Víctima del conflicto armado en Colombia en un cementerio en Villavicencio (Guillermo Legaria/AFP/Getty Images)
Víctima del conflicto armado en Colombia en un cementerio en Villavicencio (Guillermo Legaria/AFP/Getty Images)

En los últimos meses, las negociaciones de paz celebradas en La Habana entre el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han hecho grandes avances y han despertado esperanzas de que en 2016, tal vez, esté próximo el final de un conflicto que ha durado 51 años. Se calcula que la guerra ha costado la vida a 220.000 personas, ha hecho que haya 50.000 desaparecidos y nada menos que 7,6 millones que se declaran víctimas del conflicto.

En diciembre, las dos partes anunciaron un acuerdo histórico sobre la justicia de la transición, uno de los temas más delicados de la agenda. Previamente habían alcanzado pactos sobre desarrollo rural, participación política y política de drogas, con algunos cabos abiertos.

El presidente, Juan Manuel Santos, se ha fijado un plazo ambicioso, el 23 de marzo, para lograr el acuerdo definitivo, pero ha aplazado la fecha para el alto el fuego bilateral. Hay varios aspectos delicados que siguen dificultando el desarme y la reintegración de las fuerzas rebeldes, así como los mecanismos de vigilancia para garantizar la aplicación de los acuerdos. Otros asuntos complejos son cómo confirmar el acuerdo de paz: el Gobierno se ha comprometido a someterlo a votación popular, mientras que las FARC llevan mucho tiempo reclamando una asamblea constituyente. También debe incorporarse al proceso de paz otro grupo rebelde más pequeño, el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Y queda por delante el inmenso reto de sanar las heridas dejadas por décadas de guerra en un país aún lleno de grupos armados ilegales. Con todo, existen señales positivas de que el conflicto armado más prolongado del continente, y uno de los pocos que aún existe, va a llegar pronto a su fin.

 

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.