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Zabihullah Mujahid, portavoz oficial de los talibanes, habla en el podio ante cientos de líderes religiosos que asisten a la comisión de predicación y orientación de los talibanes en la Loya Jirga, en Kabul, Afganistán. (MARCUS YAM / LOS ANGELES TIMES)

Es demasiado pronto para saber con certeza cómo será el nuevo gobierno de Afganistán y qué política va a hacer. Pero existen varios aspectos fundamentales de los que habrá que estar pendientes.

Tras algo más de una semana desde la caída del gobierno afgano y el regreso de los talibanes a Kabul, hay más preguntas que respuestas sobre cómo estos gobernarán el país ahora que han vuelto al poder después de 20 años.

Hasta ahora, los portavoces talibanes han construido sus anuncios políticos con la intención de que sean tranquilizadores, aunque vagos: han declarado que no va haber venganzas, que las mujeres y las niñas podrán seguir estudiando y trabajando (aunque no está claro en qué condiciones) y han dicho a los periodistas que pueden seguir informando y haciendo llamamientos a la tranquilidad. Al mismo tiempo, las escasas noticias de episodios concretos entre los talibanes y la población de las áreas de las que acaban de apoderarse ofrecen una imagen contradictoria. Parece haber casos de represalias e intimidación, especialmente contra los afganos relacionados con el antiguo gobierno y sus aliados extranjeros. Algunas informaciones indican que Kabul, aparte de las escenas de desesperación en el aeropuerto en torno a una evacuación precipitada y no planeada, ha estado bastante tranquila en estos primeros días (las últimas informaciones llegadas apuntan a que ya esta situación está cambiando), aunque también llegan noticias de que los talibanes están acosando a muchos de los que quieren llegar al aeropuerto. La información sobre otras partes del país es escasa. Las señales, variadas y contradictorias, no dan todavía una imagen clara. Y, aunque lo hicieran, no debemos suponer que los talibanes van a mantener su estrategia actual mucho tiempo.

Al repasar los numerosos interrogantes inmediatos sobre cómo va a ser su gobierno, surgen tres incertidumbres fundamentales y relacionadas: ¿Qué intenciones tiene la dirección talibán? ¿Hasta qué punto pueden diferenciarse esas intenciones de las actitudes y el comportamiento de los jefes y combatientes militares (es decir, los que están ejerciendo la autoridad sobre el terreno en todo el país en estos momentos)? ¿Hasta qué punto querrá o podrá la dirección talibán resolver esas diferencias?

El establecimiento del nuevo gobierno —y mucho más del nuevo Estado islámico, que hasta ahora los talibanes se han limitado a esbozar— está apenas comenzando. Teniendo eso en cuenta, es importante identificar varios dilemas y problemas estratégicos para seguirlos con atención. ¿Qué forma puede tener el nuevo gobierno? ¿Qué consecuencias tendrá el poder talibán para los afganos? ¿Cuáles son los problemas inmediatos que debe afrontar el gobierno? ¿Y cómo parece probable que van a reaccionar —cómo deben reaccionar— las potencias extranjeras?

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Los talibanes patrullan las calles tras tomar el control en Herat, Afganistán. (Mir Ahmad Firooz Mashoof/Anadolu Agency via Getty Images)

¿Qué forma ...