El presidente electo Ferdinand Marcos Jr toma posesión de su cargo en Manila, Filipinas. ( Ezra Acayan/Getty Images)

La elección de Ferdinand ‘Bongbong’ Marcos como presidente de Filipinas, calificada por críticos como "amnesia colectiva", puede explicarse como resultado del hartazgo de años de democracia disfuncional bajo varias administraciones ineficaces y promesas incumplidas.

Las dinastías perpetúan su poder en Filipinas, uno de los países en donde acumulan más influencia política y económica. Antes de los comicios de mayo, los clanes políticos acaparaban casi siete de cada 10 escaños en el Congreso, y el 53% de las alcaldías.

Dos de las dinastías de más peso –antaño enemistadas– se han aliado. Ferdinand Marcos Jr., hijo del dictador homónimo, es decimoséptimo presidente, bajo las siglas de la formación de centroderecha, Partido Federal de Filipinas. Su vicepresidenta es Sara Duterte-Carpio hija del exmandatario Rodrigo Duterte, popular en el país, polémico a nivel internacional por su mortífera guerra contra las drogas.

En su primer discurso sobre el Estado de la Nación el 25 de julio, Marcos Jr., de 64 años, evitó los temas controvertidos –entre ellos la historia familiar, la corrupción y la falta de libertad de prensa– prefiriendo enfatizar su visión de unidad nacional y prosperidad económica.

Ha dejado claro que la economía será su principal cometido. Su ambiciosa agenda incluye planes para un crecimiento robusto, grandes inversiones y desarrollo de infraestructura. Una reciente encuesta de la agencia filipina Pulse Asia Research Inc, muestra que la inflación, el desempleo, los salarios y la pobreza son cuatro de las principales preocupaciones de la mayoría de los ciudadanos. La inflación llegó al 6,1% en junio subiendo al 6,4% en julio, la cifra más alta en cuatro años.

El nuevo secretario de Finanzas, el experimentado tecnócrata Benjamin Diokno (hasta ahora Gobernador del Banco Central) asignará el 11,6% del presupuesto propuesto para 2023 al alivio de la deuda. Transmitió a sus homólogos en el G20 que sus objetivos a medio plazo son reducir el déficit y promover la sostenibilidad fiscal. El Banco Asiático de Desarrollo con sede en Manila prevé para Filipinas un crecimiento del 6% del PIB en 2022 y del 6,3% en 2023. Otra apuesta por la veteranía ha sido el nombramiento de Arsenio Balisacan como jefe de la influyente Autoridad Nacional de Desarrollo Económico. Ya ocupó ese cargo bajo la administración de Benigno Aquino III. A largo plazo, se pretende completar gran parte de los megaproyectos iniciados bajo la iniciativa "Construir, construir, construir"  de Duterte, y mantener el gasto en infraestructura entre 5% y 6% del PIB.

Está por ver que labongbonomía logre revitalizar la que fuera "nueva economía en ascenso del Sureste Asiático". El desafío principal: la  devastación causada por la pandemia de la Covid-19. El año pasado, la pobreza alcanzaba a más de un 18% de los filipinos subrayando la vulnerabilidad de millones de familias incluso ante incrementos mínimos en el precio de los alimentos. Preocupado por ello el propio Marcos Jr. es secretario de Agricultura para estar preparado ante una posible emergencia.

Aumentará las importaciones de alimentos y acuerdos directos con países exportadores, ampliando subsidios y enfriando la demanda a través de una política monetaria más estricta. También ha prometido la condonación de la deuda a los agricultores y reformas agrarias.

Muestra del desastre tras el Tifón Rai en Leyte, Filipinas. (Stringer/Anadolu Agency via Getty Images)

Las consecuencias económicas del creciente acoso de fenómenos atmosféricos potencialmente devastadores en Filipinas se cuantifica en 124.000 millones de dólares para 2050, con una pérdida anual promedio del 0,7% del PIB. En un estudio, Filipinas ocupa el cuarto lugar entre los países más afectados por desastres relacionados con el agua, con cerca de veinte tifones de gran intensidad que provocan lluvias torrenciales y grandes inundaciones. Todos los sectores se ven afectados aunque es la agricultura la sometida a mayor presión con pérdidas estimadas del 5% anual para 2030 y del 8% en 2050. La contribución de la agricultura supera el 10% de la riqueza nacional.

Y como argumenta el economista Cielito Habito existe una estrecha interconexión entre la mala calidad de la educación básica filipina y la desnutrición que ha afectado a la infancia durante décadas. Dos crisis muy serias –alimentaria y educativa– que requieren una coordinación urgente entre Marcos Jr. y su vicepresidenta quien encabeza el departamento de Educación.

En cuanto a política exterior, Marcos Jr. representa una ruptura importante con respecto a sus predecesores inmediatos, sobre todo en relación con China y EE UU. En su discurso declaró: "no presidiré ningún proceso que abandone ni una pulgada cuadrada del territorio de la República de Filipinas a ninguna potencia extranjera". Referencia  apenas velada a las disputas marítimas en el Mar de China Meridional.

Duterte llegó a sugerir una actitud "mansa y humilde" ante Pekín. Si bien antes de su elección había respaldado el enfoque de compromiso de su antecesor, Marcos Jr. no está siguiendo ese camino. Enfatiza la naturaleza vinculante de la victoria de Manila en la Corte de La Haya en 2016 prometiendo hablar con "voz firme" en relación a las reclamaciones filipinas en la zona disputada. Califica el fallo del tribunal como una trascendental herramienta para que Manila "haga valer nuestros derechos territoriales". Con todo, esa retórica es más táctica que estratégica. Sabe que China es el "socio más fuerte" para la recuperación pospandemia. Eso sí, desea ver resultados tangibles. Las promesas de inversión hechas bajo Duterte y su predecesora Gloria Macapagal Arroyo, en general, o no se cumplieron o se vieron envueltas en escándalos de corrupción. El presidente, que ya ha cancelado tres proyectos cardinales de infraestructura respaldados por China estancados, al mismo tiempo, ha dejado la puerta abierta para reactivar otros con el fin de impulsar la construcción. Por otro lado, la nueva administración ha expresado su preocupación por las altas tasas de interés asociadas al financiamiento chino en comparación con las de socios tradicionales como Japón.

Marcos Jr., más astuto y sensible a la opinión pública, es consciente de que la constante invasión china en aguas filipinas y el incumplimiento de sus compromisos de inversión enojaron a muchos filipinos. En 2020, su calificación de confianza hacia China cayó a un 36% negativo.

El experimentado diplomático de carrera Enrique Manalo es el nuevo ministro de Exteriores. El ex alto general José Faustino queda al frente de Defensa Nacional. Manila ha cancelado de forma unilateral un acuerdo de compra de helicópteros por valor de 227,4 millones de dólares con Rusia. La razón esgrimida: evitar el riesgo de sanciones de EE UU y países aliados por la guerra en Ucrania o ver imposibilitada la adquisición de los aparatos y sus repuestos. Con toda probabilidad el proveedor pasará a ser Washington.

Todo esto no implica retomar sin más la vía de otros gobernantes favorables a EE UU. Marcos padre y su familia ciertamente disfrutaron de un exilio dorado en Hawái tras su salida forzada en 1986, pero los miembros de la dinastía se enfrentan a una letanía de demandas en Estados Unidos y Europa basadas en denuncias de corrupción y violación generalizada de los derechos humanos durante su régimen.

Frente al resentimiento de Duterte hacia EE UU, la dinastía Marcos ha mantenido lazos amistosos con Occidente, en especial con su vuelta al poder. Marcos Jr. puede convertirse en el primer líder de Manila en ser recibido en la Casa Blanca en casi una década y Washington le ha asegurado que su inmunidad soberana lo protegerá contra cualquier caso judicial.

En su reciente visita y el contexto de la crisis en la vecina Taiwán el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, describió Filipinas como un "amigo, socio y aliado insustituible" mientras aseguraba que "un ataque armado" en el Mar de China Meridional invocaría los compromisos del tratado de Defensa Mutua. En virtud de este pacto de seguridad el Ejército estadounidense accede y almacena material militar en determinadas bases del país mientras Washington apoya a Manila en los contenciosos territoriales que la oponen a Pekín en el mar de la China Meridional.

El mandatario intenta maximizar los lazos con todas las principales potencias sin depender excesivamente de ninguna de ellas. Y fortalecer las relaciones con los vecinos en el sureste asiático. Su primer viaje oficial al extranjero lo lleva a Indonesia y Singapur, dos socios de ASEAN. Tras años de bruscos vaivenes, Marcos Jr. está aportando una medida de disciplina y equilibrio. En otras palabras, está devolviendo cierta dosis de previsibilidad a la política exterior de Manila.

La "amnesia colectiva" puede explicarse por el hartazgo, sí. Sin embargo, hay más. Filipinas se ha convertido en el paciente cero de la desinformación.

Con casi once horas diarias en Internet los filipinos figuran entre los usuarios más activos de las redes sociales (4 horas y 15 minutos de media) del globo. El auge de las redes es comprensible: proporcionaron una plataforma por la que todos podían comunicar en un archipiélago de 7.500 islas con pésimas infraestructuras. Conectaron a una población que se ha cuadruplicado en 60 años pasando de los  26 millones de 1960 a los 112 actuales (más de 10 millones de ellos trabajando en el extranjero).

El problema es que la mayoría se informa a través de las redes sociales: Facebook, YouTube, TikTok… Tanto Duterte como Marcos Jr. han usado y manipulado estas redes mediante granjas de troles, cuentas falsas, microinfluencers pagados… instrumentos dudosos al no estar validados por medios oficiales y convencionales.

Siluetas de personas desaparecidas como forma de protesta en Filipinas (Josefiel Rivera/SOPA Images/LightRocket via Getty Images)

Como afirma Ellen Tordesillas, periodista y cofundadora de la organización de comprobación de hechos Vera Files, Marcos Jr. y sus partidarios transmiten sus mensajes con gran eficacia. Su campaña electoral estuvo marcada por una amplia estrategia de desinformación, que silenció a decenas de miles de opositores detenidos, torturados o asesinados. Tampoco habló de los miles de millones de dólares robados por el clan a las arcas públicas dejando el país en bancarrota. Perfiles afines inundaron las redes, llevando a muchos filipinos a creer que el gobierno de Marcos padre fue una era dorada de paz y prosperidad. Recuérdese que el 56% del electorado tiene entre 18 y 40 años sin ningún recuerdo de aquello y, por tanto, fácilmente manipulable.

En el índice de Libertad de Prensa Filipinas ocupa el puesto 147 entre 180 en el Índice Mundial 2022 de Reporteros sin Fronteras. El hostigamiento gubernamental a medios y periodistas críticos es constante.

María Ressa, fundadora de Rappler, uno de los medios de comunicación más influyentes, recibió el pasado año el Nobel de la Paz. La condena por difamación cibernética de esta periodista de investigación ha sido ratificada por la Corte de Apelación lo que puede llevarla a la cárcel y al cierre de Rappler. Tanto ella como otros periodistas de su equipo han sido objeto de numerosas campañas de odio.

Al reunir un gabinete capaz y relativamente inclusivo, Marcos Jr ha abierto la puerta a una gobernanza eficaz y confiable. Y conviene estar pendientes de su hermana mayor Imee. De considerable inteligencia política y estratégica, es muy probable que la actual senadora juegue un papel político significativo a partir de ahora.

A diferencia de Duterte, el presidente hasta el momento se ha negado a discutir la necesidad de cambios constitucionales o la continuación de la sangrienta "guerra contra las drogas". Pero, a diferencia de los líderes reformistas del pasado, tampoco ha discutido asuntos de derechos humanos. Ha homenajeado los 20 años de mandato de su padre marcados por la corrupción y los abusos de derechos humanos. Y hay otras señales preocupantes como su decisión de no reincorporar el país a la Corte Penal Internacional.

Es pronto para saber si el hijo recreará un régimen autoritario a la imagen de su padre. O si, por el contrario, comienza una era de moderación y gobierno tecnocrático. Tiene seis años por delante para demostrarlo.