TOSHIFUMI KITAMURA/AFP/Getty Images
(Toshifumi Kitamura/AFP/Getty Images)

Este mes de julio finaliza la celebración del Año Dual en que España y Japón han conmemorado los 400 años de intercambios. En 1614 la “Embajada Keicho a Europa” encabezada por el samurái Hasekura Tsunenaga (1570-1621) y el fraile franciscano español Luis Sotelo llegó a España. Su objetivo: solicitar el establecimiento de relaciones comerciales con Nueva España (México) y el envío de misioneros a Japón. Ésta fue la primera delegación diplomática oficial enviada por Japón a España.

He aquí cinco razones para impulsar los vínculos, incluso, en un momento de recursos limitados en que la imagen de España ha quedado devastada por una grave crisis de la cual aún no se ha repuesto.

Retos comunes de dos economías desarrolladas

Los dos países han sufrido una crisis financiera llevando a una “década perdida” y, en el caso de Japón, prolongándose los últimos 25 años. En paralelo al estallido de la burbuja inmobiliaria y el mercado de valores se incrementó la deuda, casi el 100% del PIB en España y siendo la de Japón la más alta de la OCDE. Una losa para el crecimiento económico y la democracia que hipoteca a las generaciones futuras. Además, el envejecimiento de la población es un reto compartido pues las generaciones del baby boom, hoy aun en edad adulta, avanzan hacia la vejez.

Una crisis sistémica que reclama profundas y muy costosas reformas pero en la que el sector bancario, afectado por ella, rehúye en la actualidad del riesgo contrayendo el crédito de forma radical. La existencia de algunas causas transnacionales de la crisis motiva una desafección política de los ciudadanos hacia sus instituciones que el Estado intenta cohesionar mediante el nacionalismo.

Como soluciones, España y Japón deben racionalizar las administraciones y reformar la fiscalidad. Es preciso revisar la política de subsidios y reorientar mediante una constante evaluación las prestaciones públicas, presionadas por el estancamiento económico y el envejecimiento de la población.

En ambos países, la desigualdad y la pobreza aumentan lo que obliga a preservar la justicia social y la solidaridad. Lo que implica, a su vez, implica garantizar el acceso a la educación de calidad. Y todo ello, invita a fomentar el intercambio de experiencias de dos países que más allá de medidas coyunturales, requieren reformas estructurales.

Fortalecer la balanza comercial y la presencia empresarial española

Confiar en la recuperación económica de Japón, es siempre una apuesta arriesgada. Sin embargo, su economía presenta a día de hoy fuertes tasas de crecimiento y oportunidades de negocio para las empresas españolas. Pero no hay que olvidar que la balanza comercial ha sido tradicionalmente deficitaria para España debido a la mayor capacidad exportadora de las compañías japonesas.

El modelo japonés se basa en la colaboración entre un Estado con visión a largo plazo y un sector industrial con vocación exportadora. En los últimos años, debido al impacto de la crisis económica, se han producido algunas desinversiones en el sector industrial; situación, por otra parte, que se han visto parcialmente compensada por nuevas inversiones como las realizadas en el sector de las energías renovables. El futuro de las inversiones japonesas en España pasa, necesariamente, por la intensificación del nivel tecnológico de las operaciones y la búsqueda de valor añadido en aspectos como el diseño o la distribución.

A pesar del todavía limitado interés de las corporaciones españolas por Japón, en la actualidad, unas 40 compañías tienen una presencia directa en este mercado. Empresas cuyas oficinas se ubican en su mayoría en la región de Kanto, es decir, en la metrópolis de Tokio y prefecturas adyacentes. La banca, el sector agroalimentario, la moda, los componentes de automoción y los bienes de lujo son, por ahora, los actividades comerciales más explotadas.

Además, España quiere presentarse como un país que sobresale en sectores clave como las infraestructuras, la nanotecnología, la robótica y, sobre todo, las energías renovables (esta última con gran potencial tras el desastre nuclear de Fukushima pues existe la necesidad en Japón de diversificar el mix energético aumentando el peso de las energías alternativas). Por su parte, el Gobierno conservador del primer ministro Shinzo Abe anuló los planes del anterior Ejecutivo, que tras el accidente de Fukushima apostó por eliminar las nucleares para 2030 y reducir la dependencia atómica. Se seguirá pues adelante con la reactivación de las plantas nucleares cuya energía el Gabinete de Abe califica como una fuente barata en cuanto a costes operativos capaz de generar electricidad de manera estable.

La realidad es que Japón es el cuarto mayor consumidor de energía del mundo pero, al no poseer apenas recursos propios, debe importar más del 80% de la energía que consume. Las renovables son, por consiguiente, un sector que debe ser aprovechado por las compañías españolas punteras en energía eólica y solar.

La aportación de estas fuentes de energía a la producción de electricidad antes del accidente atómico era inferior al 10%, cuando las nucleares aportaban casi el 30, si bien el porcentaje desde entonces ha aumentado gracias a una legislación que incentiva el uso de estas fuentes. No se han detallado los porcentajes específicos con respecto al mix energético del país a corto plazo pero ha dejado clara su voluntad de introducir fuentes verdes en el país muy por encima de los niveles comprometidos por administraciones anteriores.

Componer una auténtica triangulación

La idea principal del concepto de triangulación España-Asia-América ha consistido en el aumento de la presencia española en Asia y la asiática en España utilizando la especial experiencia política, económica y cultural en América Latina. ¿Cómo proyectar y concretar esta idea? Mediante la exitosa red político-diplomática reflejada en las cumbres iberoamericanas y el know-how acumulado por las empresas españolas, particularmente en los sectores bancario y energético, de telecomunicaciones e infraestructuras que se convirtieron en transnacionales en América Latina. Lo que se traduce para España como un papel esencial en el intercambio entre ambas macrorregiones.

Es cierto que el concepto de triangulación se ha venido aplicando teniendo en cuenta la pujanza de China. Pero es extensible a Japón, país que mantiene una activa diplomacia económica. Conviene recordar su importante presencia en el Sudeste asiático así como el fuerte vínculo con India, la relación bilateral que más rápido se intensifica en Asia. Empresas de este continente llegarían a América Latina acompañadas de empresas españolas proveedoras de servicios de consultoría a sus contrapartes asiáticas e incluso concluir en joint ventures y fusiones hispano-asiáticas.

Otra pieza a tener en cuenta es el sector del turismo en el que se está desarrollando una sustancial labor de promoción. Algo más de 300.000 turistas japoneses visitan España cada año. Un turismo que es atractivo para España por una triple razón: su alto poder adquisitivo, su presencia en diferentes épocas del año -lo que evita el estacionamiento del sector- y su interés por la historia y la oferta cultural. Puede ser un problema la ausencia de vuelos directos pero, para sortearlo, una opción es intensificar estas expectativas triangulares.

Con estos retos, el pasado año nació oficialmente la Alianza del Pacífico. Un esfuerzo comercial conjunto, liderado por Colombia, Chile, México y Perú; países que están integrando profundamente sus respectivas economías conformando así una plataforma para obtener en el corto plazo facilidades de ingreso a los mercados asiáticos que hoy son el mayor motor del comercio mundial. Prueba del éxito de esta estrategia es que desde muy pronto España y Japón se convirtieron en observadores en busca de una mayor proximidad.

La triangulación permitirá a España economizar sus recursos ante las estrecheces presupuestarias exigidas por la crisis. Se relativiza así su repliegue estratégico en Asia-Pacífico, área con las máximas expectativas de crecimiento.

No se olvide que el océano Pacífico durante más de 200 años fue considerado como el Lago Español por la historiografía anglosajona. Desde Filipinas, el cosmógrafo Urdaneta llegó a la latitud de Japón desde donde aprovechó la corriente llamada del Kuro Shivo para llegar hasta Acapulco tras algo más de cuatro meses en 1565. Supuso el descubrimiento de la ruta de navegación más corta entre Asia y América.

Mayor presencia en la institucionalidad internacional

Abe culminará una ofensiva diplomática con las visitas a Brasil, Chile, México previstas para finales de este mes de julio y a las que posiblemente se añadirán Perú o Colombia. Todos ellos, importantes socios comerciales y, algunos, miembros de peso del Acuerdo Trans-Pacífico de Asociación Económica.

Precisamente uno de los objetivos de estos viajes es asegurar el apoyo para un asiento de miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU para Japón durante el bienio 2015-2016. Meta que comparte con el ejecutivo español de Mariano Rajoy y que apoyará el rey Felipe VI durante su discurso con motivo de la apertura de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas.

Naruhito, el hijo y sucesor del emperador Akihito, habla algo de español y pertenece a la misma generación que Felipe VI. Ambas Casas Reales mantienen unos vínculos magníficos. Tanto el heredero del trono japonés como el monarca español han recibido una sólida formación para representar a sus respectivos países en el mundo globalizado al tiempo que profundizarán desde la Jefatura del Estado una relación bilateral.

Tras el estallido de la crisis en 2008, las limitaciones del G-7 resultaban tan evidentes que el grupo fue sustituido. En 2009, Barack Obama declaró que el G-20 -integrando a economías emergentes de peso medio incluyendo por tanto a España- era el nuevo “foro principal para la cooperación económica”. Desde este G-20, Japón sigue apoyando los esfuerzos internacionales para la estabilización de la crisis de la deuda en Europa y junto con España favorecen las soluciones que preserven la libertad de comercio y de inversiones. Mediante el acercamiento con Japón se afianza igualmente otra prioridad de la política exterior española como es la profundización de relaciones con EE UU al ser Japón uno de los pilares más sólidos de la política asiática de Washington.

Ahondar en las afinidades culturales

Es en este ámbito en el que se registra una mayor afinidad. Curiosamente, el interés cultural recíproco existente en ambos pueblos es grande, pese a los más de 10.000 kilómetros que los separan. España es una potencia media con una relevancia mayor de lo que indica su economía y su inversión en Defensa. Por contra, es menor de lo que cabría esperar si se tiene en cuenta su dimensión cultural.

En primer lugar figuran la lengua y cultura españolas difundidas por el Instituto Cervantes en Tokio desde 2008. A los japoneses les fascina también el flamenco: lo estudian más de 50.000 personas en el país. La gastronomía, el deporte y la arquitectura modernista catalana son otras manifestaciones culturales muy admiradas.

A la inversa, la fascinación de los españoles se basa en gran medida en manifestaciones modernas como el cine, los videojuegos, el manga o el anime. Pero, y en especial, les atrae su comida. Restaurantes japoneses florecen por doquier junto con tiendas de productos nipones y cursos para iniciarse en la cocina nipona. Un sector que ofrece posibilidades insospechadas a España es el vinícola. En los últimos años se ha desarrollado en Japón una auténtica cultura del vino inexistente en otros países asiáticos.

Por otra parte, y con el objetivo de divulgar la enseñanza del idioma y la cultura japonesas. Fue en 2010 cuando la Fundación Japón abrió su sede en Madrid y se suma así a la labor que ha venido realizando el Centro Cultural Hispano Japonés de la Universidad de Salamanca. Más de 4.000 españoles estudian japonés.

También, y con un sentido individual, los españoles pueden aprender de las bondades y valores de la sociedad japonesa. En especial, de su civismo y su veneración por los mayores, su amor por las cosas pequeñas y el respeto por los detalles de la vida cotidiana. Pero estas virtudes no deben ocultar graves defectos como el fuerte machismo todavía existente en el país nipón.

Asia ha pasado largo tiempo desaparecida del imaginario colectivo de los españoles. Para impulsar las ya de por sí buenas relaciones bilaterales, restablecidas en 1952, ha sido fundamental rememorar la historia común con Japón. España puede recuperar así su tradición asiática.