
Moldavia emerge de una grave crisis política con un nuevo Ejecutivo enfocado en la seguridad. Mientras se producía el colapso del gobierno anterior salían a la luz detalles de una supuesta trama de desestabilización generalizada. Las sospechas se dirigen a Rusia que desea recuperar su ascendiente sobre la ex república soviética y prolongar el conflicto con Ucrania.
1. Frenar la desestabilización para contener la guerra
La presidenta Maia Sandu ha revelado detalles de una supuesta trama, según ella, destinada a utilizar a saboteadores militares extranjeros “camuflados de paisano, para llevar a cabo acciones violentas, atentados contra instituciones estatales y toma de rehenes”. Mientras tanto, el país se sumía en una profunda crisis con la dimisión de la primera ministra Natalia Gavrilița y el colapso de su gobierno.
En enero, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski había afirmado que su país había interceptado planes secretos rusos para “destruir” Moldavia. El plan de Moscú incluiría el derrocamiento del gobierno e instalación de un régimen títere.
Ya en diciembre el jefe del Servicio de Información y Seguridad moldavo, Alexandru Musteata, advertía de la amenaza de una posible ofensiva de la Federación Rusa “entre enero y abril”. Seis canales de televisión que emitían ‘desinformación rusa’ fueron suspendidos.
De ser cierta la operación recuerda a la anexión ilegal de Crimea y a la ocupación del este de Ucrania en 2014, cuando una mezcla de fuerzas especiales rusas, agentes de inteligencia y mercenarios tomaron con violencia los edificios gubernamentales ucranianos.
El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso califica las acusaciones de “completamente infundadas”. Su titular, Serguei Lavrov, acusó en la televisión estatal a Sandu de liderar una política antirrusa, tener la ciudadanía rumana, estar a favor de la unificación con Bucarest y querer ingresar en la OTAN. Además, dio a entender que no había llegado al poder de forma democrática.
La frustración rusa es patente. Hasta la llegada a la jefatura del Estado en 2020 de Sandu, ex colaboradora del Banco Mundial, Moscú había hecho valer su influencia en Chișinău.
En este cruce de acusaciones se impone la precaución. El politólogo Costin Ciobanu considera la declaración de Sandu un intento preventivo de frustrar las acciones desestabilizadoras rusas. Ve probable que el mismo hecho de que los planes fueran anunciados por Zelenski motivara a las autoridades moldavas a dar más explicaciones.
Otro dato a tener en cuenta es la dinámica política interna: la Constitución otorga a la presidenta –aunque legitimada en una elección directa– muy poco poder ejecutivo. Sandu, proeuropea y conservadora, al igual que su predecesor socialista Igor Dodon (en la actualidad tiene prohibido salir del país por cargos de corrupción), intenta extender este poder. La experta Nadja Douglas sostiene que desde hacía varios meses circulaban rumores de que el Gabinete Gavrilița dimitiría bajo la presión de Sandu.
2. Impedir la reactivación del conflicto congelado ...
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