Un grupo de jóvenes camina frente a un mural contra el racismo y por la libertad del continente africano con las imágenes de Kemi Seba y Winnie Mandela en Dakar, Senegal (Alaattin Dogru/Getty Images).

En estos cinco libros, documentales y películas, creadores africanos ofrecen su visión del colonialismo y el poscolonialismo al que estuvieron y están sometidos sus países. Desde el ensayo escrito y visual y desde la ficción, se ofrece una revisión histórica sobre la literatura francófona, la esclavitud y la conquista, los procesos de independencia o las, a menudo, estereotipadas visiones occidentales sobre el continente.

Un libro

Huit leçons sur l’Afrique

Alain Mabanckou

Grasset, 2020 
El prestigioso crítico literario, Antoine Compagnon, ocupaba en 2015 la cátedra de Literatura Francesa del centenario Colegio de Francia cuando encargó al escritor congoleño Alain Mabanckou un curso especial sobre la relación entre la cultura francesa y la africana, con especial atención a la literatura francófona. Este libro reúne las ocho lecciones que el autor impartió sobre el tema en la primavera de 2016. La primera (“De las tinieblas a la Ilustración”), a modo de pórtico necesario, para el escritor, resume los primeros cinco siglos de colonización: las ideas imperantes sobre la raza, las primeras exploraciones y expediciones coloniales en el continente y finalmente cómo los africanos pasaron de la literatura oral a la escrita en francés (en el caso de los autores de las ex colonias francesas) que les permitieron contar “la concepción de nuestro universo por nosotros mismos, los africanos”. En las sucesivas lecciones, Mabanckou se ocupa de la cuestión de la negritud -con referencias al período esclavista y la idea de la “Francia negra”-, de las principales temáticas de la literatura africana, de cómo se ha editado la literatura africana en Francia, de la instrumentalización política de la literatura -abordando, por ejemplo, el debate sobre si la literatura nacional ha de estar escrita en una lengua local- o de cómo escribir (parafraseando a Adorno) escribir literatura tras el genocidio de Ruanda. El resultado es un recorrido por la historia cultural de una relación conflictiva con la metrópoli, pero fecunda a nivel literario, que puede servir de ensayo introductorio para todos aquellos interesados en acercarse o profundizar en los temas y autores claves de la literatura africana francófona. Cierra el libro un carta abierta al presidente de la República Francesa (François Hollande, en aquel momento, aunque es válida para su sucesor) en la que, entre otras cosas, hace un llamamiento a reformular el concepto de francofonía -con marcados tonos poscoloniales- y a reforzar los lazos culturales e históricos vertebrados a través de la lengua común, el francés.

Un documental

Exterminad a todos los salvajes 

Raoul Peck

HBO, 2021
Raoul Peck, director nacido en Haití pero criado en Kinsasha, debido al trabajo de su padre como funcionario internacional, recorre, con una mezcla de documental y escenas de ficción (protagonizadas por el actor Josh Hartnett), la historia de los varios colonialismos europeos (menciona los ejemplos africanos, por ejemplo, de Namibia y el Congo). La serie documental se basa en los libros Exterminate All the Brutes, de Sven Lindqvist -que da título a la miniserie documental-; Silencing the Past: Power and the Production of History de Michel-Rolph Trouillot y An Indigenous Peoples’ History of the United States de Roxanne Dunbar-Ortiz. También hay referencias al Corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Para Peck es importante subrayar que la violencia y, en ocasiones, el genocidio no fueron consecuencias indeseadas del colonialismo imperialista y evangelizador, sino sus elementos conformadores. El director dedicó tres años a seleccionar y montar  las imágenes finales de estas cuatro horas de metraje documental elegidas entre decenas de horas de metraje histórico, fotografías, documentos históricos e incluso escenas de animación creadas expresamente para el proyecto. Además, habla de su propia biografía usando, además de su cadenciosa voz en off, varios minutos rodados en Super 8 de su archivo. El collage resultante le permite recorrer más de quinientos años de colonialismo  -el europeo en África junto con la conquista de Estados Unidos es al que más tiempo dedica- con la intención de rastrear sus fundamentos económicos e ideológicos, que han configurado unas narrativas que, aunque se han ido puliendo, aún pueden rastrearse, en muchos casos, en el modo en el que se sigue representando en la ficción y contando las realidades periodísticas de las ex colonias y a sus pueblos.

Ensamblaje de bronces de Benin para su retorno a Nigeria en el Museo Etnológico de Dahlem, Berlín (Wolfgang Kumm/Getty Images)

Un ensayo

Africa is not a country

Dipo Faloyin

W. W. Norton & Company, 2022
El periodista de la revista Vice, Dipo Faloyin -nacido en Chicago y criado en Lagos- ofrece en Africa is not a country un completo ensayo sobre el colonialismo. El libro tiene dos hilos principales. En uno de ellos, aborda la historia colonial de varios países africanos, de Nigeria a Argelia, pasando por Zimbabue, Guinea Ecuatorial o la Etiopía de Sid Barre, países a los que dedica capítulos. Entrelazados con ellos, dedica numerosas páginas a ensayos temáticos que abordan asuntos diversos como la mirada occidental sobre África -comentando numerosas películas famosas recientes y sus fallos de partida, por ejemplo Gorilas en la niebla, El jardinero fiel, Hotel Ruanda o Diamantes de sangre-; las bienintencionadas -aunque nefastas- campañas de solidaridad para solucionar problemas históricos, como la mundialmente conocida Kony 2012; o el robo sistemático de arte africano -pone como ejemplo paradigmático el de los Bronces de Benin, que están en su mayoría en el Museo Británico, con piezas también en Estados Unidos o Alemania- que impiden que la mayor parte de la población africana tenga acceso directo al caudal cultural material de sus sociedades precoloniales. El libro de Faloyin es una obra excelente para acercarse por primera vez a la(s) historia(s) de una parte significativa de los países africanos, que logra condensar en unas pocas páginas, y también abordar, algunos de los debates esenciales sobre la percepción foránea del continente. Para el periodista, entre las tareas pendientes de los políticos y las sociedades africanas está la de reforzar la construcción de Estados que superen las divisiones étnico-fronterizas impuestas durante la época colonial -en la Conferencia de Berlín de 1885, sobre todo-, para convertirse en sujetos activos que busquen una versión moderna del panafricanismo que plantearon algunos de los líderes africanos de los primeros años de independencias coloniales a mediados del siglo XX como Kawame Nkrumah, Jomo Kenyatta, Juluis Nyerere o Patrice Lumumba (de cuya vida Raoul Peck se ocupó en uno de sus largometrajes).

Una película

Bamako 

Adberrahmane Sissako, 2006
En este largometraje, el director maliense Adberrahmane Sissako escenifica un juicio al neocolonialismo celebrado por un tribunal en el patio de una casa de Bamako. Frente al tribunal -cuyos miembros visten con las togas de rigor- desfilan varios ciudadanos malienses explicando su visión acerca de todos los problemas relacionados con el neocolonialismo en su país y en el continente africano. El principal, afirman varios testigos, es una deuda que condena a los países africanos a un ciclo perverso de subdesarrollo. Como acusados (ausentes) señalados por varios testigos, instituciones internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional que, a cambio de entregar los préstamos que generan esa deuda inasumible, imponen un modelo económico liberal que condena a sus países a no levantar cabeza -con la colaboración activa, se recuerda en un momento de la película, de las élites locales corruptas-. Una de las testigos afirma: “queremos sumarnos a la globalización, pero con normas justas”. Así, las poblaciones de esos países, afirma otro de los declarantes, viven en una idea de sociedad -amplificada por los nuevos medios de comunicación locales y occidentales -que nunca pueden alcanzar, generando una constante frustración. Otro de los temas que se somete a juicio es la ayuda internacional, que tras varias décadas operando no ha servido para cambiar las dinámicas de (infra)desarrollo. El resultado son sociedades sin muchas expectativas para los jóvenes. Uno de los testigos cuenta su duro y fracasado viaje hasta España en busca de un futuro mejor. Al pensar en África, dice una de las personas presentes, Occidente tiene dos nuevos miedos: el terrorismo y la inmigración (una las películas más recientes de Abderrahmane Sissako, titulada Timbuktu, trata de la ocupación de esa ciudad por integristas musulmanes en 2012, que motivó el inicio de la recién terminada operación militar francesa en la región, y varias operaciones de las Naciones Unidas, la OTAN y la Unión Europea, en las que también han participado efectivos españoles). La película termina sin un veredicto final, aunque tras dos horas y media de metraje el espectador ya cuenta con elementos suficientes para decidir el sentido de su sentencia.

Un documental 

Stop filming us 

Joris Postema, 2020 
Uno de los asuntos abordados en el resto de materiales comentados en este artículo es el cuestionamiento de las idea que los no africanos suelen tener, basada en imágenes preconcebidas, sobre las dinámicas socioeconómicas del continente: cómo se muestran en la ficción y cómo se informa sobre las diversas realidades africanas arrastrando toda una serie de clichés heredados, en buena medida, de los tiempos coloniales. Una de las consecuencias, si se tiene en cuenta que tanto la industria cinematográfica como los principales medios de comunicación consumidos por los africanos están en manos occidentales: la mente colonizada de los propios africanos que terminan asumiendo una parte de esa visión externa y de los lugares comunes neocolonialistas. Aunque el director de este documental, el holandés Joris Postema, no es africano, el experimento que lleva a cabo merece ser comentado. Parte de una pregunta: ¿puede él, un director occidental, retratar la realidad de un país africano -en este caso de la ciudad de Goma- sin incurrir en tópicos y actitudes paternalistas? En la prensa holandesa, por ejemplo, el documental recibió críticas positivas, por lo que intenta, y también extremadamente negativas, por no haber logrado, ni de lejos lo que pretendía, un cuestionamiento de la estereotipada mirada occidental sobre África, en general, y sobre la República del Congo, en particular. El director cuenta al inicio del documental que hace más de un década visitó Goma para rodar un documental para una ONG de su país. Los días que pasó en la ciudad del este del Congo transcurrieron en localizaciones muy concretas y, por motivos de seguridad, apenas pudo recorrer las calles de la ciudad ni relacionarse con sus habitantes. En esta ocasión, para rodar Stop Filmin Us, y aprovechando que la situación de seguridad era bastante mejor, decidió que daría la voz y el protagonismo a fotógrafos y cineastas locales -Ley Uwena, Mugabo Baritegera, Bernardette Vivuya o TD Jack -con el objetivo de que ellos ofrecieran su propia mirada sobre la sociedad en la que viven. El equipo de rodaje también es congoleño. El resultado es interesante, al combinar la narración de historias propuestas por los documentalistas locales y los debates que el equipo de rodaje mantuvo sobre la visión estereotipada de los medios sobre África y sobre la industria de la ayuda humanitaria que ha convertido a Goma en una de las ciudades del mundo con más ONG por kilómetro cuadrado. El intento de Postema es meritorio, aunque en ocasiones resulte de una candidez un tanto embarazosa. Además, como uno de los miembros de su equipo le comenta: al final, incluso en este documental el poder para decidir la narración general y fijar el montaje final no depende de los africanos a los que se pretende dar voz y protagonismo.