Alexis Tsipra, líder del partido Syriza y nuevo primer ministro griego Matt Cardy/Getty Images-
Alexis Tsipra, líder del partido Syriza y nuevo primer ministro griego. Matt Cardy/Getty Images-

Tareas complicadas, titánicas algunas, pero lo griegos esperan resultados. He aquí los aspectos clave en los que el nuevo Gobierno de Atenas no puede permitirse el lujo de fallar a sus votantes.

Grecia se ha rebelado. La izquierdista Syriza, el partido griego que quiere acabar con las políticas de austeridad económica a ultranza en Europa, ganó ayer por primera vez en su historia los cruciales comicios generales que se celebraron en el país.

La formación de Alexis Tsipras logró, en concreto, concentrar el 36,34% de los votos y 149 escaños, dejando en segunda posición al partido hasta ahora en el poder, Nueva Democracia (ND), que aceptó en los últimos dos años el plan de préstamos a cambio de recortes orquestado por la Unión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), el trío conocido como la Troika.

En este contexto, en su primer discurso tras las victoria, Tspiras festejó su victoria con un discurso pragmático, en el que se mostró crítico hacia las medidas anticrisis de la UE pero no antieuropeísta y en el que también adelantó que está dispuesto a trabajar con las autoridades europeas si éstas lo escuchan.

“Grecia deja atrás cinco años de humillación”, afirmó. "La respuesta del pueblo griego hace que la Troika sea pasado para nuestro marco europeo común”, añadió el político griego, que ya este lunes juró como primer ministro.

Sin embargo, superado este examen, Syriza y Tsipras tienen ahora por delante unas tareas titánicas, cuyos primeros resultados deberán a empezar a llegar en los próximos meses. Por el contrario, sus electores, muchos de los cuales primerizos, no se lo perdonarán. Aquí cinco promesas (casi todas económicas) que, si incumplidas, le harán perder las siguientes elecciones a Syriza.

Atender la crisis social que azota Grecia. “¿Qué no le perdonarían los electores de Syriza si no cumplen? No le perdonarían que no reduzca el desempleo, que no mejore la repartición de la riqueza, aumente las pensiones, frene el deterioro de los servicios básicos, en particular de la salud pública”, explica el politólogo Dimitris Rapidis, fundador de Bridging Europe, una agencia especializada en ofrecer servicios de análisis sobre la relación de Grecia con el resto de los países de la Unión Europea. “Grecia experimenta una crisis humanitaria sin precedentes”, coincide Adonis Stergiotis, un activista de Syriza y empresario.

La razón es que la medicina recetada por Bruselas y el FMI hasta ahora no han frenado una situación hasta hace poco inimaginable para un país europeo. Más bien lo contrario. De acuerdo con datos oficiales de las autoridades griegas y de la CE, las cifras relativas al paro en Grecia indican que esta lacra afecta al 27% de la población y a más del 50% de los jóvenes. Además, se ha llegado a la dramática cifra de 3 millones de pobres (en un país europeo de 11 millones), lo que ha implicado incluso el aumento de la pobreza infantil de un 23% hasta el 40,5% entre 2008 y 2014.

Ahora bien, Syriza ha hecho algunas promesas concretas, que han sido incluidas en su programa electoral. Entre estas, hay medidas como dar electricidad gratuita a 300.000 hogares que actualmente se encuentran por debajo de la línea de la pobreza, subsidios para familias sin ingresos y desempleados de larga duración, quienes también gozarían de un bono gratuito para viajar en los transportes públicos y del servicio médico gratuito. Además, también está previsto, el aumento a 700 euros de la pensión mínima, ayuda a la vivienda para desfavorecidos y subsidios de alimentación para 300.000 familias sin ingresos; esto último, en colaboración con ONG y la Iglesia. Pero, además, atendiendo uno de los reclamos más vehementes de estos meses por parte de la ciudadanía, Tspiras ha prometido prohibir los desahucios en la primera vivienda si esta está cifrada en menos de 300.000 euros.

Todo esto, según cálculos de Syriza, costaría cerca de 2.000 millones de euros, de acuerdo con la información difundida en ocasión de la presentación en septiembre pasado del llamado Programa de Salónica.

Relanzar el crecimiento económico y reestructurar la deuda.
En este apartado, se incluye la parte más difícil de las promesas de Syriza, lo más arduo de todo: conseguir un nuevo acuerdo sobre la deuda, algo sobre lo que algunos socios europeos no quieren ni oír hablar. La razón es que, según datos oficiales de la CE, la deuda pública griega ha continuado creciendo hasta llegar al 175,5% del PIB, un tercio más que al inicio de la crisis, lo que frena el crecimiento. Según los observadores, de todas las promesas de Tsipras, hay dos en particular que más le interesan a los griegos y a pequeñas y medianas compañías. “Los ciudadanos quieren que aumenten sus salarios y se creen nuevos puestos de trabajo, mientras que tanto ciudadanos como propietarios de pequeñas y medianas empresas abogan por la implementación de una tasación más razonada y justa”, argumenta el analista Rapidis. “Cabe sólo tener en consideración que si algunos empresarios griegos hoy apoyan a Syriza esto se debe a que el poder adquisitivo de la ciudadanía se ha desplomado. Ya no saben a quién venderles sus productos. No se trata de ser solidarios, son leyes económicas, la demanda interna tiene que volver a crecer para absorber la oferta”, argumenta Leonidas Vatikiotis, analista económico y político.

Según el equipo económico de Syriza, una prioridad es el aumento del salario mínimo a los niveles anteriores a la crisis, 751 euros al mes (ahora es de unos 400 euros), el gasto público de 3.000 millones de euros para crear 300.000 nuevos empleos, la reintroducción de convenios colectivos, exenciones fiscales para las rentas inferior a 12.000 euros y la eliminación o disminución de algunos impuestos, como el de los inmuebles.

Más complicado es el aspecto macroeconómico. Esto dependerá de las negociaciones con Bruselas y el FMI, en particular el debate sobre la deuda pública, pues también dependerá de la voluntad de estas instituciones. Por ello, dentro de Syriza, ha nacido la propuesta de crear una plataforma, integrada por todos los partidos, para debatir sobre la deuda, así como de proponer que el debate con la Troika sea directiva con los jefes de estas instituciones y no con directivos de alto nivel. En todo caso, para hacer frente a todas estas promesas, un grupo clave serán los gurús económicos de Tsipras, entre los cuales el más popular es el economista Yanis Varoufakis, cuyo nombre se baraja para ministro griego de Finanzas o jefe negociador con la Troika. Luego, se encuentran en el mismo equipo el ya diputado Yannis Dragazakis, Yannis Miliós y Yorgos Stathakis, los responsables del programa económico de Syriza.

Lucha contra la corrupción, el clientelismo y la sofocante burocracia griega. “Imperdonable sería que no lucharan contra la corrupción, el clientelismo y la evasión fiscal. Además de que no hay razón por la cual no lo hagan, ya que ellos hasta ahora no han estado en el poder y, por ello, pueden eliminar e ir hasta la raíz del problema”, dice Vasilis Sklias, simpatizante de Syriza desde la creación de la formación en 2004. Este hombre de 63 años ya no vive en Grecia, país del que se fue en busca de mejores oportunidades laborales, dice que no soporta el futuro que se avecina para las jóvenes generaciones. Pues, a pesar de que los griegos ya admitan que el problema no es exclusivo de las elites, sino que se trata de una plaga que afecta trasversalmente a toda la sociedad, es uno de los aspectos más delicados, pues también implica un cambio cultural. “No hay dudas de que una de las cosas más difíciles, pero también que no nos perdonarán si fracasamos, será la lucha contra la corrupción”, asumía Makim Mandas, del comité de la dirección de Syriza.

“Un ejemplo es lo que se puede hacer con la administración pública. Por décadas, los dos partidos que fueron dominantes, Nueva Democracia (ND) y los socialistas del Pasok se dedicaron a engordar las filas de los empleados públicos, engullendo millones y millones de euros, lo cual ha sido una gran lastre para Grecia”, añade el más crítico Vatikiotis. Otro ejemplo es lo ocurrido en estas elecciones con miles de jóvenes nacidos en 1997, que se quedaron sin votar pues el patrón no se renovó a tiempo.

De hecho, estas reclamaciones están atendidas en el programa de Syriza, el cual también incluye que se fomente la participación de los ciudadanos en la vida pública, eliminar toda garantía de inmunidad para ministros y parlamentarios, mejorar la trasparencia de las cuentas públicas y la lucha contra la evasión fiscal. Asunto, este último, del cual además se puede recaudar una buena cantidad de dinero. "Hoy perdió la Grecia de los oligarcas y de los corruptos", y "ganó la Grecia del trabajo, del conocimiento y de la cultura… Ganó la Grecia que lucha y tiene esperanza", dijo el líder izquierdista, tras saberse que había ganado las elecciones.

Devolver a Grecia su "dignidad nacional”. Tsipras lo ha repetido en varias ocasiones y, en un país cuya historia está salpicada por dominaciones y conflictos internos, es sin duda la promesa más emotiva del joven líder griego. La cuestión es que, desde que la crisis pegara con toda su fuerza al país, Grecia ha asistido una tragicomedia incesante en la que ella ha sido la oveja negra criticada por el resto de Europa.

“Los griegos son muy orgullosos. Por eso, el sentimiento más extendido en Grecia es que el país ha sido humillado por poderes, financieros y económicos, venidos de afuera”, argumenta el investigador Spyros Marchetos, de la Universidad de Salónica. “El problema es que Grecia se ha vuelto un paradigma de la austeridad impuesta por poderes externos, pobreza entre las clases populares y medias e indignación de la ciudadanía contra los bancos y los políticos. Los griegos no lo aguantan más”, coincide el investigador Vatikiotis, al explicar que esta es la razón por la que los ciudadnos desean una clase política que los represente con determinación y consigan resultados ante las instituciones europeas.

Mantenerse en la Unión Europea, criticándola. A pesar de la presión que se ha ejercido sobre Grecia y sus votantes, lo que precisamente la mayoría no quiere es salir de la Eurozona o de la UE. Este es el motivo por el cual el discurso de Syriza (incluido el de sus corrientes antieuropeístas) ha ido moderándose en estos últimos dos años, desde que en 2012 cuadriplicaran su resultado electoral anterior. “Personalmente, no le perdonaría que no nos devolviese la esperanza a los jóvenes, dándonos mayores posibilidades laborales. Eso y que nos sacara de la Eurozona o peor de la Unión Europea”, puntualizaba el pasado domingo Arcudia Mustafa, una joven de 26 años, a la salida de un colegio electoral.

Aún así, los griegos sí se sienten muy críticos con la Unión Europea. Un estudio publicado hace poco más de un año por Pew Research Center, un centro de estudios estadounidenses, reflejaba esa desafección. Según el mismo, un 95% de los griegos considera que el sistema económico actual favorece a los más ricos y no ayuda a los pobres. En esta misma línea, otra investigación de Gallup, publicada en enero de 2014, también señalaba que sólo el 19% aprueba el trabajo de la UE en el marco de la crisis griega.