son hijos de inmigrantes musulmanes, por lo que han adoptado un estilo de vida occidental, conocen el idioma y las costumbres, siendo los más temidos por los servicios policiales europeos al ser tan difícil su detección en caso de ser captados para la causa takfirí.

El regreso del primer presunto yihadista español vinculado al Ejército Islámico de Irak y Levante (ISIL) en Siria ha aumentado la preocupación por la figura del retornado en las fuerzas y cuerpos de seguridad y servicios de inteligencia europeos. Este individuo, llamado Abdeluahid Sadik Mohamed, intentó justificar un falso victimismo para eludir la detención por integración en organización terrorista. Aseguró que se había negado a ser mártir y que regresaba porque añoraba a su familia. La evidencia es que su proceso de radicalización se había completado en todas sus fases tras la determinación de empuñar armas de fuego y la participación en acciones de combate.

Teniendo en cuenta el enorme potencial y riesgo extremo que suponen los combatientes extranjeros integrados en los grupos afines a Al Qaeda en Siria, que podrían ser desde 7.000 hasta 30.000 (este número tan amplio es el que fuentes israelíes y algunos servicios de inteligencia europeos barajan, si bien, hay que tener en cuenta cuales de estos combatientes son yihadistas y cuales no). La peligrosidad inherente del retorno de los terroristas se ha comprobado tras las primeras operaciones de los cuerpos de seguridad de Francia y Gran Bretaña que han neutralizado atentados que iban a ser cometidos por los retornados en suelo europeo. En España se podría haber entrado en la misma dinámica tras el regreso de Abdeluahid Sadik Mohamed.

Pero, ¿qué hace a Ceuta y Melilla ser tan atractivas y proclives al reclutamiento yihadista?

Son muchas las características que inspiran a los terroristas a asimilar a los futuros miembros en estas dos ciudades. Cuentan con particularidades sociales: la marginalidad social y el alto índice de paro. Son comunidades muy cerradas que presentan gran dificultad de infiltración de fuentes humanas en la lucha antiterrorista. Geográficamente son estratégicas por varios motivos: sus fronteras son difíciles de controlar dada su situación geográfica (al ser dos enclaves fronterizos pueden ejecutar su actividad en los dos lados) y la proliferación del urbanismo ilegal, en particular en la zonas deprimidas. También la represión del Gobierno marroquí hace que los integristas busquen refugio en ambas ciudades autónomas. El entramado político también afecta, sobre todo por el descontento con la clase política en el poder; ha quedado claro recientemente con los graves disturbios desatados en Melilla tras la adjudicación de 200 empleos públicos. Al igual, los motivos ideológicos tienen un gran peso; existe una gran presencia de miembros simpatizantes de organizaciones integristas que mantienen contactos con otras personas del colectivo musulmán.

Asimismo, el continuo aumento de la población musulmana en Ceuta y Melilla puede afectar al aumento del radicalismo yihadista, al tener los radicales una mayor cantera para poder alistar a nuevos adeptos. Han existido varios enfrentamientos en la principal mezquita de Ceuta entre los partidarios del rito malekí, tradicional en la ciudad y promovido por el Rey marroquí Mohamed VI, y los partidarios del rito tabligh, más rigorista. Por otro lado, está la importancia manifiesta de los líderes radical religioso como han sido Abdesalam Ben Daud (imputado en la operación Duna de la Policía Nacional en 2006) o Tarik Hammudi (imam de la mezquita Ibn Rochd que amenazó a los cuerpos de seguridad españoles que realizaron la operación en junio de 2013). Además, entre los jóvenes desarraigados de barrios marginales se ha puesto de moda ser integrista, lo que supone un refuerzo para su identidad y conciencia de grupo. Existe una alta vinculación entre la delincuencia y el yihadismo con los líderes de bandas que se radicalizan tras pasar por prisión y arrastran a sus seguidores. Económicamente, existe un incremento de las empresas creadas con capital islámico dedicadas a la importación y exportación y que pueden encubrir fines distintos (blanqueo de capitales, tráfico de drogas).

Pero son algunas las posibles medidas que ese pueden adoptar para paliar esta radicalización: elaborar un plan de prevención integral para evitar zonas marginales, por ejemplo. La intensificación de los controles fronterizos poniendo especial interés en la inmigración ilegal, tráfico ilegal de personas, armas y vehículos, podría ser muy efectiva. También un mayor control institucional de mezquitas, imanes, asociaciones religiosas y el seguimiento de los centros de culto y asociaciones islámicas relacionadas con grupos tendentes al radicalismo y la actividad llevada a cabo por yihadistas condenados en centros penitenciarios. El control de establecimientos y empresas árabes y/o islámicas, así como a las personas que las regentan y posibles actividades paralelas de carácter ilícito. El incremento en la captación de colaboradores de las fuerzas de seguridad en organizaciones y centros islámicos radicales y en barrios de difícil penetración, sería muy efectivo.

Y es que aunque a primera vista el radicalismo yihadista en las ciudades de Ceuta y Melilla es un problema aparentemente local que incluso por cierta lejanía geográfica con la Península, no afecta al conjunto de España, la realidad es que los objetivos perseguidos por los integristas tienen miras globales. El ejemplo más claro son las redes de reclutamiento para la yihad en Siria y que antes también funcionaban para el envío de muyahidines a Irak. Además, la cercanía con Marruecos es un agravante, al ser ambas fronteras muy porosas y permitir el tránsito de radicales hacia nuestro país y por lo tanto hacia territorio europeo.

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