1.186 millones ante el televisor

Correa de transmisión del poder en los 80, la televisión
se ha convertido en la principal forma de ocio en China, sobre todo para mayores
y clases populares, según refleja la medición de audiencias instaurada
en los 90, y en un enorme mercado publicitario. El programa estrella es el Especial
del Año Nuevo chino, con más de 500 millones de espectadores,
y le siguen los dramas o culebrones históricos
made in China.

Cartel con Imagen de 3

Hablar de la televisión en China necesita un uso constante de superlativos:
es referirse a un universo que comprende nada menos que el 25% de los telespectadores
del planeta -para ser exactos, 1.186 millones de telespectadores mayores
de cuatro años-, pero también a las más de 2.500
cadenas que emiten en las varias decenas de lenguas existentes en China (mandarín,
cantonés, tibetano, manchú, coreano, turcomano…), además
de diversos tipos de canales y sistemas de transmisión -canales
de empresas, distritos, ciudades, provincias…, terrestres, por cable o vía
satélite- que, en teoría, permiten que unas personas que
residen a 5.000 kilómetros de distancia unas de otras, de Este a Oeste
y de Norte a Sur, vean al mismo tiempo sus programas favoritos. Es evidente
que nos movemos en otro mundo, distinto al habitual en Occidente.

La televisión china se consolidó, sobre todo, en los 90. Desde
el punto de vista técnico, la creación de una red de cable permitió
que millones de hogares rurales en las provincias más alejadas de la
zona occidental, con frecuencia pertenecientes a minorías distintas de
los han [etnia a la que pertenece más del 90% de la población
y cuya lengua es el mandarín], recibieran, por fin, la televisión
y, con ella, las últimas noticias de Pekín. El desarrollo simultáneo
de la televisión por satélite permitió aumentar la audiencia
de forma considerable y animó a las cadenas a emitir una programación
de más calidad, con el fin de atraer a nuevos espectadores. Paralelamente
a las transformaciones económicas y sociales, en la televisión
fueron surgiendo -con el respaldo de los gobernantes- géneros
nuevos: los programas Horizonte oriental (1993), El tema de hoy (1994) e Investigación
de noticias (1996) proponían al público chino, que consideraba
la televisión como su principal fuente de distracción, trabajos
más objetivos, más científicos, menos dirigidos, sobre
temas de la vida cotidiana.

La fecha clave de este cambio fue 1992: ese año, la decisión histórica del
Partido Comunista Chino de implantar la célebre "economía socialista de mercado"
significó que la televisión debía empezar a funcionar "como una sociedad privada".
Las cadenas de televisión, de pronto responsables de su presupuesto, ya no podían
conformarse con esperar el cheque anual del Estado. En 1997, la televisión pública
(CCTV, Televisión Central de China) obtuvo 4.000 millones de yuanes (casi 400
millones de euros) por publicidad, 100 veces más que las subvenciones gubernamentales.
Este cambio hizo que la televisión dejara de ser exclusivamente un órgano de
comunicación del Gobierno y empezara a intentar satisfacer las expectativas
del mercado, es decir, los deseos de los espectadores.

Gráfico: Las provincias más ricas del Sur disponen de una oferta más variada y mayor acceso al cable y otros canales que las zonas más atrasadas (Noroeste, Norte y Nordeste), donde se ven, en general, los tradicionales.

Las provincias más ricas del Sur disponen de una
oferta más variada y mayor acceso al cable y otros canales que
las zonas más atrasadas (Noroeste, Norte y Nordeste), donde se
ven, en general, los tradicionales.

Fuente: TNS-CSM Sofres Media
(2000/2001/2002/2003).

Descargar Image Ampliada

Sin embargo, aunque en 1997 más del 95% de los hogares poseían
un televisor (en color para las zonas urbanas; con frecuencia, en blanco y negro
para las zonas rurales), y casi 70 millones de chinos tenían acceso al
cable, aún quedaba mucho para que la industria televisiva pudiera adaptarse
a desafíos como las nuevas tecnologías y la futura entrada de
China en la OMC (Organización Mundial de Comercio).

MANDA LA AUDIENCIA
A lo largo de los cinco últimos años, la televisión china
ha seguido adaptándose y profesionalizándose. La CCTV comprende
hoy 14 canales, que ofrecen un panorama temático impresionante (canal
de deportes, de cine, canales infantiles, canal en inglés, canal de desarrollo
de las regiones remotas como, el Canal del Oeste); las fusiones y los acuerdos
se han multiplicado y han engendrado numerosos conglomerados de medios de comunicación
(como Shanghai Media Group, que agrupa a Shanghai TV y Oriental TV, o Beijing
TV, la unión de Beijing Terrestrial TV y Beijing Cable TV). Además,
China acaba de dar luz verde a la entrada de inversión extranjera en
productoras de cine y de programas de televisión, con el objetivo de
mejorar la cantidad y calidad de los programas.

Gracias a la entrada de China en la OMC a finales de 2001, el Gobierno, que
había perdido el control del desarrollo de los canales en los 90, pudo
recuperar su sitio. Utilizó el miedo a la apertura del mercado y la llegada
de los agentes internacionales -cuando lo cierto es que la OMC no impone
ninguna restricción en el campo de los medios de comunicación-
para incitar a las cadenas de televisión a acelerar las fusiones, y aprovechó
para intervenir en la composición nueva de cadenas y equipos.

La programación ha empezado a revisarse en función de los estudios
de audiencia, como en el extranjero. Los programas con pocos espectadores o
con pérdidas desaparecen de la pantalla, cosa impensable hace unos años.
Por último, desde el punto de vista técnico, China ha establecido
como prioridad el desarrollo de la televisión digital, con un objetivo
claro y preciso, digno de los mejores momentos de la economía planificada
de los 50: la implantación de la televisión digital en las principales
ciudades a partir de 2005, para que todo esté listo para los Juegos Olímpicos
de Pekín, en 2008, y el país esté digitalizado en 2015.

En un decenio, la televisión en China se ha transformado, hasta figurar
entre las grandes y convertirse en el modo esencial de desarrollo de la cultura
china. Esto despierta nuestra curiosidad: ¿Es especial la televisión
china? ¿En qué aspectos? ¿Qué les gusta ver a los
chinos y, sobre todo, quiénes son esos telespectadores? Y, por último,
¿qué retos presenta el futuro?

Gráfico: Los picos de audiencia corresponden a los siguientes acontecimientos: Año Nuevo: enero/febrero (alrededor de dos semanas); semana de vacaciones del 1º de mayo; semana de vacaciones por la Fiesta Nacional (1 de octubre); mitad de julio/agosto: vacaciones escolares y universitarias; abril/mayo (Sars en China, interrupción de la actividad, mayor consumo de TV).

Los picos de audiencia corresponden a los siguientes acontecimientos:
Año Nuevo: enero/febrero (alrededor de dos semanas); semana de
vacaciones del 1º de mayo; semana de vacaciones por la Fiesta Nacional
(1 de octubre); mitad de julio/agosto: vacaciones escolares y universitarias;
abril/mayo (Sars en China, interrupción de la actividad, mayor
consumo de TV).

Fuente: TNS-CSM Sofres Media (2003).

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En 2004, la televisión es, con diferencia, la principal forma de ocupar el
ocio en China. En este vasto país en desarrollo, la televisión es un fenómeno
omnipresente, y qué mejor forma de probarlo que decir que, por término medio,
cada chino pasa casi tres horas al día delante del televisor.

La tendencia de consumo ha variado poco desde que se establecieron los índices
de audiencia en 1997, aunque sí se observa una ligera disminución
en 2002 y 2003. Las cifras colocan a China en un nivel próximo al de
los países europeos, pero lejos de Japón o EE UU (cuatro horas
por día y habitante). Como en otros países, el consumo de televisión
en China obedece a unas reglas naturales, como la edad, el nivel educativo o
el nivel de ingresos, pero también responde a una serie de factores endógenos.

La televisión china se ha transformado
hasta el punto de figurar entre las grandes y convertirse en el modo esencial
de desarrollo de la cultura china

La situación geográfica desempeña un papel crucial: en
las regiones del norte de China, donde hace frío durante casi seis meses
al año, los habitantes pasan casi tres horas y media al día ante
el televisor, mientras que la media es de una hora menos en las regiones del
Sur y el Este. Asimismo, el nivel de desarrollo económico, desigual entre
las regiones ricas (la costa, el Sur, las grandes ciudades…) y las regiones
pobres (la zona occidental, el campo…), ha transformado la función
de la televisión, menos necesaria para los habitantes urbanos, que tienen
acceso a otras posibilidades de ocio.

También hay que tener en cuenta las variaciones de origen cultural
según las estaciones. La sociedad china sigue profundamente aferrada
a los periodos de vacaciones oficiales: el Año Nuevo chino (finales de
enero-comienzos de febrero), la semana del 1 de mayo y la del 1 de octubre (creación
de la República Popular de China). Las cadenas se rigen por dichos periodos
y aprovechan para ofrecer entonces sus mejores programas. Por consiguiente,
se ven con claridad tres picos de audiencia en esas épocas.

En Año Nuevo, cientos de millones de personas aprovechan los siete días
de vacaciones nacionales y se reúnen en familia ante el televisor. Durante
esa semana, el consumo de televisión por habitante se eleva a casi cinco
horas al día. En cambio, durante las suaves jornadas de primavera, el
consumo televisivo disminuye, y sólo vuelve a aumentar en verano, gracias
a los estudiantes de vacaciones. A semejanza de otros países, la televisión
china tiene una hora punta, de las 19.00 a las 21.30, con casi la mitad de los
telespectadores (unos 600 millones) de todo el país.

Gráfico: En China, los jóvenes adultos son mucho más acomodados que los jubilados, por lo que éste también podría ser el gráfico de la distinción entre modestos y acomodados.

En China, los jóvenes adultos son mucho más
acomodados que los jubilados, por lo que éste también podría
ser el gráfico de la distinción entre modestos y acomodados.

Fuente: TNS-CSM Sofres Media
(2000/2001/2002/2003).

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¿Quiénes son estos telespectadores? En primer lugar, están por todo el país:
cada día, el 80% de los chinos ven la televisión, al menos, durante un minuto,
y todos la ven, por lo menos, una vez a la semana. No obstante, dejando aparte
los números, existen disparidades que demuestran que la televisión atrae especialmente
a un tipo determinado de chinos.

Además de ser el ocio de los chinos de edad avanzada, la televisión
revela la fractura social de la sociedad china: dos tercios de los telespectadores
son población inactiva (jubilados, amas de casa, parados) u obreros,
con escasa titulación
e ingresos bajos o medios. Con todo ello, la televisión china se ha convertido
en el entretenimiento popular por antonomasia, abandonado por quienes tienen
la posibilidad de acceder a otras formas de ocio.

CULEBRONES ‘MADE IN CHINA’
Prisionera de sus objetivos de rentabilidad y audiencia, así como de
la necesidad de satisfacer a un público cultural y económicamente
modesto, la televisión china ha dado prioridad a lo que les gusta, es
decir, los dramas, los informativos y, desde hace unos años, el deporte.
Las series dramáticas, verdadero fenómeno cultural en China (tanto
en la China Popular como en Taiwan o Hong Kong), tienen un impacto semejante
al de las telenovelas en Brasil o el Reino Unido. Desde que la medición
de audiencias es una disciplina seria en China, no hay un año en el que
-de Pekín a Shanghai, de Cantón a Chengdu o de Shenyang
a Aian- los dramas no acaparen los primeros puestos. Año tras año
representan el 80% de los programas más vistos. Las series dramáticas
constituyen, por sí solas, un tercio del consumo, lo que significa una
hora diaria de folletín por habitante.

Con frecuencia, las series (con un formato de 50 minutos y entre 20 y 40 episodios)
se emiten por las noches en programa doble (en general, un primer episodio de
19.40 a 20.30 y otro de 20.40 a 21.30), de forma que resulta difícil
que otros tipos de programas les hagan competencia, y las otras cadenas no tienen
más remedio que ofrecer una también.

No se puede negar que, como muestran los estudios, este género agrada,
pero también es evidente que la hora de emisión es fundamental.
¿Qué audiencia tendrían los dramas si no se emitieran en
prime time? Estas teleseries o culebrones, que constituyen un género
chino peculiar, son las grandes ganadoras de la televisión actual en
China. Las hay para todos los gustos y todos los públicos.

Tanto los dramas históricos (con el escenario de los secretos de alcoba
de emperadores y mandarines) como los dramas de kung fu (cuya máquina
de producción está en Hong Kong) o las novelas rosas situadas
en la China moderna presentan, desde la mejor perspectiva posible, todas las
facetas de una sociedad china orgullosa de su pasado y su presente, y que confía
en su futuro. Es más, cumplen una función importante como vanguardia
de la cultura china frente a la invasión anunciada -pero todavía
mínima- de programas extranjeros/americanos.

Los dramas de época abordan la historia de China. Son, sobre todo, pequeños
argumentos situados en las cortes de los emperadores Ming y Qing. El más
famoso de los últimos años es La princesa Huang Zhu -la
historia de la hija adúltera de un gran emperador de la dinastía
Qing-. Hay también dramas de leyenda -aventuras de personajes
míticos de la antigua China, uno de cuyos mayores éxitos es el
AiYouJi (Viaje hacia el Oeste), y dramas militares y revolucionarios que embellecen
una época más reciente y conflictiva de la China moderna, entre
1950 y 1975. Y no faltan los dramas policiacos, los dramas sociales (con la
descripción de la vida actual en las grandes ciudades), ni los dramas
político-sociales, en los que la historia sirve de soporte para transmitir
mensajes sobre la
necesidad de reforma, adaptación y cambio que el poder desea difundir.

Un estudio reciente, realizado en 33 de las principales ciudades entre 156
canales que emiten series dramáticas, muestra que se habían emitido
al menos 1.564, con un mínimo de 15.900 episodios, sólo entre
las 17.00 y las 24.00. A eso hay que añadir las series matutinas o vespertinas.

El informativo de la tarde, en otro tiempo estrella de la televisión
china, se emite en CCTV 1, de las 19.00 a 19.30. Es un verdadero órgano
de comunicación del poder central y cuenta con ventajas poco frecuentes,
como la recomendación a los canales que se emiten en provincias por satélite
de que lo emitan a la misma hora. Es decir, un habitante de Shanghai que está
viendo Shanghai Satellite TV se encuentra con que en su canal emiten el informativo
de CCTV 1, por lo que es difícil escabullirse. Con una calidad digna
de los informativos de los principales países occidentales, y libre de
las vicisitudes de la competencia, el informativo de CCTV 1, portavoz de la
China moderna, presume de ser el más visto del mundo.

 


El tercer mercado publicitario

La televisión tuvo un rápido
desarrollo bajo el régimen comunista de Mao, con la ayuda inicial
de los países hermanos (la URSS y Alemania del Este). ¿Qué
otro medio más eficaz existía para que el poder lograra
transmitir el mensaje al máximo número de personas?
Inaugurada oficialmente el 1 de mayo de 1958, Pekín TV 1 -que
más tarde se convirtió en la cadena nacional CCTV-
contó enseguida con la compañía de varias decenas
de canales por todo el país. Apenas dos años después,
China tenía ya más de 30 cadenas. La oferta de programas
era muy limitada, y, además de los omnipresentes informativos,
emitía sobre todo programas culturales, perfectos para destacar
los progresos de la nueva sociedad comunista.

La Revolución Cultural de Mao Tse Tung frenó el desarrollo
de la joven televisión china entre 1966 y 1976; pero ésta
revivió con más fuerza a finales de los 70, gracias a la
apertura de Deng Xiao Ping. En 1978 disponían de televisor casi
80 millones de chinos (un número considerable para la época,
dada la pobreza del país y los 10 años de Revolución),
cifra que se multiplicó por10 en menos de ocho años (600
millones en 1987), y se duplicó en las proximidades de 2000.

En los años 80, con la creciente apertura, la televisión
pudo salir de su sometimiento y proponer una mayor oferta de programas:
a los tradicionales informativos se añadieron cada vez más
ficciones nacionales (las series dramáticas) y obras de teatro,
inspiradas en la cultura y la vida cotidiana del país. No obstante,
la rápida conversión de China a la economía de mercado
y la necesidad de independencia económica de los productores hizo
que fuera llegando un número creciente de series y películas
extranjeras (de Taiwan o Hong Kong, para ser más exactos).

La publicidad, inexistente hasta entonces, aprovechó para dar
sus primeros pasos (el primer anuncio fue de una bebida alcohólica,
ShenGuiBu, emitido el 28 de enero de 1979 en Shanghai TV, y varios meses
más tarde se emitió el primer anuncio de la marca suiza
RADO). ¿Quién podía imaginar que aquella inversión
publicitaria de apenas unos yuanes iba a transformarse en una industria
de 12.000 millones de dólares en 2002 (la tercera del mundo en
volumen, superior a la de Francia, Alemania o el Reino Unido)?
-P. J.

 

 

 

AÑO NUEVO CHINO
Si dejamos aparte las series dramáticas y los informativos, el programa
más visto de la televisión china es, sin ninguna duda, el de la
víspera del Año Nuevo. Número uno indiscutible de todas
las clasificaciones anuales, este programa de CCTV 1, que dura desde las ocho
de la tarde hasta la medianoche, es el preferido de los chinos, que lo consumen
en familia, entre jiaozi (ravioli hervidos rellenos de carne y verdura) y mian
(tallarines tradicionales amasados a mano), mientras esperan el comienzo del
nuevo año.

Se estrenó en 1983, de modo que la de 2004 es su vigesimoprimera edición.
Visto por más de 500 millones de chinos -al menos, durante alguna
parte de sus cuatro horas de emisión-, si creemos las encuestas
realizadas al día siguiente , sigue siendo el centro de la programación
china y el más solicitado por presentadores, actores y cualquiera que
tenga la suerte de participar en él. El programa se va elaborando a lo
largo de los 12 meses, y se presenta como la punta de lanza de una cultura china
orgullosa y dispuesta a comerse el mundo. Es el programa de mayor audiencia,
y no parece que vaya a ceder pronto su lugar. No obstante, cada vez le resulta
más difícil adaptarse a los cambios sociales y económicos
que experimenta el país. A diferencia de lo que ocurría en 1983,
los telespectadores chinos de 2004 disponen de una selección de programas
mucho más amplia y variada (en los demás canales), y, sobre todo,
tienen acceso a muchas más actividades de ocio.

El director sufre presiones crecientes para que el programa siga siendo el
primero de China y, sobre todo, para adaptarlo a los gustos de los telespectadores.
Este año, junto a las tradicionales canciones populares y las escenas
de diálogos, hubo varias actuaciones nuevas, incluida una llegada de
Europa, El espíritu de la danza, una composición irlandesa con
base de salsa para aportar un toque exótico a un programa chino a más
no poder. Los propios diálogos, unas escenas tradicionales entre dos
personas, se adaptaron para hacerlas más atractivas.

Según el director del programa, "hubo fuertes presiones para que
hiciéramos algo distinto este año, pero sin olvidar que, al fin
y al cabo, lo más importante sigue siendo agradar al ciudadano corriente,
dar a los telespectadores lo que esperan y conseguir que todo el mundo recuerde
el programa, la mejor forma de desear un feliz Año Nuevo".
LA NBA Y LA LIGA ESPAÑOLA
Desde hace varios años, la televisión china se ha colocado a la
altura de una mayor presencia del país en los escenarios deportivos mundiales.
Hoy día, todas las cadenas, sean locales, provinciales o nacionales (CCTV
5), poseen un canal exclusivamente deportivo. Son programas que se adaptan con
más facilidad que los demás géneros a las realidades de
la apertura china, y eso explica que los telespectadores puedan ver centenares
de horas mensuales de la NBA (desde que el chino Yao Ming juega en la Liga estadounidense,
entre 20 y 30 millones de chinos -en su mayoría jóvenes
y acomodados- contemplan en directo, a las ocho de la mañana, los
partidos en Dallas). El fútbol, el deporte más popular junto con
el baloncesto, también está presente: Premier League, Calcio,
Bundesliga y Liga española carecen ya de secretos para los chinos, que
tampoco se olvidan de las retransmisiones de su Liga china.

Con el anuncio de grandes acontecimientos deportivos para los próximos
años (Juegos Olímpicos de 2008 en Pekín, fórmula
1 a partir de 2004, candidatura al Mundial de 2014 y diversos campeonatos mundiales),
es evidente que China, aparte del sesgo que tiene la programación televisiva,
está dispuesta a unirse a esa corriente: es verdad que, desde que el
deporte internacional apareció en televisión, los resultados de
los deportistas chinos han mejorado sin cesar. ¿Quizá hasta el
punto de que llegue a haber un piloto chino de fórmula 1 o la selección
china sea campeona del mundo de fútbol? Entonces, las audiencias de televisión
alcanzarían cifras inigualables.

¡Cuánto camino recorrido en apenas 20 años! De las pantallas
en blanco y negro, habitadas por presentadores con cuello Mao que recitaban
las virtudes de la revolución cultural, a una televisión moderna,
ampliada, accesible a todos, capaz de ofrecer a una quinta parte de la población
del planeta una oferta variada y de calidad.

No obstante, como corresponde a los enormes cambios que está viviendo
una sociedad china en plena transformación y que se supone que el medio
televisivo debe acompañar o anticipar, la televisión china se
encuentra ante un doble reto que está esforzándose por aceptar:
promover la cultura china en toda su variedad y, al mismo tiempo, ofrecer al
público nuevos horizontes, sin dejar de ser el medio fundamental ante
la aparición de nuevas fuentes de información (Internet atrae,
como es lógico, a las franjas más jóvenes y más
educadas), nuevas posibilidades de ocio y nuevas formas de vida. En resumen,
la televisión china, que pretende ser la televisión del pueblo,
se enfrenta a la inmensa tarea de satisfacer a un público cada vez más
variado, más conocedor, más exigente e igual de numeroso. Porque
no hay que olvidar que, cuando se habla de la televisión en China, nos
estamos refiriendo, sobre todo, a sus 1.187 millones de clientes.

¿Algo más?
En El otro sexo del dragón. Mujeres, literatura
y sociedad en China (Narcea, Madrid, 1997), Taciana Fisac, profesora
de Lengua y Cultura china y directora del Centro de Estudios de
Asia oriental en la Universidad Autónoma de Madrid, analiza
el papel de las mujeres en la sociedad china desde los tiempos imperiales
hasta nuestros días, en especial en el campo de la literatura.
China en transición. Sociedad, cultura, política y
economía (ed. Taciana Fisac y Steve Tsang; Bellaterra, Barcelona,
2000) analiza las profundas transformaciones políticas y
sociales de la China actual. Sobre el poder, Fisac compiló
diversos estudios de varios especialistas del mundo sobre el papel
de los intelectuales en el devenir político del país
en Intelectuales y poder en China (Trotta, Madrid, 1997). El sinólogo
John King Fairbank analiza las transformaciones del gigante asiático
en los últimos 200 años en Historia de China. Siglos
xix y xx (Alianza, Madrid, 1990).

En El dragón en el huracán: retos y esperanzas de
China ante el siglo xxi (Biblioteca Nueva, Madrid, 1999), Enrique
Fanjul nos introduce en las perspectivas de un mercado en expansión
y sus consecuencias en el ámbito internacional, contextualizando
los acontecimientos más importantes de la historia china
reciente con las tradiciones políticas y sociales del país.
Manu Leguineche se adentra en un siglo de historia china en Apocalipsis
Mao (Espasa Calpe, Madrid, 1993), y en Adiós Hong Kong (Plaza
y Janés, Barcelona, 1997) se centra en las vertiginosas transformaciones
de la ex colonia británica. En China superstar, Vicente Verdú
analiza la China de finales de los 90, e intenta explicar los cambios
sufridos por la gran potencia. El primer libro de la periodista
Georgina Higueras, China, la venganza del dragón (Península,
Barcelona, 2003), explora la idea de que China necesita vengarse
de las humillaciones de la guerra del opio a través de su
desarrollo hasta convertirse, al menos, en una potencia de igual
calibre que Estados Unidos.

1.186 millones ante el televisor

Correa de transmisión del poder en los 80, la televisión
se ha convertido en la principal forma de ocio en China, sobre todo para mayores
y clases populares, según refleja la medición de audiencias instaurada
en los 90, y en un enorme mercado publicitario. El programa estrella es el Especial
del Año Nuevo chino, con más de 500 millones de espectadores,
y le siguen los dramas o culebrones históricos made in China. Pierre
Justo

Cartel con Imagen de 3

Hablar de la televisión en China necesita un uso constante de superlativos:
es referirse a un universo que comprende nada menos que el 25% de los telespectadores
del planeta -para ser exactos, 1.186 millones de telespectadores mayores
de cuatro años-, pero también a las más de 2.500
cadenas que emiten en las varias decenas de lenguas existentes en China (mandarín,
cantonés, tibetano, manchú, coreano, turcomano…), además
de diversos tipos de canales y sistemas de transmisión -canales
de empresas, distritos, ciudades, provincias…, terrestres, por cable o vía
satélite- que, en teoría, permiten que unas personas que
residen a 5.000 kilómetros de distancia unas de otras, de Este a Oeste
y de Norte a Sur, vean al mismo tiempo sus programas favoritos. Es evidente
que nos movemos en otro mundo, distinto al habitual en Occidente.

La televisión china se consolidó, sobre todo, en los 90. Desde
el punto de vista técnico, la creación de una red de cable permitió
que millones de hogares rurales en las provincias más alejadas de la
zona occidental, con frecuencia pertenecientes a minorías distintas de
los han [etnia a la que pertenece más del 90% de la población
y cuya lengua es el mandarín], recibieran, por fin, la televisión
y, con ella, las últimas noticias de Pekín. El desarrollo simultáneo
de la televisión por satélite permitió aumentar la audiencia
de forma considerable y animó a las cadenas a emitir una programación
de más calidad, con el fin de atraer a nuevos espectadores. Paralelamente
a las transformaciones económicas y sociales, en la televisión
fueron surgiendo -con el respaldo de los gobernantes- géneros
nuevos: los programas Horizonte oriental (1993), El tema de hoy (1994) e Investigación
de noticias (1996) proponían al público chino, que consideraba
la televisión como su principal fuente de distracción, trabajos
más objetivos, más científicos, menos dirigidos, sobre
temas de la vida cotidiana.

La fecha clave de este cambio fue 1992: ese año, la decisión histórica del
Partido Comunista Chino de implantar la célebre "economía socialista de mercado"
significó que la televisión debía empezar a funcionar "como una sociedad privada".
Las cadenas de televisión, de pronto responsables de su presupuesto, ya no podían
conformarse con esperar el cheque anual del Estado. En 1997, la televisión pública
(CCTV, Televisión Central de China) obtuvo 4.000 millones de yuanes (casi 400
millones de euros) por publicidad, 100 veces más que las subvenciones gubernamentales.
Este cambio hizo que la televisión dejara de ser exclusivamente un órgano de
comunicación del Gobierno y empezara a intentar satisfacer las expectativas
del mercado, es decir, los deseos de los espectadores.

Gráfico: Las provincias más ricas del Sur disponen de una oferta más variada y mayor acceso al cable y otros canales que las zonas más atrasadas (Noroeste, Norte y Nordeste), donde se ven, en general, los tradicionales.

Las provincias más ricas del Sur disponen de una
oferta más variada y mayor acceso al cable y otros canales que
las zonas más atrasadas (Noroeste, Norte y Nordeste), donde se
ven, en general, los tradicionales.

Fuente: TNS-CSM Sofres Media
(2000/2001/2002/2003).

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Sin embargo, aunque en 1997 más del 95% de los hogares poseían
un televisor (en color para las zonas urbanas; con frecuencia, en blanco y negro
para las zonas rurales), y casi 70 millones de chinos tenían acceso al
cable, aún quedaba mucho para que la industria televisiva pudiera adaptarse
a desafíos como las nuevas tecnologías y la futura entrada de
China en la OMC (Organización Mundial de Comercio).

MANDA LA AUDIENCIA
A lo largo de los cinco últimos años, la televisión china
ha seguido adaptándose y profesionalizándose. La CCTV comprende
hoy 14 canales, que ofrecen un panorama temático impresionante (canal
de deportes, de cine, canales infantiles, canal en inglés, canal de desarrollo
de las regiones remotas como, el Canal del Oeste); las fusiones y los acuerdos
se han multiplicado y han engendrado numerosos conglomerados de medios de comunicación
(como Shanghai Media Group, que agrupa a Shanghai TV y Oriental TV, o Beijing
TV, la unión de Beijing Terrestrial TV y Beijing Cable TV). Además,
China acaba de dar luz verde a la entrada de inversión extranjera en
productoras de cine y de programas de televisión, con el objetivo de
mejorar la cantidad y calidad de los programas.

Gracias a la entrada de China en la OMC a finales de 2001, el Gobierno, que
había perdido el control del desarrollo de los canales en los 90, pudo
recuperar su sitio. Utilizó el miedo a la apertura del mercado y la llegada
de los agentes internacionales -cuando lo cierto es que la OMC no impone
ninguna restricción en el campo de los medios de comunicación-
para incitar a las cadenas de televisión a acelerar las fusiones, y aprovechó
para intervenir en la composición nueva de cadenas y equipos.

La programación ha empezado a revisarse en función de los estudios
de audiencia, como en el extranjero. Los programas con pocos espectadores o
con pérdidas desaparecen de la pantalla, cosa impensable hace unos años.
Por último, desde el punto de vista técnico, China ha establecido
como prioridad el desarrollo de la televisión digital, con un objetivo
claro y preciso, digno de los mejores momentos de la economía planificada
de los 50: la implantación de la televisión digital en las principales
ciudades a partir de 2005, para que todo esté listo para los Juegos Olímpicos
de Pekín, en 2008, y el país esté digitalizado en 2015.

En un decenio, la televisión en China se ha transformado, hasta figurar
entre las grandes y convertirse en el modo esencial de desarrollo de la cultura
china. Esto despierta nuestra curiosidad: ¿Es especial la televisión
china? ¿En qué aspectos? ¿Qué les gusta ver a los
chinos y, sobre todo, quiénes son esos telespectadores? Y, por último,
¿qué retos presenta el futuro?

Gráfico: Los picos de audiencia corresponden a los siguientes acontecimientos: Año Nuevo: enero/febrero (alrededor de dos semanas); semana de vacaciones del 1º de mayo; semana de vacaciones por la Fiesta Nacional (1 de octubre); mitad de julio/agosto: vacaciones escolares y universitarias; abril/mayo (Sars en China, interrupción de la actividad, mayor consumo de TV).

Los picos de audiencia corresponden a los siguientes acontecimientos:
Año Nuevo: enero/febrero (alrededor de dos semanas); semana de
vacaciones del 1º de mayo; semana de vacaciones por la Fiesta Nacional
(1 de octubre); mitad de julio/agosto: vacaciones escolares y universitarias;
abril/mayo (Sars en China, interrupción de la actividad, mayor
consumo de TV).

Fuente: TNS-CSM Sofres Media (2003).

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En 2004, la televisión es, con diferencia, la principal forma de ocupar el
ocio en China. En este vasto país en desarrollo, la televisión es un fenómeno
omnipresente, y qué mejor forma de probarlo que decir que, por término medio,
cada chino pasa casi tres horas al día delante del televisor.

La tendencia de consumo ha variado poco desde que se establecieron los índices
de audiencia en 1997, aunque sí se observa una ligera disminución
en 2002 y 2003. Las cifras colocan a China en un nivel próximo al de
los países europeos, pero lejos de Japón o EE UU (cuatro horas
por día y habitante). Como en otros países, el consumo de televisión
en China obedece a unas reglas naturales, como la edad, el nivel educativo o
el nivel de ingresos, pero también responde a una serie de factores endógenos.

La televisión china se ha transformado
hasta el punto de figurar entre las grandes y convertirse en el modo esencial
de desarrollo de la cultura china

La situación geográfica desempeña un papel crucial: en
las regiones del norte de China, donde hace frío durante casi seis meses
al año, los habitantes pasan casi tres horas y media al día ante
el televisor, mientras que la media es de una hora menos en las regiones del
Sur y el Este. Asimismo, el nivel de desarrollo económico, desigual entre
las regiones ricas (la costa, el Sur, las grandes ciudades…) y las regiones
pobres (la zona occidental, el campo…), ha transformado la función
de la televisión, menos necesaria para los habitantes urbanos, que tienen
acceso a otras posibilidades de ocio.

También hay que tener en cuenta las variaciones de origen cultural
según las estaciones. La sociedad china sigue profundamente aferrada
a los periodos de vacaciones oficiales: el Año Nuevo chino (finales de
enero-comienzos de febrero), la semana del 1 de mayo y la del 1 de octubre (creación
de la República Popular de China). Las cadenas se rigen por dichos periodos
y aprovechan para ofrecer entonces sus mejores programas. Por consiguiente,
se ven con claridad tres picos de audiencia en esas épocas.

En Año Nuevo, cientos de millones de personas aprovechan los siete días
de vacaciones nacionales y se reúnen en familia ante el televisor. Durante
esa semana, el consumo de televisión por habitante se eleva a casi cinco
horas al día. En cambio, durante las suaves jornadas de primavera, el
consumo televisivo disminuye, y sólo vuelve a aumentar en verano, gracias
a los estudiantes de vacaciones. A semejanza de otros países, la televisión
china tiene una hora punta, de las 19.00 a las 21.30, con casi la mitad de los
telespectadores (unos 600 millones) de todo el país.

Gráfico: En China, los jóvenes adultos son mucho más acomodados que los jubilados, por lo que éste también podría ser el gráfico de la distinción entre modestos y acomodados.

En China, los jóvenes adultos son mucho más
acomodados que los jubilados, por lo que éste también podría
ser el gráfico de la distinción entre modestos y acomodados.

Fuente: TNS-CSM Sofres Media
(2000/2001/2002/2003).

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¿Quiénes son estos telespectadores? En primer lugar, están por todo el país:
cada día, el 80% de los chinos ven la televisión, al menos, durante un minuto,
y todos la ven, por lo menos, una vez a la semana. No obstante, dejando aparte
los números, existen disparidades que demuestran que la televisión atrae especialmente
a un tipo determinado de chinos.

Además de ser el ocio de los chinos de edad avanzada, la televisión
revela la fractura social de la sociedad china: dos tercios de los telespectadores
son población inactiva (jubilados, amas de casa, parados) u obreros,
con escasa titulación
e ingresos bajos o medios. Con todo ello, la televisión china se ha convertido
en el entretenimiento popular por antonomasia, abandonado por quienes tienen
la posibilidad de acceder a otras formas de ocio.

CULEBRONES ‘MADE IN CHINA’
Prisionera de sus objetivos de rentabilidad y audiencia, así como de
la necesidad de satisfacer a un público cultural y económicamente
modesto, la televisión china ha dado prioridad a lo que les gusta, es
decir, los dramas, los informativos y, desde hace unos años, el deporte.
Las series dramáticas, verdadero fenómeno cultural en China (tanto
en la China Popular como en Taiwan o Hong Kong), tienen un impacto semejante
al de las telenovelas en Brasil o el Reino Unido. Desde que la medición
de audiencias es una disciplina seria en China, no hay un año en el que
-de Pekín a Shanghai, de Cantón a Chengdu o de Shenyang
a Aian- los dramas no acaparen los primeros puestos. Año tras año
representan el 80% de los programas más vistos. Las series dramáticas
constituyen, por sí solas, un tercio del consumo, lo que significa una
hora diaria de folletín por habitante.

Con frecuencia, las series (con un formato de 50 minutos y entre 20 y 40 episodios)
se emiten por las noches en programa doble (en general, un primer episodio de
19.40 a 20.30 y otro de 20.40 a 21.30), de forma que resulta difícil
que otros tipos de programas les hagan competencia, y las otras cadenas no tienen
más remedio que ofrecer una también.

No se puede negar que, como muestran los estudios, este género agrada,
pero también es evidente que la hora de emisión es fundamental.
¿Qué audiencia tendrían los dramas si no se emitieran en
prime time? Estas teleseries o culebrones, que constituyen un género
chino peculiar, son las grandes ganadoras de la televisión actual en
China. Las hay para todos los gustos y todos los públicos.

Tanto los dramas históricos (con el escenario de los secretos de alcoba
de emperadores y mandarines) como los dramas de kung fu (cuya máquina
de producción está en Hong Kong) o las novelas rosas situadas
en la China moderna presentan, desde la mejor perspectiva posible, todas las
facetas de una sociedad china orgullosa de su pasado y su presente, y que confía
en su futuro. Es más, cumplen una función importante como vanguardia
de la cultura china frente a la invasión anunciada -pero todavía
mínima- de programas extranjeros/americanos.

Los dramas de época abordan la historia de China. Son, sobre todo, pequeños
argumentos situados en las cortes de los emperadores Ming y Qing. El más
famoso de los últimos años es La princesa Huang Zhu -la
historia de la hija adúltera de un gran emperador de la dinastía
Qing-. Hay también dramas de leyenda -aventuras de personajes
míticos de la antigua China, uno de cuyos mayores éxitos es el
AiYouJi (Viaje hacia el Oeste), y dramas militares y revolucionarios que embellecen
una época más reciente y conflictiva de la China moderna, entre
1950 y 1975. Y no faltan los dramas policiacos, los dramas sociales (con la
descripción de la vida actual en las grandes ciudades), ni los dramas
político-sociales, en los que la historia sirve de soporte para transmitir
mensajes sobre la
necesidad de reforma, adaptación y cambio que el poder desea difundir.

Un estudio reciente, realizado en 33 de las principales ciudades entre 156
canales que emiten series dramáticas, muestra que se habían emitido
al menos 1.564, con un mínimo de 15.900 episodios, sólo entre
las 17.00 y las 24.00. A eso hay que añadir las series matutinas o vespertinas.

El informativo de la tarde, en otro tiempo estrella de la televisión
china, se emite en CCTV 1, de las 19.00 a 19.30. Es un verdadero órgano
de comunicación del poder central y cuenta con ventajas poco frecuentes,
como la recomendación a los canales que se emiten en provincias por satélite
de que lo emitan a la misma hora. Es decir, un habitante de Shanghai que está
viendo Shanghai Satellite TV se encuentra con que en su canal emiten el informativo
de CCTV 1, por lo que es difícil escabullirse. Con una calidad digna
de los informativos de los principales países occidentales, y libre de
las vicisitudes de la competencia, el informativo de CCTV 1, portavoz de la
China moderna, presume de ser el más visto del mundo.

 


El tercer mercado publicitario

La televisión tuvo un rápido
desarrollo bajo el régimen comunista de Mao, con la ayuda inicial
de los países hermanos (la URSS y Alemania del Este). ¿Qué
otro medio más eficaz existía para que el poder lograra
transmitir el mensaje al máximo número de personas?
Inaugurada oficialmente el 1 de mayo de 1958, Pekín TV 1 -que
más tarde se convirtió en la cadena nacional CCTV-
contó enseguida con la compañía de varias decenas
de canales por todo el país. Apenas dos años después,
China tenía ya más de 30 cadenas. La oferta de programas
era muy limitada, y, además de los omnipresentes informativos,
emitía sobre todo programas culturales, perfectos para destacar
los progresos de la nueva sociedad comunista.

La Revolución Cultural de Mao Tse Tung frenó el desarrollo
de la joven televisión china entre 1966 y 1976; pero ésta
revivió con más fuerza a finales de los 70, gracias a la
apertura de Deng Xiao Ping. En 1978 disponían de televisor casi
80 millones de chinos (un número considerable para la época,
dada la pobreza del país y los 10 años de Revolución),
cifra que se multiplicó por10 en menos de ocho años (600
millones en 1987), y se duplicó en las proximidades de 2000.

En los años 80, con la creciente apertura, la televisión
pudo salir de su sometimiento y proponer una mayor oferta de programas:
a los tradicionales informativos se añadieron cada vez más
ficciones nacionales (las series dramáticas) y obras de teatro,
inspiradas en la cultura y la vida cotidiana del país. No obstante,
la rápida conversión de China a la economía de mercado
y la necesidad de independencia económica de los productores hizo
que fuera llegando un número creciente de series y películas
extranjeras (de Taiwan o Hong Kong, para ser más exactos).

La publicidad, inexistente hasta entonces, aprovechó para dar
sus primeros pasos (el primer anuncio fue de una bebida alcohólica,
ShenGuiBu, emitido el 28 de enero de 1979 en Shanghai TV, y varios meses
más tarde se emitió el primer anuncio de la marca suiza
RADO). ¿Quién podía imaginar que aquella inversión
publicitaria de apenas unos yuanes iba a transformarse en una industria
de 12.000 millones de dólares en 2002 (la tercera del mundo en
volumen, superior a la de Francia, Alemania o el Reino Unido)?
-P. J.

 

 

 

AÑO NUEVO CHINO
Si dejamos aparte las series dramáticas y los informativos, el programa
más visto de la televisión china es, sin ninguna duda, el de la
víspera del Año Nuevo. Número uno indiscutible de todas
las clasificaciones anuales, este programa de CCTV 1, que dura desde las ocho
de la tarde hasta la medianoche, es el preferido de los chinos, que lo consumen
en familia, entre jiaozi (ravioli hervidos rellenos de carne y verdura) y mian
(tallarines tradicionales amasados a mano), mientras esperan el comienzo del
nuevo año.

Se estrenó en 1983, de modo que la de 2004 es su vigesimoprimera edición.
Visto por más de 500 millones de chinos -al menos, durante alguna
parte de sus cuatro horas de emisión-, si creemos las encuestas
realizadas al día siguiente , sigue siendo el centro de la programación
china y el más solicitado por presentadores, actores y cualquiera que
tenga la suerte de participar en él. El programa se va elaborando a lo
largo de los 12 meses, y se presenta como la punta de lanza de una cultura china
orgullosa y dispuesta a comerse el mundo. Es el programa de mayor audiencia,
y no parece que vaya a ceder pronto su lugar. No obstante, cada vez le resulta
más difícil adaptarse a los cambios sociales y económicos
que experimenta el país. A diferencia de lo que ocurría en 1983,
los telespectadores chinos de 2004 disponen de una selección de programas
mucho más amplia y variada (en los demás canales), y, sobre todo,
tienen acceso a muchas más actividades de ocio.

El director sufre presiones crecientes para que el programa siga siendo el
primero de China y, sobre todo, para adaptarlo a los gustos de los telespectadores.
Este año, junto a las tradicionales canciones populares y las escenas
de diálogos, hubo varias actuaciones nuevas, incluida una llegada de
Europa, El espíritu de la danza, una composición irlandesa con
base de salsa para aportar un toque exótico a un programa chino a más
no poder. Los propios diálogos, unas escenas tradicionales entre dos
personas, se adaptaron para hacerlas más atractivas.

Según el director del programa, "hubo fuertes presiones para que
hiciéramos algo distinto este año, pero sin olvidar que, al fin
y al cabo, lo más importante sigue siendo agradar al ciudadano corriente,
dar a los telespectadores lo que esperan y conseguir que todo el mundo recuerde
el programa, la mejor forma de desear un feliz Año Nuevo".
LA NBA Y LA LIGA ESPAÑOLA
Desde hace varios años, la televisión china se ha colocado a la
altura de una mayor presencia del país en los escenarios deportivos mundiales.
Hoy día, todas las cadenas, sean locales, provinciales o nacionales (CCTV
5), poseen un canal exclusivamente deportivo. Son programas que se adaptan con
más facilidad que los demás géneros a las realidades de
la apertura china, y eso explica que los telespectadores puedan ver centenares
de horas mensuales de la NBA (desde que el chino Yao Ming juega en la Liga estadounidense,
entre 20 y 30 millones de chinos -en su mayoría jóvenes
y acomodados- contemplan en directo, a las ocho de la mañana, los
partidos en Dallas). El fútbol, el deporte más popular junto con
el baloncesto, también está presente: Premier League, Calcio,
Bundesliga y Liga española carecen ya de secretos para los chinos, que
tampoco se olvidan de las retransmisiones de su Liga china.

Con el anuncio de grandes acontecimientos deportivos para los próximos
años (Juegos Olímpicos de 2008 en Pekín, fórmula
1 a partir de 2004, candidatura al Mundial de 2014 y diversos campeonatos mundiales),
es evidente que China, aparte del sesgo que tiene la programación televisiva,
está dispuesta a unirse a esa corriente: es verdad que, desde que el
deporte internacional apareció en televisión, los resultados de
los deportistas chinos han mejorado sin cesar. ¿Quizá hasta el
punto de que llegue a haber un piloto chino de fórmula 1 o la selección
china sea campeona del mundo de fútbol? Entonces, las audiencias de televisión
alcanzarían cifras inigualables.

¡Cuánto camino recorrido en apenas 20 años! De las pantallas
en blanco y negro, habitadas por presentadores con cuello Mao que recitaban
las virtudes de la revolución cultural, a una televisión moderna,
ampliada, accesible a todos, capaz de ofrecer a una quinta parte de la población
del planeta una oferta variada y de calidad.

No obstante, como corresponde a los enormes cambios que está viviendo
una sociedad china en plena transformación y que se supone que el medio
televisivo debe acompañar o anticipar, la televisión china se
encuentra ante un doble reto que está esforzándose por aceptar:
promover la cultura china en toda su variedad y, al mismo tiempo, ofrecer al
público nuevos horizontes, sin dejar de ser el medio fundamental ante
la aparición de nuevas fuentes de información (Internet atrae,
como es lógico, a las franjas más jóvenes y más
educadas), nuevas posibilidades de ocio y nuevas formas de vida. En resumen,
la televisión china, que pretende ser la televisión del pueblo,
se enfrenta a la inmensa tarea de satisfacer a un público cada vez más
variado, más conocedor, más exigente e igual de numeroso. Porque
no hay que olvidar que, cuando se habla de la televisión en China, nos
estamos refiriendo, sobre todo, a sus 1.187 millones de clientes.

¿Algo más?
En El otro sexo del dragón. Mujeres, literatura
y sociedad en China (Narcea, Madrid, 1997), Taciana Fisac, profesora
de Lengua y Cultura china y directora del Centro de Estudios de
Asia oriental en la Universidad Autónoma de Madrid, analiza
el papel de las mujeres en la sociedad china desde los tiempos imperiales
hasta nuestros días, en especial en el campo de la literatura.
China en transición. Sociedad, cultura, política y
economía (ed. Taciana Fisac y Steve Tsang; Bellaterra, Barcelona,
2000) analiza las profundas transformaciones políticas y
sociales de la China actual. Sobre el poder, Fisac compiló
diversos estudios de varios especialistas del mundo sobre el papel
de los intelectuales en el devenir político del país
en Intelectuales y poder en China (Trotta, Madrid, 1997). El sinólogo
John King Fairbank analiza las transformaciones del gigante asiático
en los últimos 200 años en Historia de China. Siglos
xix y xx (Alianza, Madrid, 1990).

En El dragón en el huracán: retos y esperanzas de
China ante el siglo xxi (Biblioteca Nueva, Madrid, 1999), Enrique
Fanjul nos introduce en las perspectivas de un mercado en expansión
y sus consecuencias en el ámbito internacional, contextualizando
los acontecimientos más importantes de la historia china
reciente con las tradiciones políticas y sociales del país.
Manu Leguineche se adentra en un siglo de historia china en Apocalipsis
Mao (Espasa Calpe, Madrid, 1993), y en Adiós Hong Kong (Plaza
y Janés, Barcelona, 1997) se centra en las vertiginosas transformaciones
de la ex colonia británica. En China superstar, Vicente Verdú
analiza la China de finales de los 90, e intenta explicar los cambios
sufridos por la gran potencia. El primer libro de la periodista
Georgina Higueras, China, la venganza del dragón (Península,
Barcelona, 2003), explora la idea de que China necesita vengarse
de las humillaciones de la guerra del opio a través de su
desarrollo hasta convertirse, al menos, en una potencia de igual
calibre que Estados Unidos.

Pierre Justo es director de Estudios
de Televisión-China en TNS-CSM Sofres Media, encargada de la medición
de audiencias en China.