Conocí a Moisés Naím, director de la revista Foreign Policy, a quien admiraba desde la distancia desde hace mucho tiempo, hace menos de seis años, a través de tres íntimos comunes: Jorge Domínguez, mi mentor en la Universidad de Harvard y con quien emprendí el proyecto de la Fundación para las Relaciones  Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE) y del Club de Madrid; Andrés Ortega, periodista, analista y escritor, hijo de José Ortega Spottorno, fundador de El País, y José María Figueres, ex presidente de Costa Rica y miembro fundador del Club de Madrid. El entusiasmo que me produjeron el revolucionario concepto de la publicación estadounidense y el gran personaje que es Moisés Naím dieron sus frutos. Pocos meses después, bajo el impulso de FRIDE y del propio Moisés nacía la versión española bajo la dirección de Ortega.

En ese lustro, el mundo y España han cambiado de forma vertiginosa. Entre otros acontecimientos, nuestro país vivió el rechazo casi unánime de sus habitantes a la invasión de Irak; el terrible ataque terrorista del 11 de marzo de 2004 en Madrid; las elecciones tres días después que dieron la victoria al PSOE; la Cumbre sobre Democracia, Terrorismo y Seguridad, organizada por el Club de Madrid en marzo de 2005, que consiguió articular una política de enfrentarse al terrorismo radicalmente distinta a la del entonces presidente Bush; los comicios de marzo de 2008, en los que los socialistas volvieron a ganar en las urnas ; el inicio de una gravísima crisis mundial, que afecta especialmente a nuestro país, y el soplo de oxígeno que para el planeta ha supuesto la elección de Barack Obama como presidente de Estados Unidos han sido sólo algunos de los hechos más destacados.

La inmensa mayoría de la población española se encuadraría en el centro derecha y centro izquierda del espectro, y coincide en su visión política, económica y social del país y en sus opiniones sobre asuntos internacionales. Sin embargo, en estos años de debate basado en la crispación y en la descalificación del adversario, los temas realmente importantes para los ciudadanos han quedado al margen. No se ha desarrollado una política de Estado, un proyecto España que consiga entusiasmar, o al menos convencer, a la gente; ni se han debatido temas esenciales como el impulso a nuevas locomotoras económicas que reemplacen a la ya agotada construcción. Tampoco se ha hecho  hincapié en la política educativa, en cómo integrar la mayor ola de inmigrantes de la historia, en las políticas energéticas, y, sobre todo, en la relación de España con Europa y con el mundo.

Estamos en un momento crucial de la historia del mundo. Las decisiones que se tomen en 2009 y 2010 serán decisivas para el futuro de la Tierra y de la humanidad

Tras su ingreso en la UE, en 1986, España consiguió gran influencia gracias a su dinamismo en política exterior. Paradójicamente, pese a haberse convertido en la octava economía mundial, el aumento considerable de inversiones en Iberoamérica, de nuestra ayuda humanitaria y de las ONG con proyección internacional, domina la percepción exterior de que la influencia de Madrid ha disminuido. ¿Cómo podríamos situar a España en el lugar que le corresponde? ¿De qué forma se capitalizarían sus grandes potenciales, como ser un puente entre el islam y Occidente, y entre Europa e Iberoamérica? Nuestro país posee, además, un gran margen de acción en África, un prestigio tras el ejemplar proceso de transición de la dictadura a la democracia, cuenta con la figura internacionalmente respetada y admirada del rey Juan Carlos y con un grupo único de ONG con demostrada capacidad de convocatoria.

Hasta hace poco, las cuestiones internacionales sólo interesaban a un grupo muy reducido y especializado. Eso está cambiando rápida- mente en esta generación. La opinión pública debe impulsar, acompañar y exigir el esfuerzo necesario para que salgamos de la crisis y ocupemos el lugar que nos corresponde por peso económico, capacidad e historia.

Cinco años después de iniciar su andadura, el papel de FP edición española es más relevante que nunca, y muy especialmente en España. Los que formamos parte de este proyecto seguimos creyendo en una revista rigurosa pero amena, e incluso divertida, capaz de sorprender al lector. Nuestra aspiración y nuestra esperanza es que haya cada vez más personas que esperen con ilusión el momento en el que su ejemplar llegue a sus casas o a los quioscos, que devoren sus contenidos y que, tras su lectura, se sientan satisfechos, mucho mejor informados y capaces de mirar la realidad con una lente más nítida.

Estamos en un momento crucial de la historia del mundo. Las decisiones que se tomen en 2009 y 2010 serán decisivas para el futuro de la Tierra y de la humanidad. Los desafíos que tenemos por delante seguirán haciendo imprescindibles los contenidos que ofrece la revista: con la crisis económica global en primer lugar, que agudiza muchos de los otros grandes problemas mundiales, como el hambre y la pobreza o el cambio climático, la amenaza de caos y de conflictos sociales en muchos países, y las guerras y las tragedias interminables en Oriente Medio. En esta región, sin embargo, hay esperanza de que la nueva Administración estadounidense, más dialogante, logre mejoras considerables.

La revista trata, además, de aportar una visión española y europea al debate sobre la globalización, dominado tradicionalmente por el pensamiento anglosajón. La principal herramienta para ello, el español, nos permite, además, establecer un puente con América Latina.