
Cuáles son las lecciones que deberían aprenderse tanto en la esfera nacional como la internacional para afrontar las posibles futuras crisis sanitarias.
Nos encontramos en una nueva era en la aparición de pandemias y aunque estemos lejos de vislumbrar el final de la crisis sanitaria que ha originado la COVID19, se pueden establecer una serie de reflexiones sobre aquellos aspectos que han originado las situaciones de desbordamiento de los servicios sanitarios en algunos países —independientemente de su nivel de desarrollo—, y las consecuencias económicas y sociales que ha ocasionado el nuevo coronavirus.
Si bien es cierto que durante la historia de la humanidad el mundo se ha visto azotado por epidemias y pandemias que han causado millones de muertos y cuantiosas pérdidas económicas, la aparición del nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) ha otorgado a este tipo de amenaza biológica nuevas dimensiones derivadas del mundo globalizado e interconectado propio del siglo XXI.
La COVID19 ha cogido al mundo por sorpresa, tanto en su prevención como en la detección y en la respuesta. Las poblaciones se encuentran consternadas al sentir su vida amenazada, ver los servicios sanitarios desbordados, tener que sacrificar su libertad, no poder despedir a sus seres queridos, renunciar a las tradiciones culturales y religiosas y lo peor, no ser capaces de comprender el porqué de esta situación. Todo ello unido a la preocupación de un futuro incierto en el ámbito económico y laboral.
Sin embargo, la COVID19 es la cara de un riesgo que era previsible. La OMS (Organización Mundial de la Salud) ya había advertido en 2018 sobre la necesidad de tomar acciones a nivel mundial para estar preparados frente a lo que denominó “Enfermedad X”; una que estaría provocada por un virus o alguna bacteria y que podría poner en jaque no solo la salud de la población sino también desestabilizar la economía mundial. Asimismo los científicos mostraban preocupación por el aumento del número de brotes epidémicos que se estaban produciendo en los últimos años, triplicándose desde 1980.
El riesgo de aparición de una pandemia ha sido en cierta medida minusvalorado por todos los países. En primer lugar, porque la percepción de este riesgo es muy difusa ya que no existe la certeza en determinar el dónde y el cuándo aparecerá el posible brote y mucho menos su repercusión mundial. En segundo lugar, porque los casos recientes de aparición de brotes epidémicos, como el ébola, el SARS o el zika se habían gestionado con relativo éxito por los gobiernos de los países desarrollados. A pesar de que el “Global Health Security Index de 2019” alertaba de que ningún país estaba preparado para hacer frente a una pandemia y, a pesar de que en las principales estrategias de seguridad se contemplaban las pandemias como un grave desafío a la seguridad, la mayoría de los países no habían establecido ...
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