Las agendas políticas, económicas y diplomáticas de estos tres países están cada vez más interconectadas, y este hecho representa el mayor pilar de estabilidad para estas naciones y todo Asia.

© Fotolia: fpdress
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La Sexta cumbre celebrada en Seúl, el pasado noviembre, entre China, Japón y Corea del Sur y en la que participaron sus máximos líderes políticos, vino cargada de un gran simbolismo, supone un mayor acercamiento de estos países ante una evidente necesidad económica y diplomática común, pero a la vez es un gesto de extraordinario valor en la siempre complicada política de Asia oriental.

Pekín, Tokio y Seúl han logrado llegar a un acuerdo de mínimos que puede generar estabilidad en el escenario regional y de intereses del nordeste asiático, hay que recordar que son las grandes fábricas globales, potencias económicas y consumidores energéticos de primer orden, su población representa el 70% de toda Asia Oriental y su Producto Interno Bruto (PIB), el 70%  de la producción económica asiática (China es el mayor socio comercial de Japón y de Corea del Sur, mientras que Japón es el segundo socio comercial de China y Corea del Sur, el tercero). La Presidenta surcoreana, Park Geunhye, calificó la reunión de "histórica" y puso de relieve la voluntad de las tres partes de expandir la cooperación económica "para impulsar de nuevo el crecimiento". La  cuestión es, ¿por qué ahora?

En noviembre de 2014, tuvo lugar en Pekín, la cumbre de la APEC, en ella los focos informativos se centraron en el papel que entre bambalinas desarrollarían tanto China como EE UU, en la capacidad de seducción de estos grandes países a la hora de atraer a otros Estados a sus proyectos regionales de comercio y desarrollo. En dicha búsqueda por conseguir la mejor pieza de caza de la cumbre, se olvidó el gran valor simbólico que tuvieron las reuniones bilaterales entre China y Japón, con un apretón de manos de sus mandatarios y la voluntad de ambos países por reparar unos lazos congelados durante los últimos dos años, a raíz de su disputa por la soberanía de las islas conocidas como Diaoyu en mandarín o Senkaku en japonés y cuestiones históricas todavía pendientes de solventar entre ambas naciones. El primer ministro nipón, Shenzo Abe, declaró a la prensa que la reunión “representaba un primer paso para mejorar las relaciones bilaterales y regresar a la base de una relación mutuamente beneficiosa basada en intereses estratégicos comunes”. En esta misma cumbre, Pekín también cerraba un acuerdo de libre comercio con Corea del Sur, con la que cuida una excelente sintonía desde la llegada de Park Geun-hye al poder.

Desde 2012 -año en el que Shinzo Abe se convirtió en Primer Ministro japonés- los máximos responsables políticos de estos tres países no mantenían una reunión cara a cara para analizar la situación de sus relaciones que no pasaban  por su mejor momento. De esta escenificación de alto nivel político de noviembre de 2015, se extraen varios acuerdos básicos: la integración regional, los tres países han accedido a trabajar juntos para crear de una vez por todas un acuerdo de libre comercio entre los 16 miembros de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), en la cuestión sobre la península coreana abogaron por el restablecimiento de las conversaciones a seis bandas los tres países firmantes, Corea del Norte, Estados Unidos y Rusia, paralizadas desde 2009: "Reiteramos nuestra firme oposición al desarrollo de armas nucleares en la península coreana y mantenemos que deben aplicarse estrictamente las obligaciones y los compromisos internacionales marcados por las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU", expresaron los líderes en la declaración, así como acelerar las conversaciones para que fructifique un acuerdo de libre comercio entre los tres. Seúl y Pekín firmaron hace pocos meses el suyo, mientras que Japón acaba de unirse a la Alianza Transpacífica, donde no están ni China ni Corea del Sur.

Las interconexiones de estas tres potentes agendas diplomáticas subrayan la necesidad de la búsqueda de una mayor estabilidad, seguridad y confianza en la región; concitan la importancia de pensar el grado de profundidad que las mismas alcanzarán tras los discursos de sus máximos representantes, a nivel político, económico, financiero, diplomático que abonen un escenario de diálogo capaz de dar solución a los serios problemas existentes en el conjunto de las agendas de cada uno de estos Estados: sobre todo por la cada vez mayor influencia china y los cambios llevados a cabo en la política de defensa nipona, sin olvidar la situación de Corea del Norte.

La potenciación, a través de las  cumbres y de  la labor cotidiana de sus gobiernos, por una agenda común tendrá como única finalidad asentar un cambio sustancial que asuma las transformaciones  regionales, así como los nuevos protagonismos de estos tres países en el área. En el fondo esta cumbre responde a las tres características esenciales de la denominada "interdependencia compleja" desarrollada por Robert Keohane y Joseph Nye: la existencia en estos tres países de canales múltiples que conectan las sociedades, no olvidemos la presencia de las pequeñas y medianas empresas coreanas en China que permite un peculiar intercambio que va más allá de las simples relaciones económicas y comerciales, sin olvidar al sector turístico que cada vez tiene una mayor importancia entre países como China y Japón, siendo un ejemplo significativo que entre el 1 y el 7 de octubre de 2015, los turistas chinos acudieron en masa a Japón, o que los viajeros de la parte continental de China gastaron 466.000 millones de yenes (3.800 millones de dólares estadounidenses) en el periodo entre julio y septiembre, del total de 1.000.900 millones de yenes (8.200 millones de dólares) que se dejaron los turistas extranjeros; un segundo aspecto es la relativa a la agenda y en la que no se priorizan los aspectos de seguridad militar, está claro que los resultados de la cumbre potencian una agenda económica y comercial como la base del establecimiento de bases seguras para el entendimiento; también, la denominada interdependencia compleja que no prioriza el uso de la fuerza militar, esta cumbre si algo destaca al menos  sobre el papel es que se busca atender a los desafíos a través del diálogo.

China, Corea del Sur y Japón, estos dos últimos aliados a priori de Estados Unidos, mantienen unas profundas relaciones comerciales y económicas, y cada vez más sus sociedades y modelos económicos sienten muy de cerca el grado de conexión. Esta cumbre fue un empuje al conjunto de esfuerzos que estas naciones vienen  realizando en los últimos tiempos, la necesidad de converger en acuerdos es prioritario, han sido capaces de ver que la suma de esfuerzos en estos momentos es necesaria ante los retos domésticos y regionales de primer orden a los que se enfrentan, es un juego geoestratégico en el que todas las partes ganan si sus agendas políticas, económicas, diplomáticas están cada vez más interconectadas y donde la complejidad y riqueza de sus intercambios y relaciones de vecindad representan el mayor pilar de estabilidad en este caso para China, Japón y Corea del Sur, pero también para el resto de Asia, sería interesante que a este acuerdo pudiera sumarse la cada vez más presente India de Narendra  Modi.