Las ambiciones del gigante asiático por mantener un crecimiento económico que rivalice con Estados Unidos e India está en manos de una nueva generación más urbana, individualista y con nuevos hábitos de consumo que no parece muy dispuesta a crear familias numerosas, condenando así a China a bajas tasas de natalidad.
El futuro de China está estrechamente vinculado a la generación de nativos digitales, aquéllos nacidos durante el surgimiento de titanes tecnológicos como Alibaba y Tencent y herederos del modelo económico y social que durante las últimas décadas ha llevado al país a posicionarse como segunda potencia mundial. Estos jóvenes nacidos entre 1980 y 2012, milénial y generación Z, constituyen el grupo de consumidores digitales más importante del planeta, motor económico de un efervescente ecosistema tecnológico que ha transformado la economía china y que ha aupado al gigante asiático como referencia global en sectores como el comercio electrónico y los pagos online. Una sociedad moderna e individualista por designación que ha asumido la política del hijo único como el mejor y único modelo de planificación familiar.

Considerados los principales early-adopters de las nuevas tecnologías a escala mundial, los jóvenes chinos están siendo protagonistas de la transformación del país en una sociedad eminentemente urbana. De hecho, el urbanismo ha sido uno de los principales motores de cambio de la transformación social. Durante los casi cuarenta años de vigencia de la política del hijo único, China ha pasado de tener una población urbana que apenas representaba el 18,6% en 1979, a alcanzar el 61,4% en 2020. Esta rápida transición ha tenido su efecto en el tamaño de los hogares, proliferando los unipersonales que en China ya suponen el 15%, una tendencia que ya se observa en un tercio de los hogares de las economías más avanzadas de Asia, según McKinsey.
La tímida respuesta de la sociedad tras la eliminación de la política del hijo único en 2015 cuestiona la decisión de que la reforma no se hubiera acometido con anterioridad. Tras casi cuatro décadas de vigencia, en solamente 10 años China ha modificado tres veces su modelo de planificación familiar, reflejo de la respuesta de una nueva generación de jóvenes que persigue un modelo de vida diferente al promulgado por el Gobierno. Una realidad que resulta más evidente al analizar tres indicadores clave y su impacto en la transformación demográfica hacia una sociedad cada vez más moderna.
El primero de ellos es la tasa de fertilidad que se sitúa en 1,3 hijos por mujer, según el último censo publicado que muestra la evolución de la sociedad en la última década. Una cifra por debajo de los 2,1 hijos necesarios para garantizar el reemplazo generacional, y bastante lejos de los 2,94 hijos por mujer registrados en 1978. En línea con este índice, la población ha experimentado el ritmo de crecimiento más lento desde la década de 1950 con apenas 12 millones de nacimientos ...
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