
En el aniversario de la primera circunnavegación a la Tierra, hablemos de cómo España debería seguir implicándose a fondo en los grandes retos globales en un momento en el que la globalización necesita ser repensada.
Celebrar el Quinto Centenario de la primera vuelta al mundo que completó Juan Sebastián Elcano (1519-1522) es un buen pretexto para formular la pregunta: en el momento presente, ¿cuántas potencias existen en el mundo que tengan una proyección global? Acostumbrados a todo tipo de rankings y análisis cuantitativos, esta cuesión puede resultar extraña porque obliga a tener en cuenta cualidades muy diversas, y no solo datos. Es bastante obvio que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU disfrutan de una proyección global. Les siguen tres de los cuatro candidatos a ese asiento permanente: Alemania, el tercer exportador del planeta tras China y Estados Unidos; Japón, potencia económica y tecnológica; e India, segundo poder en población aunque algo despreocupado de los asuntos mundiales. ¿Y Brasil? Este país es sin duda una potencia regional, pero ¿cuenta con proyección global? La respuesta no está clara y distintos expertos darán opiniones diferentes. Si admitimos que dicha proyección incluye no solo la economía sino aspectos como la historia, la cultura, y una presencia en todo el mundo, es muy posible que España sea un buen candidato a esa categoría, incluso por delante de Estados que están por encima en los rankings económicos y de población, o que pronto lo estarán al ser emergentes, como Canadá, Corea del Sur, Indonesia, Italia, México, Nigeria o Turquía.
Es obvio que las bases históricas de la proyección global de España fueron la expansión en América iniciada en 1492 y la presencia en todos los continentes inaugurada por el viaje de Elcano. Pero esa proyección continúa hasta la actualidad debido a dos progresos recientes. El primero es de naturaleza política. Desde la Constitución de 1978 y la entrada en la Unión Europea, España puede presentarse en todo el mundo como una democracia avanzada, lo que es una garantía de relaciones internacionales sanas, basadas en principios. El segundo fenómeno es el éxito empresarial español desde los 90, y sobre todo en la época de bonanza entre 2000 y 2008, que nos llevó a participar plenamente en los procesos de globalización.
En consecuencia, no solamente por historia sino también por logros actuales, como la democracia y el éxito económico, España tiene una proyección global y es reconocida y respetada en todo el planeta. Todo esto se asienta en un PIB que ocupa el puesto número 14 en la escala mundial y una dimensión reducida en términos de población. Esto plantea una tarea global enorme con unas fuerzas limitadas. Para describir ese lugar en el tablero internacional, los documentos oficiales de los últimos Gobiernos han acuñado la expresión: “España es una potencia media con proyección global”.
Pérdida de memoria global

La importancia de un Estado se mide también por su memoria. En nuestro imaginario colectivo, la primera vuelta ...
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