El hallazgo de importantes reservas de gas en aguas del Mediterráneo oriental abre la puerta a nuevos sueños energéticos en la zona, pero también incrementa las tensiones en las ya complejas relaciones entre Chipre, Turquía e Israel.

Vista general de la costa noroeste de Chipre, en la parte grecochipriota de la isla. AFP/Getty Images

Las relaciones, siempre tensas y complejas, entre Chipre, que asume la presidencia de turno de la Unión Europea en julio, y Turquía, cuyo proceso de adhesión a la UE está prácticamente detenido después de seis años, han entrado en una nueva y peligrosa fase como consecuencia del descubrimiento de unas enormes reservas de gas natural en aguas del Mediterráneo que ambos países reclaman. Por otra parte, las relaciones entre Israel y Turquía, en otro tiempo grandes aliados, se han deteriorado gravemente, y Tel Aviv está estrechando lazos con Chipre.

Hasta qué punto han empeorado las relaciones entre Turquía y Chipre quedó claro en noviembre durante una visita oficial del presidente turco, Abdulá Gül, a Londres, en la que dijo que Chipre era un “medio país” y la UE era “lamentable”, y que Ankara no pensaba tener ningún contacto directo con Nicosia durante su presidencia de la Unión.

Chipre lleva decenios negociando con su parte norte, turcochipriota, para reunificar la isla, separada desde la invasión turca en 1974. En 2004 se incorporó a la UE toda la isla, pero el acquis communautaire solo es válido para la parte sur, no para la República Turca del Norte de Chipre (el 36% del territorio), que carece de reconocimiento internacional. La UE en su conjunto tiene en suspenso desde diciembre de 2006 aproximadamente la mitad de los 35 capítulos de las leyes de la Unión que Turquía debe respetar, porque Ankara se niega a abrir sus puertos y aeropuertos al tráfico grecochipriota, es decir, reconocer la República de Chipre, mientras no se haga algo para mitigar el aislamiento de la RTNC; algunos de dichos artículos están bloqueados de forma individual por Francia y Chipre.

El pasado otoño, Noble Energy de Texas descubrió entre 85.000 y 254.000 millones de metros cúbicos de gas natural en la zona económica exclusiva de la República de Chipre (con un 60% de probabilidad de éxito geológico), después de hacer caso omiso a Turquía, que había exigido que se detuvieran las labores de perforación. Ankara recurrió a la diplomacia de las lanchas cañoneras, envió barcos y submarinos a la zona y amenazó con proporcionar escolta naval a los buques de prospección de la Empresa Turca de Petróleos frente a las costas del norte de Chipre. El descubrimiento es muy importante: 85.000 millones de metros cúbicos, que es el cálculo a la baja, son suficientes para cubrir las necesidades de gas del millón aproximado de habitantes de Chipre (ambas partes de la isla) durante más de 100 años.

Los Gobiernos chipriota e israelí tienen un acuerdo que define los límites marítimos entre los dos países. La zona de exploración de Chipre roza las aguas territoriales de Israel, al que corresponde alrededor del 20% del yacimiento de gas. El acuerdo se produjo después de que las relaciones entre Turquía e Israel alcanzaran su punto más bajo en mayo de 2010, debido al ataque israelí contra la flotilla de ayuda bajo bandera turca que trataba de romper el bloqueo de Gaza, en el que murieron nueve turcos. Recep Tayyip Erdogan, primer ministro turco, es un enérgico defensor de la causa palestina. El año pasado, Ankara y Tel Aviv rebajaron de categoría sus relaciones diplomáticas al nivel de segundo secretario, y en la actualidad Turquía está restringiendo el uso de su espacio aéreo a los aviones de carga israelíes.

Ankara afirma que algunas secciones de los 13 bloques del yacimiento (hasta ahora solo se ha perforado uno) “se superponen con la plataforma continental de Turquía en el Mediterráneo oriental”. Nicosia dice que esas afirmaciones “no tienen base legal ni geomorfológica” y ha sacado a subasta la prospección en otros bloques.

Turquía es el único país no firmante del Convenio de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Su política marítima consiste en que las islas no tienen derecho a una zona económica exclusiva (ZEE) ni a una plataforma continental. El Derecho del Mar afirma que todos los Estados tienen derechos especiales de exploración y utilización de los recursos marinos en su ZEE. Ankara ni siquiera reconoce que Chipre sea un Estado legítimo. Mientras tanto, Líbano, que también pretende beneficiarse de la riqueza energética existente bajo su mar, afirma que Israel está invadiendo sus aguas territoriales, que no están demarcadas por ningún tratado.

Las reservas de gas, y tal vez petróleo, del Mediterráneo oriental, que pueden llegar a ser gigantescas, están reforzando la importancia estratégica de la pequeña isla de Chipre, situada en la encrucijada de tres continentes: Europa, Asia y África. En cuanto Noble anunció el descubrimiento, el Departamento de Estado norteamericano creó la Oficina de Recursos Energéticos (con sede en Nicosia) para subrayar la importancia que Washington da a los recursos energéticos de la región en general y Chipre en particular.

El hallazgo hizo asimismo que Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, visitara Chipre en febrero, la primera visita de un jefe de Gobierno. Los dos países están estudiando la posibilidad de construir un gaseoducto submarino para exportar gas a Europa.

La disputa entre Turquía y Chipre se desarrolla sobre el trasfondo de la creciente dependencia energética que padece la UE y el significativo papel de Turquía como corredor energético entre Asia Central y Europa. Si Ankara y Nicosia tuvieran unas relaciones normales, el petróleo y el gas descubiertos frente a las costas de la isla podrían transportarse a Europa a través de la red turca de conductos, pero, en las circunstancias actuales, eso es un sueño imposible.

En la actualidad existen siete conductos en funcionamiento en Turquía y hay más previstos, entre ellos los 3.900 kilómetros de Nabucco, respaldado por la UE, cuya construcción debería comenzar en 2013 después de haber sufrido retrasos, costes superiores a los proyectados y problemas en la obtención de contratos de suministro. Enlazará los ricos yacimientos de gas del Cáucaso y Asia Central con los países europeos necesitados de energía.

También está aumentando la cooperación entre Israel y Chipre en materia de defensa. La base aérea Andreas Papandreu situada en Pafos, en la costa suroeste, que había caído en el abandono, ha vuelto a activarse desde que los aviones de combate israelíes la utilizan para repostar. Netanyahu y Demetris Christofias, el líder grecochipriota, acordaron un pacto de defensa para proteger mutuamente sus reservas de gas. Buques y aviones militares de Israel patrullarán la zona para prevenir cualquier amenaza. Además, los dos países están estudiando la posibilidad de estacionar aviones de combate israelíes en Pafos con carácter permanente. De esa forma, los grecochipriotas se sentirían más seguros frente a una posible amenaza turca, porque el país no posee una fuerza aérea (uno de los  motivos por los que a Ankara le fue tan fácil invadir la isla en 1974) y, en cierto modo, sustituiría el pacto de defensa que tenía Israel con Turquía.

Los ingresos de los recursos energéticos, suponiendo que el gas fluya algún día, podrían impulsar las interminables e infructuosas negociaciones sobre la reunificación de Chipre, porque podrían ayudar a financiar un acuerdo aceptable para las dos partes. Antes de que se sometiera a referéndum el plan Annan de 2004 en las dos comunidades, se había convocado en Bruselas una conferencia de donantes que no consiguió obtener los fondos necesarios para financiar el acuerdo propuesto; al final, no importó, porque los grecochipriotas lo rechazaron.

 

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