Nombre: Clara Panella Gómez
Combatir la distancia entre la juventud y la política formal

El Año Europeo de la Juventud, impulsado por la Comisión Europea, ha logrado que los jóvenes europeos hayan pasado a formar parte de la agenda política, no solo como sujetos pasivos, sino también, y principalmente, como sujetos activos. No solo deben ser el objeto de más políticas a nivel comunitario que aborden problemas que afectan principalmente a la juventud o que les preocupa en mayor medida, como pueden ser el cambio climático, el empleo juvenil o la salud mental, sino que también deben comenzar a ser involucrados en el proceso de toma de decisiones. Tienen que hacerse políticas para los jóvenes, pero también con los jóvenes. Sin embargo, la juventud europea está cada vez más alejada de la esfera política. Uno de los grandes retos de la UE será conseguir superar esa desconexión política. 

El disengagement, o desconexión política, es un problema al que se enfrentan todos los Estados miembros. No es un fenómeno nuevo, ya que desde principios de este milenio se ha evidenciado un descenso de la participación política entre los jóvenes. Las razones son muchas y variadas, empezando por un problema estructural que dificulta la participación de los jóvenes. Un ejemplo de ello es la edad requerida para votar, que varía entre los países miembros, o la edad mínima para presentarse a unas elecciones. Mientras en España es suficiente con tener 18 años, en Italia o Grecia es necesario tener más de 25 años para poder ser candidato a las elecciones nacionales, lo que supone una barrera más para muchos jóvenes. Sin embargo, la desconexión política no se explica tanto por la normativa electoral de cada país como por la percepción que tienen los jóvenes de la política. 

Es común escuchar que las nuevas generaciones muestran poco interés por la política, pero la evidencia muestra que esto no es exactamente así. Los jóvenes sí tienen interés, pero prefieren tomar parte en modos alternativos de participación política, como pueden ser las manifestaciones o el activismo. Sin embargo, muestran cierto recelo y desconfianza hacia la política formal, a la que perciben como algo lejano o inaccesible.

Tradicionalmente los grandes partidos no han representado a los jóvenes ni han incluido los temas que les preocupan en la agenda política, creando así una distancia casi insalvable entre la juventud y las instituciones políticas. Por un lado, hay una evidente falta de interés por involucrar a las nuevas generaciones en la política formal, y por otra, existe una gran desconfianza por parte de los jóvenes hacia las instituciones políticas. La Unión Europea puede cambiar este status quo si hace de esta problemática una de sus prioridades. Un primer paso fue la celebración de la Conferencia sobre el Futuro de Europa, en el que los jóvenes participaron por primera vez en un ejercicio de democracia participativa en el seno de la Unión. Sin embargo, es fundamental que este intento de acercar la política a los jóvenes europeos no finalice ahí. Debemos empoderar a la juventud de hoy para que sean la voz de su generación y logren que la política deje de ser cosa de adultos y para adultos.