
Con las elecciones próximas a celebrarse, he aquí los retos a los que se enfrenta el país. Su estabilidad está en peligro.
Chad se ha convertido en un interlocutor importante de Occidente dentro de la lucha contra el yihadismo en el Sahel, pero la situación del régimen es cada vez más delicada y 2016 está resultando un año muy difícil. Además de las tensiones ante la elección presidencial del 10 de abril y el creciente malestar social, el país sufre una grave crisis económica y tensiones cada vez más fuertes entre religiones, a lo que hay que añadir los ataques mortales de Boko Haram, pese a que el movimiento está debilitándose. El Gobierno, en lugar de llevar a cabo una intervención política y social en las áreas afectadas por la violencia yihadista, está utilizando sobre todo una estrategia militar que amenaza con empeorar aún más las cosas. Por otro lado, a medida que se acerca una elección en la que es probable que el presidente, Idriss Déby, obtenga un quinto mandato, muchos chadianos creen que la falta de un cambio democrático o un plan de sucesión viable puede desembocar en una crisis violenta. Es absolutamente necesario abrir el espacio político y crear unas instituciones del Estado sostenibles y capaces de obtener el respaldo de la gente. Para ello, tanto las autoridades nacionales como sus socios internacionales deben cambiar de estrategia.
Hasta hace poco, se consideraba que Chad era un país pobre, sin ninguna influencia y bajo la amenaza constante de la rebelión. Pero ya no es así: normalizó las relaciones con Sudán en 2010, ha empezado a producir petróleo y se ha convertido en una potencia militar crucial, no sólo en la franja del Sahel y el Sáhara, sino también más al sur, en la República Centroafricana (RCA). Con el despliegue de sus soldados en diversos frentes, que incluyen una intervención muy criticada en la RCA, la presencia en Malí y, más recientemente, en el valle del lago Chad para combatir a Boko Haram, el régimen está poniendo en práctica una estrategia de diplomacia de las armas, con la esperanza de encabezar la guerra contra el terrorismo en la región. De esa forma, Chad ha consolidado sus alianzas con países occidentales basadas en la lucha contra un enemigo común, pero que, según algunos chadianos, son una póliza de seguro para un régimen que carece de legitimidad. Dicha asociación, que entra dentro de una larga historia de estrechas relaciones con Occidente, entraña importantes riesgos políticos y democráticos.
Desde el punto de vista interno, Chad sigue siendo frágil y afronta una amenaza sin precedentes contra su seguridad. Siempre ha sufrido revueltas étnicas y regionales, pero hoy está envuelto en un nuevo tipo de lucha, una batalla asimétrica contra el movimiento yihadista violento Boko Haram. Aunque el grupo no cuenta con una auténtica base social en el país, es indudable que en sus filas militan chadianos. Después de un primer ataque ...
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