He aquí los cinco países que han experimentado un deterioro considerable en la situación de la paz en el último año.

 

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Protestas en Cotonou (Benín) tras las elecciones parlamentarias. (YANICK FOLLY/AFP via Getty Images)

Benín

Benín experimentó el mayor deterioro de la paz registrado por cualquier país en el IPG 2020, con una caída de 35 puestos en el ranking hasta ocupar el 106º a causa de un descenso del 11,3% en la puntuación general. Sufrió un deterioro en los tres apartados del IPG, aunque el mayor se produjo en el de Conflictos en curso.

El indicador de intensidad del conflicto interno tuvo el mayor deterioro de todos. En 2019-2020 continuaron produciéndose choques esporádicos en Benín ya que en abril de 2019 se celebraron elecciones legislativas en las que fueron excluidos los partidos de la oposición. El expresidente del país, Thomas Boni Yayi, se exilió el año pasado tras ser mantenido en arresto domiciliario de facto por el actual líder del país, Patrice Talon. La ausencia de la oposición en las elecciones legislativas provocó disturbios, con el estallido de protestas violentas por todo el país, incluyendo la capital, Porto Novo, en el sur, y Tchaourou y Kilibo, en el centro.

Las relaciones con otros países también se deterioraron durante el año pasado. Nigeria ha cerrado su frontera con Benín en un intento de frenar el contrabando de arroz de sus vecinos más pequeños. Pese a las conversaciones para resolver la situación, la frontera sigue cerrada al comercio.

 

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Un activista en Nicaragua frente a la policía en Managua. (INTI OCON/AFP via Getty Images)

Nicaragua

Nicaragua tuvo el segundo mayor descenso de la paz entre todos los países, con una caída de 15 puestos como resultado del deterioro en los apartados de Conflictos en curso y Seguridad. Esta caída continúa la tendencia de deterioro de la paz que comenzó hace dos años. Nicaragua es ahora el país menos pacífico de la región de Centroamérica y el Caribe, y el 135º más pacífico en general.

El deterioro de la paz en Nicaragua ha venido provocado por las protestas contra la reforma de la seguridad social que comenzaron en 2018. Las consecuencias de la respuesta del gobierno a las protestas han conducido a un deterioro del indicador de la escala de terror político y a que la puntuación de Nicaragua se mueva de 2,5 a 4. Los activistas políticos han sido objeto de acoso violento, y cientos de manifestantes han sido presuntamente torturados por fuerzas gubernamentales. También registró un deterioro significativo del indicador de crímenes violentos, originado en las acciones de grupos paramilitares ilegales.

Estos grupos han causado importantes trastornos a la actividad de las empresas desde el comienzo de la crisis política en 2018. Según la principal asociación de productores agrícolas, a fecha de abril de 2020, 3.300 hectáreas de tierras agrícolas seguían estando ocupadas ilegalmente por estos grupos.

La crisis de los últimos dos años ha tenido también un efecto indirecto en varios indicadores de Seguridad. Se produjo un deterioro añadido del indicador de inestabilidad política, ya que el gobierno de Estados Unidos aprobó la Ley de Condicionamiento a la Inversión Nicaragüense (NICA, en sus siglas en inglés), que autoriza al Ejecutivo estadounidense a imponer sanciones a nicaragüenses que consideren que han cometido abusos de los derechos humanos o actos de corrupción. Esto se ha producido en un momento en el que Organización de Estados Americanos se está preparando para redoblar las presiones diplomáticas y económicas contra Nicaragua.

 

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Migrantes venezolanos en Bogotá, Colombia. (Daniel Garzon Herazo/NurPhoto via Getty Images)

Venezuela

Venezuela registró el tercer mayor deterioro de la paz en el IPG 2020, con un descenso de su puntuación general del 7,5%. Esto supone el octavo año consecutivo en el que su puntuación ha empeorado, y el país se ha desplomado desde el puesto 125º del 2012 al 149º. Es ahora el menos pacifico de Sudamérica, una posición que mantiene desde 2019.

El deterioro de la paz en Venezuela se produjo fundamentalmente en el apartado de Seguridad, debido a un aumento en el número de refugiados y desplazados internos como porcentaje de la población. El informe de tendencias de mediados del año 2019 de ACNUR señala que hay más de tres millones de venezolanos desplazados en el extranjero, si bien la mayoría de ellos no han solicitado formalmente asilo en el país de destino. Casi la mitad de estos desplazados están en la actualidad residiendo en Colombia.

La crisis política de Venezuela en los últimos años ha llevado a un deterioro de muchos de los indicadores de Seguridad. Venezuela tiene ahora la máxima puntuación posible de cinco en manifestaciones violentas, crímenes violentos y percepciones de criminalidad. Aunque su tasa de homicidios mejoró, pasando de 56 a 49 por 100.000 personas, es todavía la tercera mayor del mundo, solo por detrás de Jamaica y El Salvador. Sin embargo, Venezuela sí experimentó una ligera mejora en la escala de terror político, una indicación de que el Estado de derecho ha comenzado a reinstaurarse parcialmente en el país, y de que el alcance de los abusos de derechos humanos y la represión política de alguna manera se han reducido.

 

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Tropas de la Armada de Níger patrulla la frontera con Nigeria. (Giles Clarke/Getty Images)

Níger

Níger registró el cuarto mayor deterioro de la paz en el IPG 2020, cayendo 11 posiciones en el ranking, hasta la 138º de la clasificación general. Continúa así la tendencia de deterioro de la paz que comenzó en 2014. Desde entonces, su puntuación en el IPG general ha empeorado más de un 25%.

Aunque Níger experimentó un retroceso en los tres apartados, el descenso en Seguridad fue el motivo clave de su caída en la paz.

El indicador de percepciones de criminalidad fue el que más se deterioró, a causa de un marcado ascenso de la violencia en las regiones fronterizas de Níger. El descenso de la seguridad ha impulsado la demanda interna de armas, y además ha debilitado los esfuerzos de los cuerpos de seguridad locales para abordar el rampante tráfico de armas, oro, personas y drogas, ya que las fuerzas de seguridad se encontraban ocupadas combatiendo contra la amenaza terrorista.

El indicador de crímenes violentos también empeoró como consecuencia del aumento de la actividad criminal en las regiones fronterizas del país. En los últimos años, han surgido bandas transfronterizas dedicadas a los atracos armados y el robo de ganado en Nigeria, Níger, Chad, Camerún, Senegal y Malí. Níger también alberga tanto redes criminales nacionales como criminales extranjeros involucrados en redes de contrabando transfronterizas, particularmente en su vasta región de Agadez, que limita con Estados inestables donde la capacidad de hacer cumplir la ley se ha debilitado, en especial en la frontera con Libia.

 

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Carabineros de la policía intervienen en las protestas en Santiago de Chile. Sebastian (Brogca/Anadolu Agency via Getty Images)

Chile

Chile experimentó el quinto mayor deterioro de la paz en el IPG 2020, con una caída de 17 posiciones hasta el puesto 45º. Ahora tiene sus niveles más bajos de paz desde la creación del Índice.

El deterioro de Chile vino motivado por el empeoramiento en el apartado de Seguridad, principalmente por un aumento en la intensidad del conflicto interno y las manifestaciones violentas y un incremento de la inestabilidad política. En la capital, Santiago, estallaron protestas masivas en octubre por la subida de las tarifas del metro. El movimiento de protesta se extendió entonces a otras partes del país y rápidamente se convirtió en una campaña de ámbito nacional contra la desigualdad y el alto coste de la vida. El movimiento se caracterizó por episodios de violencia, saqueos y disturbios que provocaron el cierre de tiendas y empresas, así como la interrupción de los viajes y la actividad. En los primeros días de las manifestaciones se declaró el estado de emergencia y la violencia que lo acompañó resultó en al menos 25 muertes hasta que acabó el año 2019.

Aunque Chile registró un deterioro significativo en los ámbitos de Seguridad y Conflictos en curso, experimentó una mejora en el de Militarización. La tasa de servicios armados y tanto la importación como la exportación de armas mejoraron. Estas mejoras se produjeron junto a reformas para acabar con la financiación extrapresupuestaria del gasto militar, aprobada en 2019.